sábado, 22 de noviembre de 2014

Socializar.



Voy totalmente en contra de los apegos.
No confío casi nada, si cuento algo es porque en el fondo, no me da miedo que el ''secreto'' sea descubierto.
No confío en las bocas ajenas.
Sé de antemano que cualquier punto de vista o anécdota que yo le cuente a una persona ajena, con quién no comparto lazos sanguíneos, será juzgado, criticado, motivo de burla, o de envidia, no lo sé, pero nunca lo sabré, y eso es lo malo, su instinto no será ayudar si cuento un problema, su instinto será sentirse superior porque a el no le sucede, me criticará en sus adentros, se reirá de mí o me deseará fracasos. 
¿Y si le cuentan a sus madres, a sus otros mejores amigos o a sus parejas? Muy probablemente. 
Todo problema grave será como una función teatral. 
¿Si me quedo viuda? Buen tema de conversación.
¿Si me cortan una pierna? Interesante tema de conversación.
¿Si muero? ''ADIVINEN QUIÉN SE MURIÓ'' Sería una excelente curiosidad que contarían tus amiguismos de la preparatoria, quienes quizá ya ni si quiera te recordaban.
La gente es muy parecida. ¿Por qué aferrarse a las personas, incluso en un lazo tan absurdo como es la amistad? Si incluso se puede llegar a sentir coraje y envidia entre hermanos, ¿por qué no sucedería entre dos personas que ni si quiera crecieron juntas? Y cuando crees que dan todo por ti, cuando crees que encajan perfecto, que han pasado por tantas cosas y que han vivido tantos momentos, el ciclo escolar acaba y cada quien por su lado. O dos se casan y se embarazan. Y todos tienen sus propios amigos, en sus entornos correctos, ¡no existen las amistades sinceras de toda la vida! Después de vivir junto a otras personas, si regresas al pasado ya no sabes si quiera de qué hablar. Y la gente cambia. La amistad, algo tan reciclable. Tan reemplazable, tan lleno de hipocresía. 
Me extraña aún que hayan personas tan estúpidas que crean que tendrán a alguien que estará a su lado por siempre. 
Personas que creen que deben salir de fiesta todos los fines de semana, aunque sea con gente insignificante y aborrecible, y todo eso, para sentir que su vida no es tan vacía, todo eso para sentir que son felices.
Socializar es extraño. Llega un momento en el que conoces como se comporta cada círculo. Donde ya descubriste como funcionan las cosas, y extrañamente, pierdes el miedo al público, a las críticas, a hablar, a levantar la mirada. Porque precisamente aprendiste a ver a todos como lo iguales e insignificantes que son. Como soy yo, que también soy humana. Irónicamente ya puedo socializar mucho más que antes, y presentar donde sea alguna de esas máscaras que yo misma elaboré basada en la observación de sus constantes y respectivas actitudes. No a profundidad, pero es una máscara, como la de ellos, capaz de ser cambiada cuando sea necesario.
La gente nació para fingir. Porque no vivimos solos. Estamos rodeados de humanos, dependemos mucho de otros humanos, no podemos estar nunca solos, dependemos hasta de las personas que están abajo, como de las de arriba. Tenemos que poner la mejor cara para no ser un inadaptado. Para que no te odien quien no te debe odiar. Tienes que lograr caerle bien a la gente que te puede servir de algo.
La hipocresía es supervivencia.
Si de verdad tuviese que decir todo lo que pienso, me odiarían, ratifico que me odiarían, al igual que ellos, ¿cuántos juicios e insultos no debieron haberme dicho solo con la mente?
Y hay veces que uno quisiera pasar el día sin escuchar una sola voz, sin detectar ningún movimiento humano. Sin soportar a nadie. Sin tener que articular palabra alguna. 
A veces no comprendo a las personas que necesitan estar rodeadas de otras personas, es cansado, es molesto, irritante, con el tiempo te vuelves huraño, y ocho de cada diez voces que se dirigen a mí, me hacen hacer muecas y poner los ojos en blanco, aunque responda con voz suave y amable. Y si me llegan a colmar la paciencia, del mismo modo en el que logré simpatizar, lograré que me odien, pero que me odien con ganas, de ese odio que no se olvida. O al menos me encargaré de decirles algo desagradable que se quedará en sus mentes por un buen rato.
Generalmente, las voces deben tratarse como sonidos vacíos e insignificantes, y los humanos deben verse como muebles, que solo están ahí y con quienes se comparte el planeta. Pero a veces tengo la desdicha de chocar con muebles, con estúpidos muebles desagradables, estorbosos y llenos de suciedad. Y las voces vacías e insignificantes, se vuelven irritantes, chillonas, que tan solo de oír su insensatez, hartan. 
Y no digo que yo esté bien y los demás estén mal, simplemente creo, que ellos y yo somos la misma especie, entonces, si actúan y son como yo, o peores, mejor no quiero nada y prefiero mantener la distancia. 

2 comentarios:

  1. sabes es interesante tu forma de pensar, porque yo lo veo totalmete al contrario. mis familiares son los primeros en juzgarme, en tacharme de algo que no soy y no les vasta con ellos verme de cierta manera erronea, si no que en cambio van y le hablan a mis demas parientes pestes de mi, en vez de hablarlo directamente conmigo. y con las personas que no son nada mio, mas que conocidos, compañeros o amigos, me resulta mas facil hablar, porque se que no tienen derecho de juzgarme y en el caso de mis amigos, por el lazo que tenemos, sea grande o sea pequeño, ellos siempre buscan mi tranquilidad y me brindan su apoyo.
    pero cada quien ve lo que ya ha vivido u.u

    ResponderEliminar
  2. Socializamos porque nuestra naturaleza humana es social. La familia en sí misma es social. Es un toma y dame. Yo te cuido, tu te comportas bajo mi reglas. Quieres tu propias reglas, te vas y formas tu propio nícleo social, o te quedas sola y te cuidas tu misma. En el fondo nadie te obliga a nada. Puedes ir a donde te de la gana y hacer tu propia vida siempre que estes dispuesta a cuidar o descuidarte tu misma.

    ResponderEliminar