sábado, 14 de noviembre de 2015

Estoy bien.

Su actitud, de un momento a otro empezó a volverse cada vez más agresiva. Apenas pude sentir el peligro, tomé la mano de Valentina y me di la media vuelta, sin embargo, su brazo firme me sostuvo con fuerza y me jaló bruscamente hacia el, gritándome que no me iría. Mis ojos se abrieron como platos, estaba asustada. Mi amiga comenzó a gritar que me soltara y el me tenía cada vez más sometida, quise resistirme y mi cuerpo débil cayó al suelo de pronto, el me inmovilizó y en esos momentos sentía que el cuerpo se me helaba, sentía terror. Valentina le cayó encima en ese momento, golpeándolo inútil y desesperadamente con una escoba. El hombre, enfurecido, se volteó hacía ella y la jaló igual que a mí, mientras yo, decidida me le fui encima y solo conseguí un fuerte golpe que me aventó lejos y caí al suelo, desmayada. 

No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, pero al abrir los ojos, me quedé inmóvil, aterrorizada, sin saber que hacer, mientras escuchaba los gritos de dolor y las súplicas de Valentina para que el desgraciado sujeto parara de abusar de ella, pude ver que el enorme hombre se encontraba sobre ella, quien estaba boca abajo, mientras el le escupía insultos y ofensas, obscenidades infames, entre ellas, susurró que después sería mi turno. Entonces entendí que era el momento perfecto para tratar de evitar que me hiciera daño...sigilosamente me levanté y tomé la pala que estaba a escaso un metro de mí, avancé lento hacia el y por la espalda, le propicié el golpe en la cabeza más fuerte que mis pocas energías pudieron darle, e inmediatamente, al verlo confundido por el primer golpe, le solté otro, y otro, y otro, hasta perder la cuenta y verlo en el suelo, inconsciente y sangrado, sin embargo, yo seguía golpeándolo ciega de ira, los golpes se escuchaban estrepitosos. Valentina me pidió a gritos que parara, pues lo iba a terminar matando, no la escuchaba, ella trato de quitarme la pala y entonces dejé de golpear y solté mi arma, mis manos temblaban, mis ojos estaban abiertos y sudaba frío, me sentía fuera de la realidad, con un escalofrío permanente en la espina, una descarga de adrenalina, mi radar del peligro encendido, llena de desesperación y de rabia, también de miedo. Mi amiga se amarró el vestido, que estaba desgarrado. Me suplicó que nos fuéramos, su cara estaba sangrada, no podía caminar del dolor que sentía. No hablaba, miraba fijamente al sujeto tumbado en el suelo, reaccioné, cargué a medias a mi amiga hacia la salida de la cabaña y avancé con su peso lo más rápido posible hacia la carretera. Detuve una camioneta, eran dos hombres, no me importó, no sabía ya si corría más peligro si me iba, o si me quedaba. Era una Pick-up, nos fuimos en la parte de atrás. 
-Vale...- Interrumpí el silencio postraumático - Tenemos que ir al hospital...
Se quedó callada unos segundos. 
-Estoy bien.
-Mírate... estás herida.
-Estoy bien.
-Vale, por favor...
-¡ESTOY BIEN! - Exclamó, alterada. 
-Tus padres cuando te vean, también van a enviarte al médico. 
-No lo harán. Préstame tu saco... taparé con el mi vestido roto. 
-Pero es que... ¿acaso no te duele nada? Estás herida, comprende.
-Estoy bien. No pasó nada... dame tu saco. Ayúdame a limpiar mi cara, tengo sangre. 

Llegamos a su casa y su mamá nos abrió, alarmándose de inmediato al vernos golpeadas. Sentía que se armaría un drama endemoniado, pues si yo, estaba a punto de explotar, no llegaba a imaginar como se sentía Valentina. Pero me sorprendió. Se comportó totalmente normal, incluso bromeó y dijo que habíamos participado en una pelea callejera y que estábamos bien, que solo queríamos dormir.
Una vez en su habitación, no nos atrevíamos a decir nada. Yo no sabía si decirle que había presenciado el abuso, pues temía que me culpara de no haberla salvado a tiempo, por cobarde. 
Al fin rompí el silencio.
-¿Cómo te sientes? - Pregunté.
-Estoy bien. Voy a bañarme. 
No dijo más y se metió a la regadera del baño, que estaba dentro de su cuarto. Yo me acosté en la cama, con los ojos abiertos, mirando hacia la nada, sin saber por qué pasaban estas cosas. Parecía un mal sueño. Pasó más de una hora. Valentina no salía. Toqué la puerta varias veces sin obtener respuesta, así que temiendo que estuviera mal, me metí sin más. La vi tirada en una esquina de la ducha, en posición fetal, mirando hacia un solo lugar, con moretones en el cuerpo. 
-Debemos ir a la policía- Le dije, sin saber qué decir, en realidad.
-Olivia, me duele. 
-¿Qué te duele?
-Todo...
Se levantó de golpe y me abrazó con fuerza, sollozando amargamente en mi hombro.
-¡Ayúdame! ¡siento que me estoy muriendo, ayúdame!
Me suplicaba, mientras yo trataba de consolarla y la abrazaba fuerte también y le decía que teníamos que solucionarlo, que todo iba a estar bien, hasta terminar sentada con ella en la esquina de la regadera, con la ropa puesta y su cabeza en mi pecho. 
-Debemos denunciarlo. Hay que decirle a tus padres, necesitas terapia, esto no lo puedes superar sola, comprende. - Le dije.
-No estoy sola, tú lo sabes y tú dijiste que ibas a apoyarme en todo.
-Claro que lo haré, pero en estos casos necesitas que se haga justicia y mucho apoyo, aparte del mío...
-No lo creo, entre menos gente lo sepa mejor. Seguro el hombre está muerto. Te meterán a la cárcel. 
-No estaba muerto, Vale. Yo lo sé. 
-No te arriesgaré. Tú me salvaste.
Me quedé callada. Me dio vergüenza. Yo no la he salvado. Me había salvado a mí. 

Me dio tristeza dejarla sola ese día, salí de su casa y al dirigirme a la mía, pasé al supercito y compré una caja grande de cereal de chocolate. La escondí en la mochila e intenté llegar a casa con la mejor de mis caras, tratando de terminar de saludar lo más rápido posible para encerrarme en mi cuarto. Entré al baño con la caja de cereal y me atraqué de hojuelas como una loca, sin casi masticar, sintiendo que las lágrimas se acumulaban en mis ojos, pero el cereal las retenía. Vomité unas cuatro veces y me acabé la caja. Estaba asqueada. Asqueada por haber descubierto la clase de personas basura que hay en este mundo. Asqueada al recordar lo cobarde que fui. 

Volví a salir de casa y me fui con Daniel. Llegué a su cuarto y me acosté en su cama. Primero dejé que violaran a mi amiga. Luego, no se me ocurrió mejor cosa que hacer que venir a casa del hombre que ella ama, quien a su vez, es mi novio a escondidas. Soy una traicionera. Y ella, que me ve como una heroína... no se imagina la magnitud de mi egoísmo.. yo tampoco puedo creerlo, pero me siento cada vez más superflua. Daniel se acostó a mi lado y me besó, luego quiso tocarme. Las escenas vividas el día anterior, brotaron en mi mente. 
-Hoy no, Daniel. Hoy solo necesito compañía. Solo limítate a abrazarme, por favor.-
Me recargué en su pecho.
-¿Qué es lo que te pasa? - Me preguntó.
-Nada. 
-¿Estás bien?
-Estoy bien. 
-No te escuchas bien. Ya dime qué te pasa.
-Me pasa, que la vida es horrible. 
-¿Por qué lo dices?
-Es horrible. -
-Mírame a los ojos...¡estás llorando! ¿qué te ha pasado?
Hundí mi cara en su pecho, apretándola con fuerza aunque el me quería levantar la cara y me preguntaba con insistencia que sucedía. Me empecé a desahogar un poco y comencé a llorar un poco más fuerte. Dejó de hacer preguntas y también me abrazó, con ternura. 
-¿No vas a decirme nada? ¿Como voy a ayudarte así? Porque como quisiera ayudarte... como quisiera que dejaras de sentir dolor, que confiaras en mí, que me dejaras al menos intentar mejorar tu vida...te quiero tanto...
Y yo, lo quería a tal grado, que a pesar de saber que no era un acto leal para la afectada en esta historia, no podía alejarme de el. Confiaba en el, aunque no lo pareciera. Lo necesitaba. 

Ella dijo que no dijera nada de lo que había pasado. Dijo que lo superaría, que estaría bien. Pero fue como el incienso... se consumió poco a poco, día a día, dejándome una huella, una cicatriz que no se ve, pero que es de las más grandes que tengo. Me dejó con culpa. Con la boca cerrada hasta el día de hoy, que nadie nunca supo lo que sucedió. No me atrevo a hablar con nadie sobre esto. Alguien pudo ayudarla en ese entonces, quizá alguien hubiera podido rescatar su alma, tan herida, tan hecha añicos... pero ella se dejó morir. Y yo, con mi silencio, la dejé morir también. La manipulé. Experimenté con ella. La conducí a la borda. La maté. 



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lunes, 9 de noviembre de 2015

No sé.

Hay amores que parece que nunca podrían ser, pero aparecieron en el momento preciso. 
tú fuiste así.
me enseñaste a sentir...
a vivir.
era todo. 
llegaste a instruirme, a levantarme.
y se sentía tan bien...
que me aferré al hilo de tu voz
aún cuando ya no quedaba nada.
cuando la magia de tu exclusividad se perdió.
cuando descubrí que pasaban los días
y yo podía estar sin ti
incluso, pensaba en él.
salía con él.
dormía con él,
le escribía y también me hacía sentir. 

Pero tú, fuiste locura
Fuiste efímero como cualquier buen momento,
seco y luminoso como el sol,
viniste a ser el primero
en cosas que ni si quiera sabía que se tenían que vivir.
yo, fuerte y testaruda
dura y despreocupada,
llegaste tú a llevarte mis estribos
a despertar mis fantasmas
y a reproducirlos
hoy existen muchos que antes no tenía
tú eres uno de ellos.

Hace cuatro días que rompiste mi ilusión
derribaste el pedestal en el que te tenía
mis sueños se rompieron
mi alma se rompió
los pedazos se clavan en mis entrañas
las lágrimas me traicionan aunque yo no quiera...
tú eres ese fuego 
en el que me gustaba revolcarme
te quise
tanto te quise...
que no me duele lo que me hiciste
más de lo que me duele no poder perdonarte. 
¿qué más quisiera yo que abrazarte?
pero ya no eres el mismo
eres parte de la utopía que yo misma construí.

Los días desde aquél miércoles...
el primero, te odié
quise verte hundido
el jueves, 
te reemplacé
quería olvidarte
el viernes, 
pensar en ti, en mi tumba
que es mi habitación
donde parezco muerta en vida
hielo que no se derrite.
el sábado...
fui a un concierto. Me ha desgarrado el sonido del violín.
me acuerdo de ti  cada segundo.
el domingo...
No he podido más. He llorado. 
Y el lunes...
estoy escribiendo esto.
Resignada.
Atormentada. 
Adolorida.
y perturbada.
¿por qué tenías que ser igual que yo?
entonces entendí
que solamente estamos enamorados del recuerdo.
De nuestras historias.
¿Quién diría que después de amarte con locura, iba a querer verte sufrir?
dicen que el amor es desinteresado
como el amor maternal
mi amor por ti no es así
es un amor caprichoso
que exige que me hagas sentir bien
no te amo a ti
amo lo que provocabas en mí
contigo me comporté como una niña con corajina
cuando sentía que te ibas
mis sentidos explotaban.
ahora que no estás conmigo
no deseo tu felicidad.
deseo que sufras y que me recuerdes
quiero seguir viva en tu mente
ser aún una llama en tu corazón
me niego a que el ''nosotros'' se muera. 
quiero que lamentes todos los días mi partida. 


Martes en la madrugada. 

¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y Daniel? Que  tú solo me haces escribir para ti cuando me haces sufrir. Y Daniel... el me hace escribir tanto cuando me hace feliz, como cuando me hace ''sufrir'', si se le puede llamar así a las pequeñas rabietas que he tenido por culpa suya. Listo. Ni una lágrima. Al menos Daniel, jamás me hizo llorar. 
Solo una vez lo he visto enfurecer, empezó a arrancar el collage de la pared y rompió la mesita de centro a patadas. Jamás me dijo frases hirientes. ¡Ja! Y yo que tanto me cuidé de él, no quise caer en sus manos por miedo a ser herida, tomando en cuenta también lo cruel que el fue con un par de noviecillas suyas. Sin embargo a ti, estúpida y ciega te entregué todo de una vez por todas sin ni si quiera conocerte. Qué irreconocible fui yo en esos momentos, solo recuerdo que las libertades en mi casa habían acabado, había abandonado mis estudios y la tensión entre mis padres y yo se volvió cada vez peor, como siempre. Papá y yo somos parecidos, por eso algo incompatibles. Tal vez ya estaba harta de estar en casa, de mis amigos, de las personas a mi alrededor. Harta de todo. 
Y tú llegaste, sin ser para nada, gran cosa. Lejos de ser el galán inteligente y estable que yo soñaba, eras alguien igual de confundido y loco que yo, a quien conocí en otra ciudad y solo había visto una vez cuando fui de visita. Después de unos días, decidiste abandonar tu trabajo para venir a quedarte unos días a mi ciudad y yo dejé que lo hicieras, pensando que si me desagradabas me podía largar a mi casa y tú jamás me encontrarías. Sin embargo, fue diferente y sentí contigo una conexión nunca antes experimentada en todos los aspectos, tal vez porque mi vida se había centrado en destruirse y porque yo no era la persona más abierta con los hombres, de hecho, era muy raro que me gustara alguno y mucho más raro que me interesara de verdad, casi todos me decepcionaban apenas los conocía y ni si quiera me daban tiempo de agarrarles el gusto aunque confieso que a veces los deseos naturales me hacían tener que convivir con ellos por obvias razones. Pero contigo, todo fue distinto, me sentía libre y comprendida, feliz, satisfecha y divertida. Sabiendo que te ibas a quedar unos días en el hotel y que ya éramos novios (a los 4 días de vernos)  y tomando en cuenta que tenía tres días que no volvía a casa y que mis padres estarían furiosos, y sabiendo que el me había propuesto ya irme de mi ciudad a la suya, me pareció divertido y le dije:
-Voy a mi casa a ver que me dicen mis padres. Si llego con mis maletas, es que la cosa no salió bien.
Emocionado, dijo que si. 
Y yo, me fui a mi casa y llegué con la mentalidad de largarme. Llegando, me regañaban mis padres y yo los provoqué para que mi papá dijera la palabra mágica; ''y si no te parecen las reglas de la casa, la puerta está grande''. Hice mi maleta, y me regresé al hotel. Ya no estabas. 

Mentira, lamentablemente, seguías ahí. Y desde ese día hasta 8 meses después, no nos separamos. Nos fuimos a tu ciudad e hicimos incontables tonterías acompañadas de aventuras extrañas, extravagantes, interesantes, trágicas... algo de película, digno de relatarse, llena de gente interesante o extremadamente estúpida que asombraba. Miles de lágrimas, gritos de todo tipo y momentos que debo admitir, hermosos, que en ese tiempo quiero creer que eran reales, ¿verdad? Se sentía como que si y no había momento para fallarnos simplemente porque avanzábamos juntos y el camino por recorrer, ahora, era nuestro. Aprendí incontables cosas, aunque desgraciadamente todas fueron malas. Lo mío contigo no es un cuento romántico, ni una novela cursi. Es una serie de golpes, fracasos y malas mañas. Me estaba convirtiendo en literalmente, una criminal si no es que ya lo era. O en el peor y más probable de los casos, una loca perdida, sin estribos, capaz de cualquier estupidez. Contigo me desconocí, ya no fui la mujer serena y cautelosa que se cuidaba tanto de Daniel y de cualquier otro hombre, seguía siendo una drogadicta, alcohólica y fumadora pero ahora por dos, también aprendí a controlar el alcohol porque mis borracheras ya no eran de este mundo, me salía de mis casillas y hacía que de cualquier manera acabaran trágicas, llenas de sangre. 
Contigo perdí la poca vergüenza que me quedaba. Aprendí que la gente puede ser muy mentirosa, de hecho ya no sabes a quién estás conociendo ni si quiera después de millones de palabras cruzadas. Aprendí a hacer crack. Me di cuenta de lo leal que puedo ser cuando se merecen mi respeto. Y también lo desconsiderada y cruel que puedo ser con quien se gane mi desprecio. Aparecieron partes de mí que no conocía y descubrí sentimientos que aún no se sentían... experimenté un amor y un odio tan grande que es difícil describir con palabras.

Ahora que todo acabó, me pregunto, ¿Por qué parecía que era ''feliz'' contigo si en realidad no hacía más que destruir mi vida? Descuidar mis estudios, querer prácticamente casarme a mi corta edad...¡¿QUÉ DEMONIOS ME PASABA?! Con razón mi padre quería ahorcarme, pues le daba un coraje inmenso darse cuenta de que echaba mi futuro por la borda sin que el pudiese hacer nada. Y yo que lejos de escucharle, le ignoraba y hasta me indignaba.
Menos mal que no pasó más tiempo para que yo me diera cuenta de que no valía la pena. 

Hoy, día martes, acabo de volver a platicar con Daniel y después de la asquerosa sensación que traigo desde hace casi una semana por tu culpa, he vuelto a sentirme feliz y querida sin necesidad de que el me toque. Es que el, tenía una actitud tan diferente y contradictoria, seria a veces, alegre seguido y cursi en contadas ocasiones, aunque a veces sin hablarme pero sintiendo las yemas de sus dedos en mi piel, podía decirme muchas cosas. El soltaba las palabras indicadas, en el momento indicado. A veces tardaba. Y yo, empezaba a creer que había problemas y me marchaba. Después, siempre me buscaba y desesperado por recuperarme me mostraba todo lo que había escrito para mí. A diferencia de contigo, con el fui honesta y le mostré lo extraña y mala que a veces puedo ser y a ti, no te quise asustar. El también me mostró sus peores facetas. 

Daniel casi pierde las esperanzas de estar conmigo. Nos fuimos a ciudades diferentes y ambos sabemos que tenemos que hacer nuestras vidas y si encontramos algún amor, no tenemos por qué dejarlo ir por culpa de lo nuestro, que era incierto. No he descubierto que el tenga algo formal, pero el a pesar de que me ha visto en una relación formal y volviendo a tropezar con la misma piedra, no se ha ido del camino y honestamente, siempre ha estado para levantarme. Lo hace perfectamente. 

domingo, 8 de noviembre de 2015


Parte 1.
Nunca podré entender por qué te alejase de mí. ¿Habrá sido enojo de verdad, o era tu miedo a seguir enganchada a mí? O, en el peor de los casos, ¿era acaso que no me hablas porque sencillamente ya no te intereso en lo más mínimo? ¿Será que ni si quiera me recuerdas mientras yo paso cada noche preguntándome por ti, por tu vida, por lo que piensas? Debo decirte que es muy complicado para mí enviarte esto, pero necesito que lo sepas porque aunque no escuche tu voz o lea algún mensaje tuyo, sé que al menos mientras lees esto vas a acordarte de mi y alguna emoción lograré provocarte. Eso, para mí, a comparación de estar totalmente abandonado, es suficiente.

Es fatal, nostálgico y a la vez hermoso para mí entrar a mi casa y observar las paredes pintadas por ti, quedarme mirando tus dibujos mientras aquel pensamiento infinito me llevaba a terminar mirando hacía la nada, quizá porque algún dolor en el pecho me impide dejarme llevar por la emoción, pues no seré más que añicos, tal y como desde que te fuiste, soy como un muerto que camina, no siento ni si quiera la diversión, ni el enojo, excepto cuando me harto de extrañarte tanto y me pongo a pensar en todos aquellos que en estos momentos están gozando de tu compañía, la sangre me hierve en las venas y no hay comentario o actitud que no me reviente, al grado de tener que ser violento y meterme en problemas, ya me conoces. Los dibujos que me obsequiaste tienen ojos, una mirada penetrante y expresiva, tales como tus propios ojos, que me observan, te has ido pero me has dejado vigilado y ahora parece que tu recuerdo se esfuerza en impedirme ser feliz. ¿Qué me has hecho?

La conocí cuando era un niño y fue mi primer amor, Lú era la niña más bonita del salón de clases, y a pesar de llenarla de cartas y dulces, me rechazó tantas veces que ya no sé cuántas en exactitud, decía ser muy pequeña aún para tener novio.
La frecuenté también durante la adolescencia, la volví a invitar a salir no una, si no varias veces. Me rechazó porque tenía pareja.
Hace algún tiempo, me agregó a redes sociales y ¡ella misma me pidió salir y conocernos! Pero, ni si quiera me dio tiempo de alegrarme. Algo me intrigaba, me preocupaba, me llenaba de celos y me carcomía, y la causante de eso, eras, como siempre: TÚ.
No importa que mi amor platónico me estuviese hablando en ese momento. Tú en ese momento, estabas saliendo con un ''amigo''. Eso me tenía bastante malhumorado y ocupado. Solo pensaba en ti, como siempre. Desgraciadamente, tú, con tu indiscreción característica y tu falta de sentimientos, te encargaste de que yo me diera cuenta de que el chico no solamente era tu amigo, y despechado, fui a buscar a Lú y le dije que siempre si quería salir con ella.
Nos vimos en un café y platicamos, si es que se le puede llamar así, Era linda, si. Pero bastante boba, inculta y vacía. Pero eso no significaba que no me la llevaría a la cama, así que quedamos en ir a un sitio más tranquilo, entonces mi teléfono sonó. ¿Recuerdas esa vez que me dijiste que te ayudara de regresar de una fiesta que te daba mala espina? Pues olvidé por completo mi asunto y te dije que iría para allá. Cuando se lo dije a la chica, se puso notablemente furiosa y hasta quiso obligarme a llevarla a su casa, pero molesto, hice que se fuera después de recibir una bofetada. Ya habían pasado 15 días desde que no me hablabas, en mi interior, mi cerebro dijo ''¡Te volvió a utilizar! Como siempre'', pero mi corazón gritaba más fuerte que seguro también me extrañabas. Te vi y no dijiste nada, no hablaste y parecías molesta, y en un alto, mientras me quejaba de tu frialdad, me callaste con un beso igual que las películas, y fuiste tocándome todo el camino hasta que terminamos en mi casa, teniendo una noche increíble y de fuego, que valía más que mil ''Lú''.

Es ahí donde también aparece mi confusión... ¿Por qué no me dices que me quieres o me llenas de mimos como lo hacen las demás mujeres? Solo te limitabas a besarme únicamente si estábamos a solas, no me dabas la mano, no me hablabas bonito. Les hablaba de ti a mis camaradas y cuando al fin te conocían, iba orgulloso a presentarles a la joya de mujer preciosa que está a mi lado, sin embargo tú parecías repudiarme en frente de ellos. Eras, notablemente otra persona distinta con ellos a como eras conmigo, que para mí, era tu lado casi auténtico, pues siempre he sabido que haces cosas que no me imagino y no estoy seguro de querer hacerlo. Pero a pesar de todo, la persona que eras conmigo era la que más me gustaba. Eras graciosa, inteligente, tocábamos temas profundos, componíamos canciones, pintábamos, hacíamos dibujos y teníamos sexo todo el tiempo, y en ese momento podía sentir que ahora todo era diferente, nos mirábamos a los ojos, nos decíamos cosas y seguíamos en contacto al acabar, pues no eras como hace años que de inmediato te vestías y muchas veces, simplemente te marchabas. Te conocí lentamente, vi tu proceso de destrucción y las veces que te vi levantarte... poco a poco me di cuenta de que había en ti, un gusto por lo prohibido, por el peligro y la adrenalina, que aunque tuvieras todo para ser feliz, decides complicarte la vida por cosas que quieres probar, tú no conoces límites. Te parecías a mí, pero más lista y serena (cuando estabas lúcida) y obviamente mucho más rara.
¿Como es posible que cuando estemos solos me hagas reír, me beses tanto y me hagas tener mis mejores orgasmos pero al otro día te comportas como si no me conocieras?
Lo entendería si hubiera sido una noche loca, pero nosotros, ya hemos tenido incontables de esas...
Llegué a pensar que a ti lo único que te hace feliz es el sexo, pues solo así te pueden tener contenta.