lunes, 15 de diciembre de 2014

Azúcar que hierve.

¿Sabes que me aterra más que perderte?
Saber que quizá nunca vuelva a sentir la fascinante sensación de amar a alguien.
Saber que quizá nunca vuelva a abrazar como a ti te abrazaba.
Saber que tal vez nunca vuelva a besar a alguien con tanta ternura.
Saber que nadie volverá a hacerme volar.

Extrañaré ver de cerca el carmín de tus labios tersos.
Entrelazar mis dedos con los tuyos.
Cada poro de mi piel parecía ser un sensor que no solo sentía tu roce, sentía todo tu ser.
Nunca había sentido con nadie nada más que el tacto.
El amor inconexo.
Nítida sensación predilecta y discontinua, como todas las cosas buenas de la vida.
Quisiera pensar que hoy es la última vez que te escribo.
Quisiera sanar y que no aparezca tu recuerdo cuando lea un poema. 
No quiero volver a ver ni si quiera este texto nunca más.
Quiero saber el antídoto para sanar mi alma.
Sabía que el amor maravilloso no era gratuito.
Sabía que me cobraría todo con lágrimas y con dolor taladrando mi pecho.

Me queda pensar, que al estar lejos, quizá ya no te ame.
Pero  a tu dulce recuerdo nunca podré dejar de amar.
Ese nunca será opacado ni por el dolor de tu partida.

Quisiera que nunca volvieras a mi vida,
porque la mueves como si fueras huracán.
Tu recuerdo sigue y seguirá doliendo.
Tú aparecerás como prototipo si es que alguna vez alguien trata de enamorarme.
Tú serás la meta que quiero alcanzar si me vuelvo a enamorar.
Tu recuerdo es luz.
Tu recuerdo se simboliza en mi mente con colores brillantes.
Tan hermoso que duele querer sentirlo de nuevo y no poder.
Siempre estaré enamorada de tu recuerdo. 
Nunca me arrepentiré de haberte conocido. 
Tu ser me hizo sentir lo que siempre hubiera querido.
El amor es simplemente lo mejor de esta vida.
Es la luz en la penumbra,
Es la esperanza en la catástrofe, 
Es el sedante de mi alma turbia. 
Y puedo morir feliz, porque al menos tuve la oportunidad de sentirlo alguna vez.

Podría decirte que te amo tanto que deseo que alguna vez sientas por alguien lo que yo te hice sentir.
Pero no quiero ni pensar en que alguien se lleve un pedazo de mi vida. 
Puedo decirte que prefiero verte desaparecer a ver que alguien es feliz con algo que era mío.
Quiero dejar de amarte a ti y quedarme amando tu recuerdo.
Depender de otro es lo peor que pudo sucederme.
Es frustrante no poder controlarte.
Quiero que desaparezcas para poder quererte solo como un pensamiento.
Creo que prefiero morir de amor que vivir por nada. 

martes, 9 de diciembre de 2014

La navaja.

''Auto lesiones: Hablando de un problema del pasado, que literalmente me dejó llena de cicatrices''



''¿Por qué te haces esto?'' Preguntó, mirando mi brazo con un gesto un tanto horrorizado, tocó el relieve de mis cicatrices con la yema de sus dedos, yo aparté el brazo y bajé mi manga, como siempre.

¿Por qué me hago esto? Muchas razones, que quizá no signifiquen nada para la gente que no siente perder el control de su cuerpo. Quizá sean razones idiotas para todos aquellos que no han sentido que tienen una energía demoníaca atrapada dentro de su pecho. Es fácil decir que es un acto sin sentido, pero difícil es imaginar lo que la mente experimenta en el momento que tomas esa maldita navaja.
Antes de sentir la embriagante sensación de abrir mi piel con un cutter, yo igual creía que había una razón para hacerlo, pero también me parecía algo inútil, es decir, para mí existían los atracones y los vicios, no necesitaba cortarme para sentirme mejor. Sin embargo, sin tener ninguna, pero ninguna intención de meterme en eso, un día sentí la necesidad de herirme. 
Estaba tan enojada. Tan impotente, tenía tanta rabia, llegué a casa tan desesperada, tan enojada, que le grité a todos y agrandé mi problema e hice explotar mi frustración, yo misma puse ahí la gota para que el vaso se derramara, ¿Qué hice? Correr a mi cuarto sin poder gritar. Vaya, mi padre siempre hiriendo y pensando que tiene la razón en todo y yo sin poderle gritar lo que está sucediendo. Si estuviese sola, estaría aullando de coraje, estaría arrojando todos los objetos de mi cuarto, pero no puedo, ¡quisiera tener a alguien a quién patearle la cara y golpear hasta cansarme!  Mis manos tiemblan de ira. ¿Qué hago con esta furia arrolladora que me está quemando por dentro? ¿Llorar? Basta de llorar. Eso solo me hace sentir más pequeña y amarga ¿Qué hago con este terrible sentimiento que no puedo desvanecer y que no sé como controlar? Necesito hacer daño. Necesito hacerme daño, porque estoy sola, y si quiero hacer daño y solo me tengo a mi, no hay remedio. A mi me toca el castigo.

Con ansiedad, muerdo el rastrillo, saco una de sus filosas hojas y sin pensarlo, la pasé con fuerza sobre mi piel, unas dos veces. La sangre brotó. Se siente menos peso ahora, pero necesito más, y de nuevo deslicé la navaja en mi antebrazo. Qué risa me dio ver esas heridas. ¡Ni si quiera siento dolor! Solo veo sangre, roja, intensa y brillante. Tibia y maravillosa, se coagula en el suelo y parece una hermosa gelatina luminosa y con olor metálico. Es hermoso. El insoportable sentimiento de cólera y tristeza que sentía en el pecho, era como una inmensa nube de humo, que fue saliendo corte tras corte, y la sentí, sentí como si una bocanada de aire pesado y doloroso, saliera por mi boca, me hacía suspirar, ahora mi pecho ya no se sentía adolorido, ahora se sentía tan ligero, con tanta paz, mis lágrimas ya han cesado y tranquila, me limito a observar la sangre secar, con los audífonos puestos. 

A las pocas horas del incidente, me di cuenta de que actúe como nunca pensé llegar a actuar. Miraba mis cortes, profundos y largos, de los cuales podía observarse por dentro una capa de grasa amarilla. ¿Como pudiste hacerte esto? Es atroz. Solo esto te faltaba. No hay vuelta atrás, y lo que ayer pensabas horrible, hoy ya no sientes nada, y me dije a mi misma; ¿ves? Todo pasó y hubiera pasado, con, o sin cortes. Pero no, ahora recordarás esa crisis por mucho tiempo, cada vez que mires ese brazo, cada vez que elijas tu ropa del día y que tengas que usar forzosamente mangas largas, ahora decidiste morir de calor con un sueter encima, porque si te lo quitas, todos verán que no eres tan normal como creen. Vendrán y harán preguntas. Irán a contarles a todos. Querrán darte consejos. Te darán su serie de estúpidas opiniones que tanto odias, hablarán sin saber, como siempre lo hacen, y no puedes defender tus patéticos argumentos, ¿por qué? Porque tú te destrozas el cuerpo. Tú eres la loca. Tú definitivamente eres quien está mal, desde el punto donde lo veas. ¿No te sientes mal de ver como dejaste tus propios brazos? ¿No te parece irónico que te esfuerces por lucir bien, pero a su vez te arruines el cuerpo, tú misma y de una manera tan insensata? Vives buscando estar feliz, y con esto que haces, solo logras hundirte más, pobrecitos brazos, pobre de tu piel tan suave, pobre de tu cuerpo, tus brazos, quienes han sido tu sostén para realizar todas las actividades que te hacen sentir viva, ¿no te parece que han hecho suficiente por ti? No merecen semejante maltrato. No deberías hacer mierda las cosas buenas que te quedan. Ellos no tienen la culpa de tu mente tan turbia y tus impulsos del demonio.

Y después de cada maldita crisis, todo eso que pensé antes se desvanece. Y el problema actual es el que ocupa todo, me hace olvidarme de las cosas que valen la pena, me hace olvidar mis propósitos, mis razones para quererme y mis motivos y metas para ser feliz, todo eso parece evaporarse de mi mente y los pensamientos negativos regresan y no puedo más, siento que mi pequeño y estúpido mundo se vuelve a caer en pedazos, siento que no puedo soportar ese demonio y fantasma asesino que se adueña de mi cuerpo y de mi cabeza, quien vuelve a presionar mi pecho y me cierra los ojos y pierdo la razón. Porque, desgraciadamente ya he probado varias veces el regocijo extraño y anormal que uno siente cuando se hiere a si mismo. Sé que esa es la solución para eliminar esta maldita sensación y mi sed de violencia. Y vuelvo a caer, y lo vuelvo a hacer, y al siguiente día, vuelvo a sentir pena y tristeza de mi propio comportamiento, y me asusta ver como ni mi peor enemigo me ha herido tanto como yo lo he hecho, y de saber que no estoy segura ni si quiera estando completamente sola, y descubrir lo poco que cuido de mi, y lo dura que soy conmigo. Me rompe el alma. ¿Como podría confiar en alguien entonces, si ni yo misma soy buena con mi persona? ¿Cómo pensar que algún día alguien va a quererme, si ni yo misma puedo amarme? Definitivamente, si alguien te viera en ese estado de locura, con la cara cubierta de sangre y de lágrimas, simplemente salen corriendo, te buscan un doctor, o no sé, huyen, ¿quién querría meterse a la boca del lobo? Nadie tolerara estas estupideces, ni si quiera yo me tolero, y eso me hace pensar que merezco más castigos. 

Este si que era un problema que definitivamente me causaba mucha angustia y tristeza. No era absolutamente nada lindo al final. Era algo que me llenaba de vergüenza y de miedo. ¿Para qué marcar mis brazos de esa manera? Era como tener un letrero que dijera que soy débil, tonta y suicida. Esas son cosas que los malditos de mi alrededor no tienen por que saber, no es de su incumbencia. Algo que me partía y que tendría que ocultar. Una forma de hacerle honor a mis malos momentos, al grado de dejarlos grabados en mi piel. ¿Para qué? Esos desgraciados sucesos no merecen un monumento, no merecen quedarse plasmados y recordar mis penas cada vez que los miro. Los sentimientos negativos, deben olvidarse para ya no ser tomados en cuenta, tienen que desvanecerse también, como todos las demás emociones. Tienen que desvanecerse, tal y como lo hace la felicidad.

martes, 2 de diciembre de 2014

Mente en duelo.

De vez en cuando me harto de estar siempre girando en la oscuridad de mi cabeza.
A veces siento que tanta ansiedad acumulada la hará estallar.
No me gusta.
Pero si sucediera quizá sería un alivio.
No me gusta escuchar lo que pienso.
Mucho menos cuando lo que pienso es verdad.
Mucho menos cuando lo dice la voz interior que tanto me odia.
Me tiene tan hostigada.
Me atormento por cosas que no existen.
Sería casi igual que ilusionarme, sería casi igual que vivir de esperanzas: eso es estar en paz por cosas que tampoco existen. Que aún no suceden.
Mirar hacia adelante es pesado.
Es un camino lleno de infortunio, para llegar a una meta feliz.
Es perder la vida siendo infeliz, irónicamente con el afán de ser feliz.
¿Por qué para lograr algo que quiero tengo que hacer cosas que no me gustan, aún con el riesgo de que quizá nunca lo consiga?
No me caigo bien, soy una persona que se incomoda a si mismo en ocasiones.
A veces me gusta como eres, Olivia.
A veces me gusta lo que haces cuando eres.
Pero por eso mismo me caes tan mal, por eso mismo a veces quiero que te mueras.
Porque no eres lo suficientemente estupenda para que yo te ame.
No eres lo suficientemente formidable para perdonarte la vida.
Y sin embargo ni si quiera puedo suicidarme.
Porque quiero a la vida sin que lo merezca.

Me odio y me amo.
Me odio tanto que no me tolero, me aborrezco tanto que me pesa tener que soportarme tanto tiempo, y a veces sin nadie más, a veces solo me escucho a mi misma, y a medida de que paso tiempo conmigo, más me odio y más quisiera arrancarme la vida.
Me amo tanto que soy la única persona con la que quiero estar siempre, porque no me queda otro remedio y porque no tolero que los demás no se acoplen a mi personalidad, que tanto odio, ¿para qué entonces quiero estar rodeada de gente como yo? ¿Para qué quieres, estar entre personas que odias?
No me gusta estar sola y me aflijo, no me gusta estar sola porque siempre hay una parte de mí que solo quiere destruir. Y cuando no oigo otra voz, solo puedo oír la de mi cabeza.
Y cuando oigo otra voz, la de otra persona, en ese momento preferiría quedarme sorda.
Yo me canso de fingir ser quien no soy, y cuando soy yo misma, asusto.
Pero también soy capaz de encantar.
Y no encuentro a casi nadie que merezca descubrir las dos cosas.
Casi nadie puede ver mis cicatrices si sé que no vale la pena contar sus historias. 
A casi nadie puedo decirles mis puntos de vista sin eufemismos.
Y a casi nadie puedo mostrarle mi parte blanda, no enseñaría mi parte vulnerable sin antes asegurarme de que no vas a quebrarla. Sin antes asegurarme de que sabrás valorarla.
Así mismo, no cualquiera tiene suficientes virtudes y/o demonios maravillosos que hagan ver sus defectos algo sin importancia. 
No he aprendido a quererme sin odiarme.
Pero claro que llegué a descubrir que a veces los demonios logran crear cosas magníficas.
Y lo magnífico no tiene que ser hermoso, simplemente basta con que sea increíble,
y todo lo increíble llena la vida de las personas, 
todo lo que te mueve,
todo lo que te hace sentir viva.
Y dicen que para valorar algo tienes que perderlo.
Por eso aprendo a valorar mi propia compañía, 
cuando descubro que es difícil encontrar a alguien mejor que el silencio.
Yo valoro a las personas que son mejores que la soledad.