miércoles, 2 de agosto de 2017

Técnicas de desenamoramiento.

¿A qué le puede llamar "amor" una persona como yo? A veces dudo que mis entrañas sean capaces de amar de verdad a un desconocido aún más de lo que si quiera he pretendido amarme a mí misma. He llegado a la conclusión de que si no puedo afirmar que no me odio, no soy capaz de experimentar el amor. Para mí, eso a lo que le llaman historias románticas, idilios y noviazgos dejaron un poco grato recuerdo y un agrio sabor, pero aún más frustrante era sentir si quiera un poco de pesadez por mi tan magnifica y poco preciada soledad. Creo que si no aprendo a soportarme nadie más podría hacerlo, ni que decir de lo mucho que me falta conocerme completamente y dejar de sorprenderme con mis incoherentes y arrebatados actos. Pero qué más da, todo el mundo sabe que mi problema de toda la vida era ser insoportablemente perfeccionista y exigente conmigo misma, me convierte en una persona egoísta y lamentablemente necesitada de atención, es tan extraño que me guste estar sola y tranquila pero a la vez tenga una manía por no pasar desapercibida en casi ningún lado y tiendo a destacar de manera inconsciente. Me temo que lo mismo me pasa cuando empiezo a agarrar un nuevo hobby... de estos tan predilectos, con una compañía extrañamente agradable e INCREÍBLEMENTE soportable. Hasta disfrutable. Es común que ese nuevo hobby, casi tan dañino como el alcohol, despertaba en mí una enigmática obsesión, rozando a lo patético. Cada palabra que salía de su boca podía significar mucho, comparada con la de otras personas. Y vas entrando, poco a poco, en el estúpido laberinto de una relación enfermiza, donde ya sea por su causa o efecto terminas metido en una serie de problemas de todo tipo, mentales, sociales, económicos... que al final, cuando todo acababa podía ver con claridad cada escena del pasado donde perdí mi tiempo con una persona que no era mi amor, si no mi obsesión. No era normal. Era difícil alejarse también de su cama, el calor de su cuerpo era embriagante, sus manos, como las drogas, sus caricias aún más alucinantes que la mejor metanfetamina que alguna vez haya probado. Pero no era él el problema, si acaso solo el núcleo, quizá la consecuencia, yo estaba loca, tenía una obsesión y dependencia tremenda de que me hiciera suya todo el tiempo, que me hacía confundir si realmente era una persona normal con un corazón sensible enganchada con él, o probablemente era la promiscuidad que siempre me caracterizó.
Mis actos me hacían ver que el problema era yo, y entender que yo no me enamoro, solo me enfermo...¡pero se siente tan intenso! Mis problemas de ego y mi implacable deseo de controlarlo todo me hacían no soportar dejarlo si quiera respirar a su manera, y sentía esa frustración de pretender que me amara como quizá yo jamás podría amarme.

Una de las pocas veces que pedí perdón, quise impresionarlo cocinando algo para él, ya que siempre me refutaba comer demasiados alimentos congelados o instantáneos. Busqué la receta de internet y como pude horneé un pay de frutas, me puse el horrendo vestido azul que un día me regaló, hice una patética nota de aluminio que decía ''i'm sorry'' y me dirijí a su casa. Tiré pequeñas piedras en la ventana y no hubo respuesta, lo esperé una hora y no apareció. Estaba terriblemente frustrada, así que molesta, hundí tres dedos en el pay y comencé a comérmelo en grandes bocados, hasta devorarlo todo, finalmente hundí esos tres dedos en mi garganta y vomité al instante lo que acababa de comer. Justo como mi corazón, el plato de tan adornado pay de frutas ahora estaba cubierto de espeso vómito, y cuidadosamente volví a poner la nota de aluminio y lo puse en la jardinera de su casa. Me fui. Huí de él y dejé de frecuentar cualquier lugar donde pudiese buscarme. Cada vez que estuve a punto de tomar el teléfono y hablarle, contaba hasta diez y en cada número mencionaba alguno de sus estúpidos y molestos defectos.

Y una semana después ese amor que decía yo misma tener, parecía un capricho banal, ni si quiera me dieron ganas de tomar un papel y contarle a mis cuadernos lo que sentía por él. Simplemente no sentía nada, solo ganas de sexo, solo soledad, pero era, esta vez como una cerveza, deliciosa, embriagante, liberadora, pero un poco amarga.
Vuelven a brotar en mí mil ideas sobre situaciones con las cuales podría obsesionarme ahora, que ya no tenía ningún problema. Necesitaba sentir que me obsesionaba con algo y alimentaba mi manía hasta lograr mi objetivo, el orden, los libros, la escuela, las drogas, la delgadez... siempre he necesitado obsesionarme con algo, no debió haberse sentido especial por eso. No debí de haberlo hecho sentir especial.


No debí haber hecho que se sintiera especial.

lunes, 26 de junio de 2017

وداعا الحب

Casi siempre puedes dar con el look perfecto para cada ocasión, pero esta vez no tenía ni la menor idea de qué clase de vestuario usar en tan peculiar evento, algo así como un curioso encuentro de negocios mezclado con un carácter sigiloso y a la vez alarmante. Maquillé bien mi rostro y decidí hacerlo como yo misma, casualmente, con una blusa algo corta, jeans negros, botas de tacón medio y una chaqueta de cuero, no me lo habría pensado tanto si hubiera sabido que Hassan iba a recibirme aquel día con una túnica enorme, llamémosle con su nombre correcto y oficial: "hijab". Supuestamente la tradición para tal evento, con su misteriosa familia, tenía que parecerme normal caminar sobre charcos de sangre de animales y sentarme en el suelo para comer alimentos extraños mientras personas tienen graciosas y enérgicas conversaciones en un idioma del que yo apenas y entendía el saludo, las mujeres eran poco femeninas y las personas desprendían un olor un poco fétido al moverse cerca de mí, el ambiente era muy curioso, extraño, como las cosas que me gustan, aunque había algo en el fondo que no me terminaba de agradar. Había bastantes personas y a lo lejos me llegó el tonito de esa voz que yo conocía tan perfectamente: ahí atrás estaba él platicando con sus...amigos? ¿En árabe? ¿Daniel sabía árabe? A través de mi estorboso y prestado hijab pudo reconocer mi rostro y en realidad quise estallar de risa en ese momento, que vi sus ojos abrirse desmesuradamente, como si hubiese visto a un fantasma. Mi sonrisa fue evidente, todo fue tan rápido que antes de que me decidiera a saludarlo y hacer evidente que nos conocíamos, el agachó la cabeza y fingió estar tranquilo, y siguió charlando con los hombres de su alrededor. Pasaron unos momentos y un texto me llegó a mi teléfono mientras estaba distraída contemplando los objetos curiosos del salón. "En 10 minutos te veo en el corredor izquierdo contrario a los baños de afuera", y justo poco después Hassan llegó a preguntarme si me sentía bien, pero nos interrumpió uno de los "meseros", nos ofreció una bebida que no conocía y por eso comencé a beber en pequeños sorbos, después le dije que iba a ir al baño. 
-Te acompañó, aquí no es conveniente que vayas sola. 
-¿Qué? Lo siento, me siento más cómoda yendo sola...
-Vamos, hemos salido a pasear un par de veces y sabes que puedes confiar en mí, te protejo todo el tiempo.
-Costumbres mías Hassan, te dije que no sería buena idea entonces seguir teniendo contacto si vas a decirme qué hacer...-
-Bien bien, como quieras, estaré pendiente del teléfono. 
Me fui tranquilamente a encontrarme con Daniel en el pasillo, cuando llegue de inmediato me dijo histérico: 
-¿Que carajo te pasa Olivia? ¿Te sientes inmortal? ¿Qué diablos haces aquí, estás enferma de la cabeza? 
- ¿Te calmas? Solo vengo a una reunión, así como tú y no te veo tratando de salir de aquí, de hecho te vi platicando muy a gusto con tus amigos raros, ni si quiera sabía que hablabas ese idio...
- ¡Cállate! Te prometo que te lo explico mañana temprano, por qué estás hasta acá quien te trajo? ¿Por qué no estás en tu ciudad? 
- Ya vivo aquí, trabajo aquí y sé de qué se trata todo esto, tengo un apartamen...
-¡Enferma! Lo dices tan fácil, estás loca, o es una trampa o en serio te quieren inmiscuir aquí, pero ambas opciones créeme que no te convienen, brevemente, confía en mí por dios, vas a creerle más al imbecil con el que vienes? ¿Cuando lo conociste? ¿La semana pasada? - respiro un poco y comenzó a sacar de su saco un fajo de dinero- Toma esto y muévete, no vayas a tu departamento y vete donde no sepan que estás, ignoro si traigas ahora dinero pero tómalo. Puede hacerte falta.-
-Ok...¿y qué le digo a Hassan? Me preguntará por qué me voy!-
-Lógicamente ni Hassan ni nadie debe verte salir
-Oh, brillante Dani, deja me teletransporto o me voy volando, ahora me decido!
-Debo pensar en ello muy rápido...
Prendí un cigarrillo y me quede pasmada, cuando a través del cancel de cristal casi al fondo del pasillo, pude ver a una adicta indigente, quien se sentó a descansar muy cerca sosteniendo su andrajoso cobertor. Se me ocurrió una idea pero me pareció un poco tonta y no dije nada, hasta que vi que Daniel se restregaba las manos en la cara sin saber qué hacer..
-Mi amor, tápate los ojos... bueno, procura no mirar mucho...tira lejos esa maldita túnica y corre, la avenida es muy transitada, encontraras transporte rápido, vete a cualquier sitio, no me llames, aguarda a mi llamada, espero que estés lista...

Se dirigió al tipo que nos espiaba cerca del cancel, fue tan rápido, pero entendí que todo aquello no podía ser en vano, y aunque mis piernas temblaban y sentía como si mi corazón estuviese vibrando por dentro, mis reflejos respondieron de inmediato cuando el cristal del cancel salió volando en millones de pedacitos... Corrí lo más rápido que pude, tomé un taxi hacia el aeropuerto y llamé a Jessica para que saliera rápido del apartamento y se encontrara conmigo en el aeropuerto. 

De repente, todo se apagó y no recordaba nada, ya era la mañana siguiente, estaba sin pantalones, acostada en una cama de un hotel. No pude despegar la cabeza de la almohada, tenía tanto miedo, no sabía cómo había llegado a ese lugar... escuche una respiración a lado, fingiendo seguir dormida me di la vuelta y al entre abrir los ojos, era ella. Sentí un alivio tremendo cuando la vi acostada ahí y a la vez terror de no saber dónde estaba y si ya estaba lejos de ese extraño peligro que hizo enloquecer a Daniel al grado en el que no sé qué hacer con esta angustia de preguntarme cómo está después de haberse atrevido a hacer lo que hizo...
-¿... Jess? Jess, donde estamos, despierta, necesitamos irnos lejos, donde estamos? 
-¿?...ah si, en el hotel del aeropuerto, tonta, ayer me llamaste toda alterada y cuando llegue estabas rodeada de señoras gordas tratando de reanimarte, estabas súper drogada y decidí que nos quedaríamos en el hotel del aeropuerto hasta que despertaras y me explicaras que carajo te pasa, puedes creer que aún te de un poco de credibilidad? Lo más probable es que andabas bien drogada y alucinando, pff..
-Cállate, esta vez es de verdad serio, créeme que ni si quiera yo sé qué esté pasando pero no Jess, no deberíamos de habernos fiado de esos tipos, sabía que algo extraño tenían y...
-¡Pero que dices! Si eran tan lindos, tú misma dijiste que no debíamos ser racistas y pensar que los árabes eran unos terroristas-
-No por ser árabes pero tenemos suerte con la gente enferma, ya lo sabes, ahora no me preguntes más que me revienta la cabeza porque alguna mierda me echaron en una bebida bastante buena de hecho, y tampoco sé mucho... 
-Ya me da miedo salir de aquí y tomar un autobús...
-Pues tenemos que irnos de esta ciudad, vámonos a la nuestra o a donde?-
-Al distrito. Oli no tengo por qué arriesgarme, haré que un chofer de mi papá venga por nosotras hasta acá y nos lleve a la Ciudad de México.-
Y en lo que el autobús llegaba, ella y yo la pasamos en el hotel comiendo y teniendo sexo, y de ninguna manera podía conseguir dejar de pensar en cómo se encontraba Dani. Miraba y miraba el teléfono con la esperanza de que fuera él. Llegamos a la Ciudad de México, nos instalamos, como si nada, y pasaron los días, ni una publicación, ni un mensaje, ninguna señal de Daniel.



2