viernes, 18 de diciembre de 2015

La inverosímil.

Siempre fui un imán para las personas a mi alrededor. Era como la pieza en exhibición en un museo, para empezar. Luego abría la boca y lograba ser como el trailer de una buena película, sobre todo si me lo proponía. Las personas de inmediato ponían su atención en mí... ¿será que podían oler que no soy como ellos?

Nunca me sentí anormal hasta el día en el que me di cuenta de que podía ver y escuchar cosas que las demás personas no. Nunca hablo de ello porque soy cobarde. Porque la voz en mi cabeza, Samuel, no es amable ni tampoco me quiere a pesar de que yo la he creado y de que vivimos en el mismo cuerpo. Quiere matarme y lentamente, poco a poco, bajo torturas mentales e incluso me lastima el cuerpo usando mis propias manos. No hablo de ello porque a el no le gusta que se lo diga a nadie. Porque cuando eso pasa, regresa en mis ratos de soledad y me habla al oído.. puedo sentir su aliento cálido. Me empieza a insultar y me tortura con pensamientos sombríos y extraños. Voces que no comprendo y ahora no solo es él, si no que tiene compañía. Al principio conversan y puedo percibir al menos 4 personas hablando de cosas que parecen insensatas, incoherentes. La voz de Samuel es gangosa y agresiva. Fría y perturbadora. Las demás voces, algunas son chillonas y otras trémulas, recordándome el coro de ''Réquiem'' de Mozart. 


La mayoría de veces, no puedo entender sus diálogos y lo que dicen no significa nada para mí, sin embargo, aún así me incomodan de una manera sorprendente, poniéndome la piel de gallina y causando tal ansiedad en mí que empiezo a comerme las uñas o los padrastros, o a golpearme en los oídos y meneo la cabeza hasta que siento que las voces se desvanecen. Pero otras, ellos son mucho peores y son claros, me asustan, me insultan, me hablan de cosas horribles, frías, malignas, de muerte, de sangre, de peligro. Empiezo a temer a todo, hasta a mí misma. Me siento en el suelo, abrazo mis rodillas, lloro, me odio, tengo miedo. Mis manos tiemblan, deseo violencia y destrucción, deseo lágrimas y dolor, mi alma en penumbra se alimenta de catástrofes y de sangre. 


Mala suerte para mí y buena suerte para los otros si en ese momento estoy sola, pues solo puedo lastimarme a mi misma y derramar mi propia sangre, sintiéndome en ese momento fuera de si y controlada por personas imaginarias, demonios malditos, fantasmas alucinados, que no solo me han hecho querer herirme, si no que también me han arrastrado a intentar mi propio suicidio provocando que me quede con heridas y traumas en el alma y la cabeza. Hospitales y suturas, desintoxicaciones y terapias, medicamentos y lágrimas. Pero, cuando estoy acompañada, las cosas son diferentes. 

Sé de antemano que lo que escucho y veo en esos ratos no es real. Pero juro que en el momento de la crisis, la fantasía pérfida sale de mi cabeza para mezclarse también con la realidad, y heme aquí enloqueciendo y mirando incluso a mis conocidos convertirse en exraños... ¡esperen! No son extraños. Ahora son Samuel y las voces del Réquiem. De sus bocas escapa el tono gangoso de Samuel y el coro angustioso de los demás. Ya no los conozco, ahora son demonios, mis demonios malditos. Es como ver algo sobrenatural, un monstruo queriendo atacar, tengo miedo y siento odio, los odio, sus voces despiertan la violencia en mí, quiero matarlos, destrozarlos, verlos llorar y sufrir. Busco armas, pienso en métodos y planes para lastimarlos, pero sin embargo a veces reacciono con impulso y me lanzo sobre ellos. Al final me doy cuenta de que estuve equivocada y de que a pesar de haber querido lastimar a Samuel, lo que hice fue lastimar a alguien que no tiene nada que ver. Me ha vuelto a engañar y a manipular. 

Quiero ser normal y dejar las pastillas, pero tengo miedo. A veces no las tomo por un día, me acuesto en mi cama y cierro los ojos y comienzo a ver figuras raras, es todo lo que veo diariamente en mi realidad pero en proporciones extrañas. Lo grande se ve pequeño y lo chico se ve grande, o se deforma, los colores cambian y es inexplicablemente perturbador e incómodo imaginar toda esa mierda. Figuras geométricas comienzan a juntarse provocando patrones juntos y repetidos similares a un panal de abejas, provocándome una incomodidad y nerviosismo terrible y repulsivo que ni de chiste me deja dormir. Me dan ganas de rascarme el cuerpo con ansiedad. Es un aviso a lo terrible, pues la mayoría de veces las ''visiones'' llegan acompañadas de voces. Es imposible dormir y concentrarse así, si quiera respirar tranquilo es imposible, pues me falta el aire. Me pongo de inmediato los audífonos y casi siempre pongo ópera. No me queda de otra que correr por el maldito frasco de píldoras. Que importa cuánto lo describa y lo explique. No he conocido a absolutamente nadie que me pueda comprender. Un día conocí a alguien, pero ya no está en este mundo. Ay, Valentina. Tantas veces te vi en crisis sin imaginarme que algún día yo estaría igual... puedo entenderte perfectamente. Te extraño, hermana. 

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Escribiendo.

''Maldita mujer alcohólica. Loca. Problemática. ¿Qué diablos ha pasado contigo? Vaya manera de ser imbécil siendo tan inteligente. Eso dicen las notas. Los exámenes. La gente que te escucha platicar. Pero, sabes que es porque no te conocen del todo. Ve y cuéntales toda tu mierda. Ve y diles todo lo que haces. Las idioteces, infamias y desastres que haces por nada. Arriesgándolo todo por nada. Como siempre. Tu vida, que ya nos dimos cuenta de que no te interesa en lo más mínimo desde que tenías 11 años, la pones al filo. Bailas en la oscuridad, entre fantasmas, frente a Leviatán, haces el mal y te haces el mal, haces sufrir y te destrozas, así eres, inteligente para razonar y para crear, pero tonta, lo suficientemente tonta como para destruir tu alma... tonta, qué te puedo decir, si desde que aprendiste a leer no has despegado tus ojos de los libros y has escrito sin fin de historias desde que eras una infante, creo que te fuiste al tope y te volviste adicta a imaginar. A fantasear. Querías vivir, encontrar, disfrutar, sufrir, pero sobre todo aprender.
¿Qué ibas a escribir ahora, nena? Para escribir, había que aprender y a veces los libros no bastaban. Tú y tu necesidad de escribir. Ahora hay que aprender, conocer, sentir. Y te diste cuenta, sin duda, de que a medida de que te arrancabas a pedazos y destruías tu vida gradualmente, sentías placer. Y es que, estar vacío es tan pesado, ¿no crees? Hay que vivir. ¿Qué es la felicidad sin dolor? Si todo lo eterno suena tan grave si lo miras bien... aburrirse es tan fácil, que incluso de la misma felicidad te puedes aburrir... entonces, la estabilidad tanto en la casa como en tu escuela, te enloquecieron. Todo era casi perfecto. Tuviste que encontrarte defectos y usaste eso de pretexto para empezar a vivir. Y te diste cuenta, de que cada experiencia, de esas que te pisotean el alma y te amargan la existencia, son todos aquellos que te dejan tal herida, que para calmarlo no queda de otra más descargar todo ese sentir en letras, en hojas, en el computador... escribiendo''

sábado, 14 de noviembre de 2015

Estoy bien.

Su actitud, de un momento a otro empezó a volverse cada vez más agresiva. Apenas pude sentir el peligro, tomé la mano de Valentina y me di la media vuelta, sin embargo, su brazo firme me sostuvo con fuerza y me jaló bruscamente hacia el, gritándome que no me iría. Mis ojos se abrieron como platos, estaba asustada. Mi amiga comenzó a gritar que me soltara y el me tenía cada vez más sometida, quise resistirme y mi cuerpo débil cayó al suelo de pronto, el me inmovilizó y en esos momentos sentía que el cuerpo se me helaba, sentía terror. Valentina le cayó encima en ese momento, golpeándolo inútil y desesperadamente con una escoba. El hombre, enfurecido, se volteó hacía ella y la jaló igual que a mí, mientras yo, decidida me le fui encima y solo conseguí un fuerte golpe que me aventó lejos y caí al suelo, desmayada. 

No sé cuanto tiempo estuve inconsciente, pero al abrir los ojos, me quedé inmóvil, aterrorizada, sin saber que hacer, mientras escuchaba los gritos de dolor y las súplicas de Valentina para que el desgraciado sujeto parara de abusar de ella, pude ver que el enorme hombre se encontraba sobre ella, quien estaba boca abajo, mientras el le escupía insultos y ofensas, obscenidades infames, entre ellas, susurró que después sería mi turno. Entonces entendí que era el momento perfecto para tratar de evitar que me hiciera daño...sigilosamente me levanté y tomé la pala que estaba a escaso un metro de mí, avancé lento hacia el y por la espalda, le propicié el golpe en la cabeza más fuerte que mis pocas energías pudieron darle, e inmediatamente, al verlo confundido por el primer golpe, le solté otro, y otro, y otro, hasta perder la cuenta y verlo en el suelo, inconsciente y sangrado, sin embargo, yo seguía golpeándolo ciega de ira, los golpes se escuchaban estrepitosos. Valentina me pidió a gritos que parara, pues lo iba a terminar matando, no la escuchaba, ella trato de quitarme la pala y entonces dejé de golpear y solté mi arma, mis manos temblaban, mis ojos estaban abiertos y sudaba frío, me sentía fuera de la realidad, con un escalofrío permanente en la espina, una descarga de adrenalina, mi radar del peligro encendido, llena de desesperación y de rabia, también de miedo. Mi amiga se amarró el vestido, que estaba desgarrado. Me suplicó que nos fuéramos, su cara estaba sangrada, no podía caminar del dolor que sentía. No hablaba, miraba fijamente al sujeto tumbado en el suelo, reaccioné, cargué a medias a mi amiga hacia la salida de la cabaña y avancé con su peso lo más rápido posible hacia la carretera. Detuve una camioneta, eran dos hombres, no me importó, no sabía ya si corría más peligro si me iba, o si me quedaba. Era una Pick-up, nos fuimos en la parte de atrás. 
-Vale...- Interrumpí el silencio postraumático - Tenemos que ir al hospital...
Se quedó callada unos segundos. 
-Estoy bien.
-Mírate... estás herida.
-Estoy bien.
-Vale, por favor...
-¡ESTOY BIEN! - Exclamó, alterada. 
-Tus padres cuando te vean, también van a enviarte al médico. 
-No lo harán. Préstame tu saco... taparé con el mi vestido roto. 
-Pero es que... ¿acaso no te duele nada? Estás herida, comprende.
-Estoy bien. No pasó nada... dame tu saco. Ayúdame a limpiar mi cara, tengo sangre. 

Llegamos a su casa y su mamá nos abrió, alarmándose de inmediato al vernos golpeadas. Sentía que se armaría un drama endemoniado, pues si yo, estaba a punto de explotar, no llegaba a imaginar como se sentía Valentina. Pero me sorprendió. Se comportó totalmente normal, incluso bromeó y dijo que habíamos participado en una pelea callejera y que estábamos bien, que solo queríamos dormir.
Una vez en su habitación, no nos atrevíamos a decir nada. Yo no sabía si decirle que había presenciado el abuso, pues temía que me culpara de no haberla salvado a tiempo, por cobarde. 
Al fin rompí el silencio.
-¿Cómo te sientes? - Pregunté.
-Estoy bien. Voy a bañarme. 
No dijo más y se metió a la regadera del baño, que estaba dentro de su cuarto. Yo me acosté en la cama, con los ojos abiertos, mirando hacia la nada, sin saber por qué pasaban estas cosas. Parecía un mal sueño. Pasó más de una hora. Valentina no salía. Toqué la puerta varias veces sin obtener respuesta, así que temiendo que estuviera mal, me metí sin más. La vi tirada en una esquina de la ducha, en posición fetal, mirando hacia un solo lugar, con moretones en el cuerpo. 
-Debemos ir a la policía- Le dije, sin saber qué decir, en realidad.
-Olivia, me duele. 
-¿Qué te duele?
-Todo...
Se levantó de golpe y me abrazó con fuerza, sollozando amargamente en mi hombro.
-¡Ayúdame! ¡siento que me estoy muriendo, ayúdame!
Me suplicaba, mientras yo trataba de consolarla y la abrazaba fuerte también y le decía que teníamos que solucionarlo, que todo iba a estar bien, hasta terminar sentada con ella en la esquina de la regadera, con la ropa puesta y su cabeza en mi pecho. 
-Debemos denunciarlo. Hay que decirle a tus padres, necesitas terapia, esto no lo puedes superar sola, comprende. - Le dije.
-No estoy sola, tú lo sabes y tú dijiste que ibas a apoyarme en todo.
-Claro que lo haré, pero en estos casos necesitas que se haga justicia y mucho apoyo, aparte del mío...
-No lo creo, entre menos gente lo sepa mejor. Seguro el hombre está muerto. Te meterán a la cárcel. 
-No estaba muerto, Vale. Yo lo sé. 
-No te arriesgaré. Tú me salvaste.
Me quedé callada. Me dio vergüenza. Yo no la he salvado. Me había salvado a mí. 

Me dio tristeza dejarla sola ese día, salí de su casa y al dirigirme a la mía, pasé al supercito y compré una caja grande de cereal de chocolate. La escondí en la mochila e intenté llegar a casa con la mejor de mis caras, tratando de terminar de saludar lo más rápido posible para encerrarme en mi cuarto. Entré al baño con la caja de cereal y me atraqué de hojuelas como una loca, sin casi masticar, sintiendo que las lágrimas se acumulaban en mis ojos, pero el cereal las retenía. Vomité unas cuatro veces y me acabé la caja. Estaba asqueada. Asqueada por haber descubierto la clase de personas basura que hay en este mundo. Asqueada al recordar lo cobarde que fui. 

Volví a salir de casa y me fui con Daniel. Llegué a su cuarto y me acosté en su cama. Primero dejé que violaran a mi amiga. Luego, no se me ocurrió mejor cosa que hacer que venir a casa del hombre que ella ama, quien a su vez, es mi novio a escondidas. Soy una traicionera. Y ella, que me ve como una heroína... no se imagina la magnitud de mi egoísmo.. yo tampoco puedo creerlo, pero me siento cada vez más superflua. Daniel se acostó a mi lado y me besó, luego quiso tocarme. Las escenas vividas el día anterior, brotaron en mi mente. 
-Hoy no, Daniel. Hoy solo necesito compañía. Solo limítate a abrazarme, por favor.-
Me recargué en su pecho.
-¿Qué es lo que te pasa? - Me preguntó.
-Nada. 
-¿Estás bien?
-Estoy bien. 
-No te escuchas bien. Ya dime qué te pasa.
-Me pasa, que la vida es horrible. 
-¿Por qué lo dices?
-Es horrible. -
-Mírame a los ojos...¡estás llorando! ¿qué te ha pasado?
Hundí mi cara en su pecho, apretándola con fuerza aunque el me quería levantar la cara y me preguntaba con insistencia que sucedía. Me empecé a desahogar un poco y comencé a llorar un poco más fuerte. Dejó de hacer preguntas y también me abrazó, con ternura. 
-¿No vas a decirme nada? ¿Como voy a ayudarte así? Porque como quisiera ayudarte... como quisiera que dejaras de sentir dolor, que confiaras en mí, que me dejaras al menos intentar mejorar tu vida...te quiero tanto...
Y yo, lo quería a tal grado, que a pesar de saber que no era un acto leal para la afectada en esta historia, no podía alejarme de el. Confiaba en el, aunque no lo pareciera. Lo necesitaba. 

Ella dijo que no dijera nada de lo que había pasado. Dijo que lo superaría, que estaría bien. Pero fue como el incienso... se consumió poco a poco, día a día, dejándome una huella, una cicatriz que no se ve, pero que es de las más grandes que tengo. Me dejó con culpa. Con la boca cerrada hasta el día de hoy, que nadie nunca supo lo que sucedió. No me atrevo a hablar con nadie sobre esto. Alguien pudo ayudarla en ese entonces, quizá alguien hubiera podido rescatar su alma, tan herida, tan hecha añicos... pero ella se dejó morir. Y yo, con mi silencio, la dejé morir también. La manipulé. Experimenté con ella. La conducí a la borda. La maté. 



.

lunes, 9 de noviembre de 2015

No sé.

Hay amores que parece que nunca podrían ser, pero aparecieron en el momento preciso. 
tú fuiste así.
me enseñaste a sentir...
a vivir.
era todo. 
llegaste a instruirme, a levantarme.
y se sentía tan bien...
que me aferré al hilo de tu voz
aún cuando ya no quedaba nada.
cuando la magia de tu exclusividad se perdió.
cuando descubrí que pasaban los días
y yo podía estar sin ti
incluso, pensaba en él.
salía con él.
dormía con él,
le escribía y también me hacía sentir. 

Pero tú, fuiste locura
Fuiste efímero como cualquier buen momento,
seco y luminoso como el sol,
viniste a ser el primero
en cosas que ni si quiera sabía que se tenían que vivir.
yo, fuerte y testaruda
dura y despreocupada,
llegaste tú a llevarte mis estribos
a despertar mis fantasmas
y a reproducirlos
hoy existen muchos que antes no tenía
tú eres uno de ellos.

Hace cuatro días que rompiste mi ilusión
derribaste el pedestal en el que te tenía
mis sueños se rompieron
mi alma se rompió
los pedazos se clavan en mis entrañas
las lágrimas me traicionan aunque yo no quiera...
tú eres ese fuego 
en el que me gustaba revolcarme
te quise
tanto te quise...
que no me duele lo que me hiciste
más de lo que me duele no poder perdonarte. 
¿qué más quisiera yo que abrazarte?
pero ya no eres el mismo
eres parte de la utopía que yo misma construí.

Los días desde aquél miércoles...
el primero, te odié
quise verte hundido
el jueves, 
te reemplacé
quería olvidarte
el viernes, 
pensar en ti, en mi tumba
que es mi habitación
donde parezco muerta en vida
hielo que no se derrite.
el sábado...
fui a un concierto. Me ha desgarrado el sonido del violín.
me acuerdo de ti  cada segundo.
el domingo...
No he podido más. He llorado. 
Y el lunes...
estoy escribiendo esto.
Resignada.
Atormentada. 
Adolorida.
y perturbada.
¿por qué tenías que ser igual que yo?
entonces entendí
que solamente estamos enamorados del recuerdo.
De nuestras historias.
¿Quién diría que después de amarte con locura, iba a querer verte sufrir?
dicen que el amor es desinteresado
como el amor maternal
mi amor por ti no es así
es un amor caprichoso
que exige que me hagas sentir bien
no te amo a ti
amo lo que provocabas en mí
contigo me comporté como una niña con corajina
cuando sentía que te ibas
mis sentidos explotaban.
ahora que no estás conmigo
no deseo tu felicidad.
deseo que sufras y que me recuerdes
quiero seguir viva en tu mente
ser aún una llama en tu corazón
me niego a que el ''nosotros'' se muera. 
quiero que lamentes todos los días mi partida. 


Martes en la madrugada. 

¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y Daniel? Que  tú solo me haces escribir para ti cuando me haces sufrir. Y Daniel... el me hace escribir tanto cuando me hace feliz, como cuando me hace ''sufrir'', si se le puede llamar así a las pequeñas rabietas que he tenido por culpa suya. Listo. Ni una lágrima. Al menos Daniel, jamás me hizo llorar. 
Solo una vez lo he visto enfurecer, empezó a arrancar el collage de la pared y rompió la mesita de centro a patadas. Jamás me dijo frases hirientes. ¡Ja! Y yo que tanto me cuidé de él, no quise caer en sus manos por miedo a ser herida, tomando en cuenta también lo cruel que el fue con un par de noviecillas suyas. Sin embargo a ti, estúpida y ciega te entregué todo de una vez por todas sin ni si quiera conocerte. Qué irreconocible fui yo en esos momentos, solo recuerdo que las libertades en mi casa habían acabado, había abandonado mis estudios y la tensión entre mis padres y yo se volvió cada vez peor, como siempre. Papá y yo somos parecidos, por eso algo incompatibles. Tal vez ya estaba harta de estar en casa, de mis amigos, de las personas a mi alrededor. Harta de todo. 
Y tú llegaste, sin ser para nada, gran cosa. Lejos de ser el galán inteligente y estable que yo soñaba, eras alguien igual de confundido y loco que yo, a quien conocí en otra ciudad y solo había visto una vez cuando fui de visita. Después de unos días, decidiste abandonar tu trabajo para venir a quedarte unos días a mi ciudad y yo dejé que lo hicieras, pensando que si me desagradabas me podía largar a mi casa y tú jamás me encontrarías. Sin embargo, fue diferente y sentí contigo una conexión nunca antes experimentada en todos los aspectos, tal vez porque mi vida se había centrado en destruirse y porque yo no era la persona más abierta con los hombres, de hecho, era muy raro que me gustara alguno y mucho más raro que me interesara de verdad, casi todos me decepcionaban apenas los conocía y ni si quiera me daban tiempo de agarrarles el gusto aunque confieso que a veces los deseos naturales me hacían tener que convivir con ellos por obvias razones. Pero contigo, todo fue distinto, me sentía libre y comprendida, feliz, satisfecha y divertida. Sabiendo que te ibas a quedar unos días en el hotel y que ya éramos novios (a los 4 días de vernos)  y tomando en cuenta que tenía tres días que no volvía a casa y que mis padres estarían furiosos, y sabiendo que el me había propuesto ya irme de mi ciudad a la suya, me pareció divertido y le dije:
-Voy a mi casa a ver que me dicen mis padres. Si llego con mis maletas, es que la cosa no salió bien.
Emocionado, dijo que si. 
Y yo, me fui a mi casa y llegué con la mentalidad de largarme. Llegando, me regañaban mis padres y yo los provoqué para que mi papá dijera la palabra mágica; ''y si no te parecen las reglas de la casa, la puerta está grande''. Hice mi maleta, y me regresé al hotel. Ya no estabas. 

Mentira, lamentablemente, seguías ahí. Y desde ese día hasta 8 meses después, no nos separamos. Nos fuimos a tu ciudad e hicimos incontables tonterías acompañadas de aventuras extrañas, extravagantes, interesantes, trágicas... algo de película, digno de relatarse, llena de gente interesante o extremadamente estúpida que asombraba. Miles de lágrimas, gritos de todo tipo y momentos que debo admitir, hermosos, que en ese tiempo quiero creer que eran reales, ¿verdad? Se sentía como que si y no había momento para fallarnos simplemente porque avanzábamos juntos y el camino por recorrer, ahora, era nuestro. Aprendí incontables cosas, aunque desgraciadamente todas fueron malas. Lo mío contigo no es un cuento romántico, ni una novela cursi. Es una serie de golpes, fracasos y malas mañas. Me estaba convirtiendo en literalmente, una criminal si no es que ya lo era. O en el peor y más probable de los casos, una loca perdida, sin estribos, capaz de cualquier estupidez. Contigo me desconocí, ya no fui la mujer serena y cautelosa que se cuidaba tanto de Daniel y de cualquier otro hombre, seguía siendo una drogadicta, alcohólica y fumadora pero ahora por dos, también aprendí a controlar el alcohol porque mis borracheras ya no eran de este mundo, me salía de mis casillas y hacía que de cualquier manera acabaran trágicas, llenas de sangre. 
Contigo perdí la poca vergüenza que me quedaba. Aprendí que la gente puede ser muy mentirosa, de hecho ya no sabes a quién estás conociendo ni si quiera después de millones de palabras cruzadas. Aprendí a hacer crack. Me di cuenta de lo leal que puedo ser cuando se merecen mi respeto. Y también lo desconsiderada y cruel que puedo ser con quien se gane mi desprecio. Aparecieron partes de mí que no conocía y descubrí sentimientos que aún no se sentían... experimenté un amor y un odio tan grande que es difícil describir con palabras.

Ahora que todo acabó, me pregunto, ¿Por qué parecía que era ''feliz'' contigo si en realidad no hacía más que destruir mi vida? Descuidar mis estudios, querer prácticamente casarme a mi corta edad...¡¿QUÉ DEMONIOS ME PASABA?! Con razón mi padre quería ahorcarme, pues le daba un coraje inmenso darse cuenta de que echaba mi futuro por la borda sin que el pudiese hacer nada. Y yo que lejos de escucharle, le ignoraba y hasta me indignaba.
Menos mal que no pasó más tiempo para que yo me diera cuenta de que no valía la pena. 

Hoy, día martes, acabo de volver a platicar con Daniel y después de la asquerosa sensación que traigo desde hace casi una semana por tu culpa, he vuelto a sentirme feliz y querida sin necesidad de que el me toque. Es que el, tenía una actitud tan diferente y contradictoria, seria a veces, alegre seguido y cursi en contadas ocasiones, aunque a veces sin hablarme pero sintiendo las yemas de sus dedos en mi piel, podía decirme muchas cosas. El soltaba las palabras indicadas, en el momento indicado. A veces tardaba. Y yo, empezaba a creer que había problemas y me marchaba. Después, siempre me buscaba y desesperado por recuperarme me mostraba todo lo que había escrito para mí. A diferencia de contigo, con el fui honesta y le mostré lo extraña y mala que a veces puedo ser y a ti, no te quise asustar. El también me mostró sus peores facetas. 

Daniel casi pierde las esperanzas de estar conmigo. Nos fuimos a ciudades diferentes y ambos sabemos que tenemos que hacer nuestras vidas y si encontramos algún amor, no tenemos por qué dejarlo ir por culpa de lo nuestro, que era incierto. No he descubierto que el tenga algo formal, pero el a pesar de que me ha visto en una relación formal y volviendo a tropezar con la misma piedra, no se ha ido del camino y honestamente, siempre ha estado para levantarme. Lo hace perfectamente. 

domingo, 8 de noviembre de 2015


Parte 1.
Nunca podré entender por qué te alejase de mí. ¿Habrá sido enojo de verdad, o era tu miedo a seguir enganchada a mí? O, en el peor de los casos, ¿era acaso que no me hablas porque sencillamente ya no te intereso en lo más mínimo? ¿Será que ni si quiera me recuerdas mientras yo paso cada noche preguntándome por ti, por tu vida, por lo que piensas? Debo decirte que es muy complicado para mí enviarte esto, pero necesito que lo sepas porque aunque no escuche tu voz o lea algún mensaje tuyo, sé que al menos mientras lees esto vas a acordarte de mi y alguna emoción lograré provocarte. Eso, para mí, a comparación de estar totalmente abandonado, es suficiente.

Es fatal, nostálgico y a la vez hermoso para mí entrar a mi casa y observar las paredes pintadas por ti, quedarme mirando tus dibujos mientras aquel pensamiento infinito me llevaba a terminar mirando hacía la nada, quizá porque algún dolor en el pecho me impide dejarme llevar por la emoción, pues no seré más que añicos, tal y como desde que te fuiste, soy como un muerto que camina, no siento ni si quiera la diversión, ni el enojo, excepto cuando me harto de extrañarte tanto y me pongo a pensar en todos aquellos que en estos momentos están gozando de tu compañía, la sangre me hierve en las venas y no hay comentario o actitud que no me reviente, al grado de tener que ser violento y meterme en problemas, ya me conoces. Los dibujos que me obsequiaste tienen ojos, una mirada penetrante y expresiva, tales como tus propios ojos, que me observan, te has ido pero me has dejado vigilado y ahora parece que tu recuerdo se esfuerza en impedirme ser feliz. ¿Qué me has hecho?

La conocí cuando era un niño y fue mi primer amor, Lú era la niña más bonita del salón de clases, y a pesar de llenarla de cartas y dulces, me rechazó tantas veces que ya no sé cuántas en exactitud, decía ser muy pequeña aún para tener novio.
La frecuenté también durante la adolescencia, la volví a invitar a salir no una, si no varias veces. Me rechazó porque tenía pareja.
Hace algún tiempo, me agregó a redes sociales y ¡ella misma me pidió salir y conocernos! Pero, ni si quiera me dio tiempo de alegrarme. Algo me intrigaba, me preocupaba, me llenaba de celos y me carcomía, y la causante de eso, eras, como siempre: TÚ.
No importa que mi amor platónico me estuviese hablando en ese momento. Tú en ese momento, estabas saliendo con un ''amigo''. Eso me tenía bastante malhumorado y ocupado. Solo pensaba en ti, como siempre. Desgraciadamente, tú, con tu indiscreción característica y tu falta de sentimientos, te encargaste de que yo me diera cuenta de que el chico no solamente era tu amigo, y despechado, fui a buscar a Lú y le dije que siempre si quería salir con ella.
Nos vimos en un café y platicamos, si es que se le puede llamar así, Era linda, si. Pero bastante boba, inculta y vacía. Pero eso no significaba que no me la llevaría a la cama, así que quedamos en ir a un sitio más tranquilo, entonces mi teléfono sonó. ¿Recuerdas esa vez que me dijiste que te ayudara de regresar de una fiesta que te daba mala espina? Pues olvidé por completo mi asunto y te dije que iría para allá. Cuando se lo dije a la chica, se puso notablemente furiosa y hasta quiso obligarme a llevarla a su casa, pero molesto, hice que se fuera después de recibir una bofetada. Ya habían pasado 15 días desde que no me hablabas, en mi interior, mi cerebro dijo ''¡Te volvió a utilizar! Como siempre'', pero mi corazón gritaba más fuerte que seguro también me extrañabas. Te vi y no dijiste nada, no hablaste y parecías molesta, y en un alto, mientras me quejaba de tu frialdad, me callaste con un beso igual que las películas, y fuiste tocándome todo el camino hasta que terminamos en mi casa, teniendo una noche increíble y de fuego, que valía más que mil ''Lú''.

Es ahí donde también aparece mi confusión... ¿Por qué no me dices que me quieres o me llenas de mimos como lo hacen las demás mujeres? Solo te limitabas a besarme únicamente si estábamos a solas, no me dabas la mano, no me hablabas bonito. Les hablaba de ti a mis camaradas y cuando al fin te conocían, iba orgulloso a presentarles a la joya de mujer preciosa que está a mi lado, sin embargo tú parecías repudiarme en frente de ellos. Eras, notablemente otra persona distinta con ellos a como eras conmigo, que para mí, era tu lado casi auténtico, pues siempre he sabido que haces cosas que no me imagino y no estoy seguro de querer hacerlo. Pero a pesar de todo, la persona que eras conmigo era la que más me gustaba. Eras graciosa, inteligente, tocábamos temas profundos, componíamos canciones, pintábamos, hacíamos dibujos y teníamos sexo todo el tiempo, y en ese momento podía sentir que ahora todo era diferente, nos mirábamos a los ojos, nos decíamos cosas y seguíamos en contacto al acabar, pues no eras como hace años que de inmediato te vestías y muchas veces, simplemente te marchabas. Te conocí lentamente, vi tu proceso de destrucción y las veces que te vi levantarte... poco a poco me di cuenta de que había en ti, un gusto por lo prohibido, por el peligro y la adrenalina, que aunque tuvieras todo para ser feliz, decides complicarte la vida por cosas que quieres probar, tú no conoces límites. Te parecías a mí, pero más lista y serena (cuando estabas lúcida) y obviamente mucho más rara.
¿Como es posible que cuando estemos solos me hagas reír, me beses tanto y me hagas tener mis mejores orgasmos pero al otro día te comportas como si no me conocieras?
Lo entendería si hubiera sido una noche loca, pero nosotros, ya hemos tenido incontables de esas...
Llegué a pensar que a ti lo único que te hace feliz es el sexo, pues solo así te pueden tener contenta.


martes, 6 de octubre de 2015

El putero.

Antes de conocer el lado malo y terrible del alcohol, yo, era fiel admiradora de el y sus increíbles efectos que me hacían ser esa persona que no era cuando estaba en mi juicio; esa ´persoma extrovertida, atrevida. sin más  cautela y temor usual de arruinarme la vida. Gracias al alcohol, dejaba atrás el miedo a equivocarme y a ridiculizarme, y a mi corta edad de quinceañera, justo meses después de salir de rehabilitación, me encontraba otra vez perdiendo el rumbo de mi vida y hundiéndome cada vez más en los horribles vicios y problemas. Típico de mi, mujer inestable que se aburre fácilmente incluso de la paz y la armonía; necesitaba probar de nuevo los errores, el peligro y el libertinaje. Desgraciadamente, este torbellino que soy, tan pequeña y frágil como una niña, con la mirada inocente y la voz tenue, a mis padres no les inspiraba otra cosa más que ternura y cuidado. ellos. sabiendo ya el daño que soy capaz de hacerme, me cuidan más que antes y no me permiten hacer nada, me tengo que escapar, irme de pinta y mentir para poder salir a lo que yo le llamaba ''vivir la vida''. Pero, no era que me importara sus constantes regaños y castigos cuando llegaban a descubrirme, si no que agotada estaba ya de sentirme encerrada y de lidiar con los típicos sermones que yo, a esa edad no entendía. Ahora comprendo que gracias a ese estúpido carácter rebelde, curioso e impulsivo, me he metido yo misma a la boca del lobo cometiendo a lo largo de mi vida un sin número de estupideces y traumas que, aún pareciendo innecesarios, me han ayudado a ser la mujer responsable que hoy soy, al igual que la desconfiada chica que ya no se fía en una cara aparentemente bondadosa, ya que desgraciadamente he aprendido muy a la mala que estoy rodeada de escoria egoísta y cruel aún cuando en sus rostros luzcan la sonrisa más magnánima. 
Cansada de sentirme como una mascota enjaulada, en medio de la burbuja protectora de mis padres, he discutido fuertemente con mi padre debido a que todas las semanas, al menos algunos días, llego notablemente ebria o con aliento alcohólico, y el me ha asustado diciéndome que si la cosa sigue así, tendré que volver a algún lugar de rehabilitación. Esto me llenó de terror...¿Yo, volver a esos terribles lugares más parecidos a un reclusorio? No, gracias. Primero, prefería morir; incluso podía casi asegurar que bebía debido a que mi mente, aún perturbada y traumatizada por todo lo que tuve que vivir en ese infierno, optó por quererse divertir desmesuradamente a costa de lo que fuera, ya sean puros excesos. Quería vivir, al fin sonreír, huir del recuerdo. de la culpa, de la muerte de Valentina, de la anorexia...y en mis cinco sentidos, todas las noches, tenía que aguantar esas ganas de llorar a gritos porque el pasado me perseguía y el temor se apoderaba de mí. Sin en cambio, al estar ocupada con el somnífero del alcohol o distraída con la compañía de mis amigos, no recordaba todo el daño que a mi vida le causé aquellos terribles años. Por eso mismo, ese día de aquella discusión con mi padre, hice lo mismo que hace algunos años; huir. Preparé mis maletas y me fui otra vez, espontáneamente, como siempre, sin esperar pero sin aguantar un segundo más en mi casa. Me despedí de mis hermanos engañándome a mi misma con que era el momento de comerme el mundo y de hacer al fin lo que me plazca, sabiendo en el fondo que no haría más que vivir otra pesadilla a la cual anexaría en la larga lista de mis pecados y mis tristezas. 
Sin saber exactamente a quien buscar, me metí a un cyber y busqué en mi chat a quien recurrir, y fue por supuesto Daniel quien sin pensarlo me tendió una mano, pasó por mí y me llevo a su casa que estaba muy cerca de la mía. Su madre, siempre me ha querido y tuve que llorar e inventarle una terrible historia de maltrato familiar para que sintiera pena por mí y no tuviera objeción en dejar que me quedase con ella, en la habitación vacía de su hija mayor, quien ya se había casado y mudado. Dos semanas estuve ahí, en casa de Daniel, viviendo tranquilamente entre noches de borrachera y sexo. Sin embargo, me sentía demasiado comprometida viviendo prácticamente en pareja con aquél chico, pero yo, solo tenía quince años, ''¿Era esto lo que querías, Olivia? ¿Casarte? No, por supuesto que no. Tú quieres ser libre y Daniel no te deja salir si quiera con tus amigos porque date cuenta, el te quiere solo para él''. En ese transcurso, trabajé con la madre de Daniel en su restaurante y vendí algunas joyas que había sacado del cajón de mi mamá, y  rápidamente junté el suficiente dinero para rentar un departamento.Y fue Alondra, una amiga mayor que yo como por unos 5 años, quien me ofreció un ''misterioso'' trabajo y me citó en el café para hablar conmigo. Acudí y ella llegó. Era alta y teñida de rubia, con lipstick muy rojo y mini faldas. Lucía siempre blusas escotadas presumiendo sus llamativos senos. Éramos amigas porque nos conocimos en casa de mis locos primos, Liz y Edgar, con quiénes me había ido a vivir algunos años atrás y donde hice amigos extraños y mucho mayores que yo, y ella, era uno de ellos. Bueno, pues al sentarse conmigo me dijo lo siguiente:
-Pues verás, no es algo que le ande contando a todos, pero ya que te veo necesitada de dinero, te revelaré mi manera de sostenerme económicamente. Mis padres murieron en un accidente cuando tenía 17 años y tuve que suspender mis estudios y hacerme cargo de mis dos hermanas menores, entonces, intenté varias veces trabajar de muchas cosas, mesera, sirvienta, empleada en centros comerciales... y el dinero no me alcanzaba. Un día, me ofrecieron lo que vengo a ofrecerte hoy en día. Trabajar en una casa de acompañantes. Ahí fue donde hice dinero y me alcanzó para vivir. 
-¿Prostituta?- Pregunté yo entre dientes, sabiendo de antemano su respuesta.
-Podría decirse, pero no como cualquiera que se para en las esquinas. Acá elegimos a nuestros clientes y trabajamos con hombres bien, como doctores, abogados y profesionistas. Es todo muy formal y discreto, con cuidados y buen trato. 
-No me puedo prestar a eso, Alondra. Solo tengo 15 años y estoy casi segura que al entrar en eso, estaré años dedicándome a ello o incluso me volveré vieja y arrugada hasta el grado de venderme por unos cuantos pesos. 
-Supuse que dirías eso y piensas bien, sin embargo, no es eso lo que quiero proponerte. En la casa de acompañantes nos quitan buen porcentaje de nuestras ganancias a nuestros patrones y unas chicas yo ya tenemos nuestra ''cartera de clientes''. y sabemos que ganaríamos mucho más si trabajáramos en otros lugares ajenos a la casa de acompañantes. Queremos que nos prestes tu departamento para que laboremos ahí y te pagaremos un porcentaje para que te ayudes a vivir o a pagar tu renta. 
Me quedé callada unos segundos y acepté.

Mis pocos días de soledad y tranquilidad en el departamento terminaron y se convirtieron en días escandalosos y perturbadores, siendo testigo de la faena que se llevaba a cabo en la habitación contigua a la mía todos los días, a cualquier hora. No podía dormir tranquila gracias al escándalo que había siempre en casa, gemidos y ruidos. mujeres y hombres entrando y saliendo todos los días y yo tratando de largarme todo el tiempo de ''mi casa'' para abandonar un rato aquella locura y ambiente pesado que allí se sentía. Con el tiempo, ya no solo eran 4 chicas quienes trabajaban ahí, si no alrededor de 10, de varias edades. Dejé de trabajar para vivir del dinero que ellas me daban, que era suficiente para solventar mis gastos. Parecía que fuera de la incomodidad de saber que tenía un prostíbulo a mi cargo, las cosas iban teóricamente bien. Sin embargo, fue una noche cuando, ya acostumbrada al ruido me quedé dormida, pero empecé a oír gritos en la habitación, que después fueron callados y seguidos por leves quejidos que me parecieron extraños e incluso me alarmaron un poco, sin embargo solo me aseguré de que mi puerta tuviera seguro y me acosté hasta quedarme dormida. Al otro día por la mañana, antes de ir a la escuela, salí a la cocina a hacerme un café y gotas y manchas de sangre salían de la habitación de junto. Asustada, entré en la habitación y me encontré con un cuerpo tapado completamente con la sábana, temerosa y temblando, la destapé poco a poco y me encontré con una de las chicas, desnuda y golpeada brutalmente, amarrada de pies y manos, con los ojos cerrados y enmarañada. No sé si fue ilusión mía, o de verdad su corazón no latía y no respiraba. Presa del pánico, tomé mis cosas, pedí un taxi y sin decir nada a nadie, huí del horrible lugar, llegué a mi casa y pedí perdón a mis padres sin tocar el tema de la chica ni mostrar mi inquietud y  nerviosismo, me pasé un largo tiempo vomitando en el baño y muchos días sin dormir, comprando los periódicos y mirando las noticias en espera de saber que había sucedido con la muchacha, sin atreverme si quiera a llamar a Alondra, cambié mi número y no volví a saber más de aquellas personas. 

sábado, 26 de septiembre de 2015

Emma (2)

Capítulo 2.


Carol. 



En una semana se casa la tía Soco. Ni si quiera tengo idea de con quien, pues a mí no me dejan nunca salir del ático. Este ha sido mi hogar desde que tengo memoria, solo vienen a dejarme de comer por una ventanilla debajo de la puerta y al menos me pusieron un baño, y a pesar de mi vida totalmente miserable, llena de soledad, no sé ni si quiera que añorar porque no conozco más que las cuatro paredes de esta habitación. La tía Soco, cuando me escucha llorar demasiado fuerte, sube y me golpea, me ha tirado cuatro dientes, y me recalca solemnemente que soy afortunada de que me haya permitido vivir, ya que si no fuera por ella, nadie me hubiese sacado... ¿adelante?

Yo sé que en el fondo, tiene razón. ¿Para qué salir a la calle si las pocas veces que lo he hecho no consigo más que las miradas morbosas de las personas? No solo tengo la cara deforme de nacimiento, solo tengo dos agujeros como nariz, mis ojos chuecos y toda mi cara parece que se escurren hacia abajo uniéndose con mi cuello, debido a que carezco de mentón. No me crece cabello y mi voz es gangosa, tal vez no es tanto problema porque no hablo absolutamente con nadie. Conozco mi reflejo porque tengo una cuchara y la uso de espejo, en mi habitación solo hay un catre y creo que mi vida no es vida, la tía Soco me tiene en peores condiciones que un animal, a veces quisiera desaparecer o me pregunto por qué tuve que nacer así, ¿qué clase de castigo es este? Como quisiera saber leer, poder salir, platicar con las personas o mirar el mar, o ya ni si quiera sé lo que quiero, pues mi vida y mis condiciones son una total porquería, mi cara es una porquería, ¿quién querría tener a un engendro como familiar? A veces entiendo a la tía Soco, ella quería tanto a mi madre que se ''hizo cargo de mí'' pero ella no se cansa de repetirme que se moriría de vergüenza si sus amistades me vieran y no quiere causarle lástima a nadie. Aunque no sé, si teniendo todo lo indispensable, (que es lo que más anhelo porque de lujos ni hablamos) yo pudiera ser feliz, pues con esta cara, como dice la tía Soco, lo único que la gente puede sentir por mí, es lástima. En mi habitación hay una luz tenue y yo me entretengo haciendo figuras de migajón, masa o plastilina, generalmente rostros, rostros bellos basados en las revistas viejas que he sacado de unas cajas que se encontraban aquí, tratando de moldear la cara que yo daría mi vida por tener al menos un día. Siempre que los acabo, no sé si es la emoción o la nostalgia, termino llorando un buen rato y a veces hasta quedarme dormida. soñando con tener cosas que para mí son como mitos, la diversión, el amor o el estudio... la música...cosas que hace cualquier persona libre. La compañía ha sido nula desde que tengo uso de razón, ya que mi único contacto humano ha sido el que tengo con Lauro, mi primo, unos 10 años mayor que yo, que desde que yo tenía 5 años viene al menos una vez a la semana a violarme, que ya hasta me ha comprado una máscara para usarla mientras hace sus vilezas continuamente, tanto que ya ni si quiera siento dolor, ni asco, no siento nada, más que miseria, hundo la cara en la almohada mientras el hace lo suyo y últimamente le ha dado por golpearme más fuerte de lo que ya lo hacía, y me hace hacer cosas asquerosas como comer su excremento o me orina encima, repitiéndome una y otra vez los más terribles insultos que se le ocurren y golpeándome aún con más fuerza para que cumpla sus bajos deseos y mi llanto cese. Soco se enteró desde hace años lo que pasaba y solo dijo que de algo debía de servir yo en esta casa, agregando que preocuparse por mis sentimientos sería aún más inútil que preocuparse por lo que siente un animal ponzoñoso. Ni si quiera me había enterado de que Soco estaba comprometida, pues yo jamás bajo a la casa, pero cierto día, una mañana, me ha impresionado ella, quien entró a la habitación a hablarme siendo que lo más que hace es aventarme la comida por la ventanilla de la puerta.
-¡Levántate orco! Mateo viene a comer y el muy loco insiste en quererte conocer. Ya parece que no puede ir al maldito circo. Así que te bañas y te despejas un momento, no quiero que aparte de deforme te encuentre sucia. Si de por si me vas a causar la peor de mas vergüenzas...

No pude ocultar mi alegría cuando al fin bajé a la sala. La luz del sol, la cual hacía mucho que no veía, iluminaba hermosamente la habitación y los muebles me parecían bellísimos. Soco me dio algunas prendas usadas que a mí me parecieron los mejores vestidos del mundo. Al fin pude bañarme como se baña la gente normal y el agua se teñía de negro al rozar mi cuerpo, el jabón, producto que no usaba hace mucho, se sentía suave y su perfume me parecía una maravilla, pues yo estaba acostumbrada a oler deshechos y comida podrida. Cuando me vestí, me perfumé y peiné los pocos mechones de cabello que tengo, a pesar de mi grotesca fealdad, me sentía una princesa. La hora de la comida ha llegado y yo espero en el sillón viendo televisión con Lauro. El timbre sonó y la puerta se abrió para dar paso a Mateo, un hombre bastante bien parecido, diría yo, lucía igual a aquellos hombres atractivos que aparecían en las revistas. Era alto, canoso y con una mirada cálida, saludó a todos y al llegar junto a mí, me estrechó la mano y me saludó con un beso en la mejilla. Nadie nunca me había besado. Seguido de esto, sonrío amablemente y me dijo:

-Es un placer conocerte, pequeña.
Yo sonreí, cosa que no solía hacer, y noté como la tía Soco me empezaba a tratar con amabilidad simplemente para quedar bien con Mateo, quien se enfocó en mí durante la comida, preguntándome mis gustos y mis estudios, dándose cuenta de que en realidad no conozco nada y no sé de qué hablar. He comido alimentos frescos, no agrios y podridos como los que suelen llevarme; esta vez era un jugoso filete, verduras frescas y puré de papa. Lo más delicioso que comía desde hace muchísimo tiempo. Hoy, fue el mejor día de mi vida. Alguien me tomó en cuenta y además hice todo lo que las personas normales hacen. Y no solo eso, si no que recibí la noticia más gloriosa que jamás escuché:
-Socorro, esta niña no tiene tantos problemas como los que tú me decías, ¿acaso no te das cuenta? Ella es lista y creo que podría estudiar y llevar una vida de lo más normal, creo que has estado exagerando, a mí me parece una chica excelente. 
-¡Oh, Mateo! No dudo que lo sea, y precisamente por eso no quiero ponerla en contacto con las demás personas. La quiero tanto que no me gustaría que le hicieran daño con sus crueldades...-Dijo la tía Soco, hipócritamente.
-Tiene que vivir y disfrutar. Necesita también que le arreglen su labio. ¿Como es posible que la hayas descuidado tanto? Vamos a sacarla adelante, Socorro, haremos que sea feliz. Vendrá a casa a vivir con nosotros y recibirá el mismo trato que tu lauro y que Emma y Robi. Estoy segura de que ellos también van a apoyarla, son muy buenos muchachos.
-Me parece excelente, cariño. - Concluyó mi tía, sin poder disimular su contrariedad. 
Todo esto, parecía un sueño. ¿Era verdad? Deseaba con todas mis fuerzas que todo saliera bien. Ese día no pude dormir de tanto soñar despierta y fantasear con mi nueva vida. Me siento el ser más afortunado en el mundo. 


Emma.

Hace una semana que papá se casó y no sé si soportaré la situación o en cualquier momento agarro mis cosas y me largo de esta casa. Socorro, jamás me ha caído bien, es una mujer frívola y siento que está con mi padre más que nada por su dinero. Es metiche y antipática, quiere venir a decirle a mi padre como educarnos, se queja de que no hacemos nada en casa mientras el inútil gordo de su hijo Lauro no hace más que holgazanear a pesar de tener 25 años, no tiene trabajo ni tampoco estudia, me desnuda con la mirada y aprovecha cualquier momento para acercarse a mí. Lo detesto y me incomoda. Y, tal vez parezca una mala persona por pensar de esta manera, pero tampoco me encuentro muy contenta con la presencia perturbadora de Carol. Muy aparte de que me incomoda de sobre manera ver su cara merodeando por la casa y su aspecto monstruoso, es demasiado encimosa conmigo y busca desesperadamente que le preste atención y que hagamos cosas juntas...y yo la soporto unos minutos, pero contemplar demasiado tiempo su rostro se me hace demasiado desagradable, aparte, se comporta como si jamás hubiese tenido lo más básico, como una cama, un baño, comida o ropa... parece una loca, no sabe leer, no conoce de nada, es como hablar con una niña de 4 años. Me mira con una admiración ridícula, me huele el cabello e insiste con abrazarme. Y ni hablar de su interés por Robi, ¡No lo deja en paz tampoco! Y lo mira con ojos de borrego a medio morir. Y el, tan noble como siempre, es quien más la aguanta e incluso la está enseñando a leer. Me molesta, porque ya ni si quiera puedo pasar suficiente tiempo con mi hermano porque la criatura siempre está ahí, en medio de los dos. Tal vez soy una desconsiderada por pensar así de la pobre chica, pero la verdad es que me estorba. Es como tener una mascota en casa, y una bastante fea. Trato de cruzarme con ella lo menos posible y cuando escucho su voz gangosa y molesta, si nadie me está mirando, pongo los ojos en blanco. Pensé que no se notaba mi desprecio, pero Robi si de ha dado cuenta. Me ha dicho que disimulara y que pronto le cogería cariño... que era una buena persona, a pesar de su fealdad y su aparente retraso. Yo le he dicho que será un infierno vivir con ella y tener que cargar con una enferma por el resto de nuestras vidas, siendo que ni si quiera es nuestra hermana y ahora la gente la mirará como tal y seremos los pobres chicos que tienen a la pobre hermana deforme. Robi solo se quedaba callado y movía la cabeza negativamente, no queriendo admitir que en realidad esa chica había llegado a arruinar un poco nuestras vidas...pero bueno, eso solo es hablando de Carol, pero, ¿qué hay del imbécil de Lauro y de la veleidosa de Socorro? También tendríamos que aguantarla. Cierto día, la ilusa llego a mi habitación a querer platicar conmigo sugiriéndome que si quería, podía llamarle ''mamá'' ¡Dios mío! Mi madre estaría revolcándose en su tumba si supiera que la ando reemplazando por semejante pedazo de escoria, la verdad. Si que estropeó nuestras vidas mi padre casándose con esa mujer... mi vida era perfecta antes comparada con la serie de problemas que ahora representa. Menos mal que ahora que nos dejaron instalados, se irán de luna de miel y al menos estaré unos cuantos días sin verle la cara a esa bruja. Podrá hacerse la mustia con mi papá, pero a mí no me engaña, es mala, agria y seca, tanto que en sus ojos puedo percibir que la bestia ni si quiera tiene sentimientos y no conoce el amor aparte del que siente por el gordo de Lauro, a quien apoya incondicionalmente sin darse cuenta de que está criando un total parásito con cara de pervertido. Me da miedo hasta dormir sin seguro porque ese depravado puede estar acechándome. Robi también lo ha notado. Vaya infierno que se nos ha creado desde que la mentada familia Castro llegó a invadir la tranquilidad de mi hogar.  

Carol.

Nunca creí que mi horrible vida se convertiría en este paraíso. Mi oscuro cuarto sin ventanas se ha convertido en una hermosa y amplia habitación alfombrada pintada de azul, mi color preferido. Mi cama ya no es más un colchón duro, viejo y maloliente, hoy es como si durmiera en una nube, suave y cálido, con almohadas de plumas y frazadas tersas. Tengo hasta televisión, perfumes y ropa. Es un sueño hecho realidad, tengo miedo de que alguien me despierte. Todos los días me alimento como las personas, delicioso y en buenas condiciones, y no solo es lo material; me tratan como nadie jamás me había tratado, incluso la hipócrita tía Soco no le queda de otra más que ser amable conmigo, y aunque sé que actúa, al menos ya no hay más maltratos, Lauro no me ha vuelto a hacer daño, Mateo es una persona amable y simpática y sus hijos, los gemelos Emma y Robi son igual muy buenas personas. Emma parece una princesa, su carita es similar a la de una muñeca, blanca como la porcelana y sus ojos tienen un color verde penetrante y brillante, al igual que los de Robi, enmarcados por largas pestañas. Emma es la mujer más bella que he visto en vivo y Robi es guapísimo, nunca pensé que alguien tan bello y agradable iba a comportarse bueno conmigo...a veces Emma es un poco seria conmigo, pero yo estaría encantada de que me viera como su hermana. Siempre huele rico y siempre está leyendo, y sé que pronto lo haré porque el lindo Robi me enseña todos los días a leer y aprendo rápido, ya que el próximo año haré mi examen de la primaria y planeo convertirme en una profesionista. Pronto me harán cirugía para cubrir mi labio leporino y hoy recibo todas las atenciones que jamás creí, ¡he comprado ropa en tiendas! Y ahora tengo arcilla y pintura para seguir haciendo mis figuras. Al fin Dios se ha acordado de mí. 


viernes, 4 de septiembre de 2015

''Emma''

Capítulo 1. 


Carol.

Era una noche fría, el viento calaba los huesos a pesar de estar bien abrigados. La familia se daba abrazo tras abrazo, ¿qué importaba si eran hipócritas o no? Lo importante es que era un día para disfrutar. Las velas le daban un toque armonioso a la elegante y enorme mesa adornada con muchas copas de cristal, variedad de botellas finas y muchas bandejas con los platillos navideños más deliciosos. Ya era casi hora de la cena y el brindis estaba por empezar, sin embargo, Ana no podía ocultar su expresión de molestia y empezó a quejarse. 

-¡Ya va a nacer! ¡Necesito ir al hospital!

La familia, alarmada y emocionada empezó a revolotear para ponerse de acuerdo en quién sería la persona que llevaría a la joven Ana al hospital, ya que lamentablemente su marido había fallecido meses atrás... La tía Sonia y el tío Pablo, presurosos la ayudaron a subir al auto y se fueron apurados a la clínica mientras oían los quejidos y jadeos de Ana. 

El parto comenzó y sumida en el gran esfuerzo y el terrible dolor que Ana sentía, no pudo reparar en la cara de preocupación y horror de los médicos cuando sostuvieron en brazos a la pequeña, a quien sacaron rápidamente sin ni si quiera mostrársela a la madre. Ana recuperó un poco de fuerzas y pidió ver a la niña, pero los médicos y las enfermeras no hacían más que decirle que esperara.
-¿Salió todo bien?
-Espere, señora. La niña está siendo analizada y le daremos el diagnóstico... además es importante saber si su bebé tenía alguna emergencia médica. 
-¿Es normal esto? ¿Diagnóstico? ¿Acaso mi bebé tiene algún problema?
-No quiero adelantarme a los hechos, así que tranquila. Solo puedo decirle que al parecer es un caso de labio leporino...

Ana no lo podía creer y comenzó a llorar y a preguntarse mil veces por qué esto le sucedía a ella. ¿Por qué? Primero muere Rodrigo y lo único que tenía de el,  ha nacido mal, ni si quiera sabía si la criatura sobreviviría. No entendía por qué la vida parecía ensañarse con ella que parecía que se había deshecho un poco tras la muerte de su amado. 

Unas horas después, la niña fue entregada a sus brazos y aquél momento que debió haber estado lleno de gozo, ternura y emoción, se convirtió en lo que parecía ser un mal sueño, la peor pesadilla... La forma de su cara le pareció espeluznante; parecía estar escurrida hacia abajo, tanto, que incluso los ojos azules de la niña estaban evidentemente caídos y bizcos, sus orejitas solo eran dos orificios rodeados de extraños bultos deformes de carne, y su pobre labio superior, partido, formando un agujero enorme que le llegaba hasta su nariz que también tenía una forma grande y bastante extraña. ''Esto no me puede estar pasando'', pensó la mujer, que no sabía si abrazar fuerte a la pequeña o hacerla a un lado para dejar de ver su imagen que le causaba tanto dolor, desesperación y desesperanza, lo único que tenía de Rodrigo, ella, que esperaba poder volver a ver sus facciones marcadas en el rostro de su primogénita y paradójicamente no era más que una desgracia, y su vida, que estaba cuarteada ya, en ese momento se rompió a pedazos... El doctor definió aquella pesadilla como ''Síndrome de Treacher Collins'' y afortunadamente la niña podía oír y podía ver, aunque no se sabía con exactitud en qué estado estaban aquellos sentidos, solo se sabía que por suerte contaba con ellos. Y, otra ventaja más es que al menos la pequeña estaba exenta de algún retraso mental. 

Y así fue como aquella navidad de 1993 fue, lejos de ser la esperada ceremonia de amor y paz complementada con la felicidad de la llegada de un bebé, se convirtió en una sombría, triste y desgarradora fecha en la que todos, incrédulos, veían con dolor el rostro deformado de la niña, mientras su madre, desde ese mismo día, se metió a su habitación y no quiso salir, la familia la entendió y se quedó al cuidado de la niña, sin saber que al otro día Ana amanecería en el baño, sentada en el inodoro, con las muñecas cortadas con una simple hojita de rastrillo y rodeada de un espeso y brillante charco de sangre. 

¿Qué pasará ahora con la pequeña Carol?


*Esta historia es parte de la novela que estoy escribiendo, de la cuál apenas llevo unas 100 páginas. Trata sobre una chica peculiar llamada Emma, quien tiene un mundo de posibilidades debido a sus grandes talentos, pero con el obstáculo de que está literalmente loca. Tiene un gemelo y una enemiga que puede llegar a ser mortífera a pesar de su estado que incluso puede despertar compasión, esta enemiga es nada menos que Carol, una muchacha con un síndrome que le ha deformado la cara de por vida y quien además es gangosa y logra relacionarse por completo con la familia de Emma. Historias de muerte, sangre, dolor, sexo y locura forman parte de mi trabajo. Espero que lo lean y me cuenten que les parece. Olivia. *

jueves, 30 de julio de 2015

La carta.

Me gusta cualquier lugar donde imagino que aparecerás espontáneamente, doblando alguna esquina.
Me gusta pensarte siempre que me lo permito y que dejo de temer al dolor.
Me encantaría escuchar ese tono de voz... tan agradable, dulce, melódico, hasta seductor, interesante.
Ese tono que queda perfecto para adornar todas esas acertadas palabras, donde increíblemente tu femenina y hermosa voz son capaces de ir de la mano con tus palabras, digas lo que digas, cuando expresas tu enojo, tus razones, tu filosofía, tu dolor, tu alegría y el placer de tus bromas, y tu música, cuando cantas, amo cuando cantas.
Podría pasarme todo el día hablando de ti, pero nadie podría entender tus maravillas en su totalidad, si no te han tenido como yo te he tenido, si no te conocen como te conozco.
Muy a pesar de que lo creas o no, nunca voy a olvidarte.
He tratado de buscar ese fulgor en algunos otros ojos, intento buscar unos tan hermosos, igual o más hermosos que los tuyos, he buscado tu chispa en muchos colores de ojos, en muchos tamaños y formas, en muchos rostros, y sin importar lo que sean, sin importar la mirada que tenga enfrente y cuán hermosa sea, prefiero ver ese par, expresivos, grandes y profundos, aquellos que siempre están hundidos en el cráter delicado de tus ojeras. Ante el sol, me has cautivado mirándome a los ojos, como el color de las nueces. Prefiero mirar la viveza de ellos con sus largas pestañas alrededor, vivaces que parece incluso que están alegres, aunque me consta que por dentro no tienes más luz que una cueva, que creo yo que te recuerdan que tienen vida, más vida aún que la tristeza y la fatiga que se ven de vez en cuando, están vivos, y quién sabría mejor lo que es vivir que quien le pesa la vida, ¿no lo crees?
Me he vuelto adicto, no a tus ojos solamente, si no a tu cara, a toda tu cara, cuando te veo concentrarte en algo y busco tu perfil para poder observar tu pequeña nariz. Es la nariz más perfecta que he visto tan cerca.
Podría escribirte no una carta, si no un libro, un libro completo donde podría hablar de ti desde el prólogo, hasta el final y aún me quedarían palabras para hacerte una trilogía.
Si pudiera nombrar tus atributos, o lo que más me gusta de ti, no podría resumirlo, porque me gusta todo y todo es muy importante, estoy enamorado incluso de tus defectos,los cuales haces que te queden bien y no me explico como logras hacer que a mis ojos, parezcan virtudes.
Me gusta incluso cuando actúas como si fueras feliz, pero más me encanta hacerte sonreír y sin poder evitarlo me contagia tu alegría, es la satisfacción de poder hacerte feliz a ti, mujer sombría, versátil, quien de un momento pasa de polo a polo, a quien si le mueves algún sentimiento, podrías hacerle explotar. ¡Parece que me encanta perder la paciencia! A veces eres tan tierna. A veces en tus manos se puede sentir el amor... y de tus labios tersos, carnosos y rosas de manera deliciosa, se puede percibir la ternura que aunque no digas nada que despida algún sonido de tus cuerdas vocales, aunque no digas nada te juro que se siente. Cuando tu sonríes y bromeas me haces sentir tan pleno, tan tranquilo, como si nada malo existiera en mi vida, todo se me olvida y siento que floto.
Es tan extraño. Y de un momento a otro, parece que estoy con el ser más indiferente y cruel. Que nunca va a enamorarse como yo de ella, porque ella es el humano y yo soy el juguete, el objeto, siempre quise que me observaras usar a los demás, porque muy a pesar de ser un objeto, quería ser tu objeto digno, no parecer tan utilizado, no parecer el entretenimiento de la bella niña que tiene mis hilos entre sus dedos y me trata como títere, que actúa como si me amara para confundirme y que siempre esté allí cuando me necesite. Y yo también tengo sentimientos, siempre los tuve, incluso mucho más que tú, monstruo, pero a mi nadie me mira, en mi nadie piensa, porque no tengo tu cerebro manipulador e innovador, yo no poseo esa inteligencia tan profunda y atrayente, llena de gracia, una inteligencia que no solo es capaz de devorar libros y mover un pincel con las manos de una manera precisa y creativa, que parece increíble que los trazos se hayan hecho en tu mente desde el principio. Por eso, yo siempre y para siempre soy y seré el estúpido. La hermosa bruja de la que me enamoré, puede hacerme ver como el peor incluso cuando ella se está equivocando.
Y estoy terriblemente enamorado, y digo terrible porque eso es lo que es, es horrible, es un infierno, porque ni si quiera me libero, porque tan solo con sacar un poco de tu, no sé si real o actuado juego de amor, me tienes de nuevo ahí, sobre todo y sobre todas, no importa a cuantas mujeres tenga que esquivar para encontrarme de nuevo con tu mirada y tu estrecha cintura, que cuando abrazo me llena de amor al percibir su tamaño y la fragilidad de tu cuerpo.
Te odio.
Ya no estoy encantado con tu belleza física ni solo fascinado por los hoyuelos de tus mejillas cuando sonríes, ahora encontré a una persona tan especial que me hizo quererla y aferrarme a cada una de sus características, y luego me desanimo y me desespero al saber y darme cuenta de que nadie cumpliría al pie de la letra con todas esas cosas que yo espero de una persona. Mi mujer ideal lleva tu nombre, lleva tu cara y lleva tu mente con todo y su veneno.
Para ti todo fue tan divertido, tan pasatiempo, tu me usas de pasatiempo mientras para mi si pasa el tiempo. A mi si me dolía cada fibra que tocabas en mi y cada palabra dulce que me robabas, ¡yo las tenía guardadas para otro momento! Para otra persona que las mereciera.
Debo de estar loco como para sentir cierta fascinación por tu desequilibrio mental.
A mi incluso me gusta sentir el relieve de tus cicatrices esparcidas en tu brazo. Me gustan porque son parte de tu tersa y clara piel luminosa y con ese olor a vainilla. Las acariciaba y con eso me convencía con que realmente eras sensible, porque esas cicatrices eran de dolor que has pasado, entonces suspiraba con calma con esa idea de creer que tenías sentimientos.
No sé como pude estar tanto tiempo cegado. Yo solo fui tu entretenimiento en lo que encontrabas algo bueno, incluso me dejabas en el olvido para probar suerte con otros pobres ilusos, quienes son incluso menos ilusos que yo, yo me llevo el premio por haber perdido tanto tiempo contigo.
Y tú para mí, eras la mujer que yo pedía y solo quería que te dieras cuenta, y seguía y seguiría a tus pies en lo que espero a que lo notes. Y si morimos sin que lo aceptes o lo sientas, no me importaría con tal de morir contigo, pero eso qué importa, al parecer tu puedes olvidar y no era yo tan importante, solo quizá muy divertido, ¿verdad? Esa es mi conclusión. Fui muy entretenido.
No quiero que seas feliz esta vez. Quiero que no te guste ninguna relación, porque siempre que eso pasa, regresas conmigo y eso para mi es una nueva oportunidad. No quiero que seas feliz, pero no quiero que regreses a mis brazos con nuevas cicatrices, como siempre ha sucedido. Cuando observo nuevas cicatrices, se me estruja el corazón y mi alma llora, quisiera poder curarlas, daría lo que fuera por demostrarte lo que no hice. Pero siempre llego tarde. Perdón por las que han estado en tu lugar en el lecho en tu ausencia, lo hago para olvidar. Y cuando las miro a la cara, no hay alguna que no repudie por el simple hecho de que no son tú. Te odio. O más bien, odio que no me ames. Sigue utilizándome como todos estos años, pero úsame, no quiero ser el objeto empolvado y abandonado, aunque ya me has roto y cada vez parezco estar más desgastado. Te amo.

Ojalá no tardes mucho.

Sin calorías.

Acabo de salir de la tienda de ropa, esbozando mi sonrisa más amplia. Me ha quedado grande la talla 22 y he tenido que comprar mis pantalones en el área de niñas. Mi mamá está molesta y me regaña por lo delgada que estoy, sin embargo yo no sé como disimular mi felicidad... Este es mi sueño, hecho realidad. Vestidos pequeños, blusas cortas y trajes de baño que puedo ponerme sin morir de la vergüenza. La gente comenta que soy flaca por todos lados, y yo, como siempre, ya no sé como disimular mi sonrisa. Parece que fue ayer cuando ilusa y desesperada, imaginaba estar dentro de un cuerpo notablemente delgado, sin embargo, hoy, parece que desperté del sueño y al abrir mis ojos, me he convertido (casi) en lo que siempre soñé. Cuando camino, mis muslos no se rozan, y me miro en el espejo con cierta felicidad; ya existe un agujero entre mis piernas, y al tocar mi abdomen se sienten mis huesos, mis clavículas se marcan y mi cara está chupada y demacrada. Mas no pienso parar de adelgazar. Basta con mirar unas cuantas fotos de chicas delgadísimas, basta con que en la calle me cruce con todos esos gurús de la delgadez, e inmediatamente, entiendo que no soy suficiente. Necesito más. Mi ánimo empieza a irse cuesta abajo, y al llegar a casa, he vuelto a mirarme al espejo y comprendo que ni si quiera mi propio cuerpo he podido moldear a mi antojo. Ni si quiera mi propio volumen puedo controlar, Mi vida es regida por cualquier cosa, menos por mí, mis deseos no son cumplidos, mi vida no es como debería ser. Desesperada, con las uñas rasguño mis brazos hasta sacarme sangre, porque las ganas de ir por la navaja son insoportables, sin embargo, eso tenía que parar. Golpeo mi cabeza con mis puños y termino ahogándome en mi llanto tratando de no hacer ruido. Ya no conozco el hambre. La comida parece quemarme por dentro y parece que quiere salir forzosamente y hace presión en mi garganta. No importa si es una fruta, una ensalada o café; Corro a vomitar. No sé como explicar lo que siento. Estoy feliz de ser delgada, pero vivo infeliz porque odio tener que comer. ¿Por qué tengo que hacer eso para no morir? Me encanta esa sensación de ser yo de las pocas personas que pueden vivir sin antojo, sin comida y sin grasa. Ser más fuerte que mis necesidades fisiológicas. Tener una etiqueta luminosa que me destaca de toda esa bola de glotones y obesos que me rodean. No me entiendo. Los coágulos de sangre salen cuando vomito, mi estómago me arde, mis riñones no me dejan si quiera moverme, tengo derrames en los ojos, los doctores me presionan y yo sé que soy una mierda que quiere morir, pero lo hago a mi estilo y estoy eligiendo mis propios métodos. No quiero ser tan presa del destino ni de la vida, ni de aquellas casualidades espantosas que nos pueden hacer morir presas de enfermedades que no son tan buenas y placenteras, como morir de delgadez. Siento que en la vida solo se puede ser feliz a medias, vivir a medias, ¿Qué mejor manera de estar medio muerta? Mato mi interior y mi cuerpo sigue vivo poco a poco, y entre mis sentimientos medio secos, aún existe un poco de luz cuando miro la báscula bajar. Mato mis emociones poco a poco a medida de que mi cuerpo también muere...
Y me doy cuenta, que incluso en el fondo del infierno, se puede ser un poco feliz.
Que aun con el rostro cubierto de lágrimas y llena de cicatrices, mi sonrisa puede contrastar toda esa miseria a medida de que paso mis dedos en el relieve de mis huesos salidos. 
Voy caminando hacia la tumba... ¿Caminando? O más bien, dando brincos de felicidad. 
Guiada por mi egoísmo, me he olvidado de que a mi alrededor hay gente que me quiere de verdad, pero basta con hacerme daño en medio de un ataque de cólera, para activar sus luces rojas y que todos, estén ahora ahí, tratando de salvarme de la entropía. 
No entienden que soy una enferma feliz, que se siente en contra del sistema, quien cree tener el control de su vida miserable, y a quien de su mente pueden escapar ideas bastante creativas que me ayudaban a hacer arte. Y si moría, podría haberlo hecho con una sonrisa. Sin embargo, mis impulsos me hacen hacer tonterías al punto de medio matarme, tanto que las personas se dan cuenta y no pueden evitar tenderme una mano; lógicamente, ellos no saben como ayudarme, pero para no quedarse con la culpa, han corrido con los psiquiatras, alarmados por mis cortes que han necesitado más de diez puntos de sutura. Es increíble que sea tan intolerante a la rabia, y cuando empiezo a sentirme demasiado furiosa, no puedo hacer más que satisfacer mi sed de violencia, y si no me es posible desquitarme con alguien más, cegada por el ímpetu de mi coraje y los fantasmas que por momentos se adueñan de mí, no puedo evitar atacarme. A veces, las voces gangosas y aturdidoras de mi cabeza, se escuchan cada vez más fuerte hasta que no puedo callarlas con nada, se mezclan con mi realidad, y empiezo no solo a oírlas, si no que también las huelo; es un olor putrefacto. Empiezo a sentirlos, parece que me tocan, en mis oídos puedo sentir la calidez de sus alientos, incluso, después ya puedo verlos; empiezan a meterse a los cuerpos de la gente a mi alrededor cuando ellos me hacen enojar, mi voz interior, Samuel, entra en sus cuerpos y puedo ver sus bocas articulando las palabras venenosas, aturdidoras y asquerosas de Samuel y el resto de sus amigos, y empiezo a odiarlos con todo mi ser. Lloro, grito, me golpeo, quiero escapar y no puedo. Me siento encerrada, pierdo la cabeza y me hago daño. Me estaban pisando los talones, me perseguían y me atacaban con todo lo que saben de mí.Cuando me doy cuenta de todo el show que armo, vuelvo en si y me arrepiento tanto, que incluso me siento capaz de cambiar, y con mis propios pies y de la mano de quien quiera ayudarme, me encuentro justo afuera del consultorio del psiquiatra  y vuelvo a estar a merced de el y de los medicamentos que me quiera recetar. De nuevo vuelvo a estar controlada por ellos, y a pesar de que empiezo a cambiar y los pensamientos negativos comienzan a abandonarme, me empiezo a sentir culpable por lo mucho que hago sufrir a mis seres queridos, y por ellos empiezo a seguir el tratamiento y empieza a limpiarse la mierda que tenía en la cabeza. Las voces ya solo las escucho en la noche, cuando me despiertan, pero ahora yo soy más fuerte y puedo ignorarlas sin perder la razón. Me vuelvo una persona con sentido común, pensamientos a futuro y un poco más de tolerancia, incluso con mi propio cuerpo. Al principio, me daba miedo comer porque sufría de espantosos dolores estomacales, pero poco a poco mi estómago volvió a acostumbrarse a la comida y la digestión, las medicinas logran que me sienta menos miserable y no lo suficientemente infeliz como para que decida dejar de comer por completo. Empiezo a llevar una vida cada vez más normal, y todo va bien hasta que me miro al espejo y descubro que poco a poco, el esfuerzo que hice y mis noches de tripas escandalosas se están yendo a la basura; el cuerpo tan delgado que tanto trabajo me costó obtener, ahora se rellena poco a poco sin ninguna consideración, así que desesperada y aterrada por volver a ser la misma gorda de antes, me hacen hacer ejercicio sin parar, y miro fotografías de mujeres con cuerpos bellos sin rozar la enfermedad, y trato de plantearme eso como meta y sacar de mi cabeza todos aquellos pensamientos y anhelos raros de querer ser una persona esquelética. A pesar de estar mejor, no puedo ni si quiera jactarme del mérito porque hay algo que me molesta y me dice que todo es gracias a las medicinas. Aunque quiera alegrarme de ser alguien diferente para bien, me entristece pensar que estoy perdiendo partes de mí, me esfumo por pedazos, y en el fondo no me odiaba tanto como para querer que mi espíritu se escapara poco a poco. 

miércoles, 29 de julio de 2015

Demasiado tarde.

Yo y mi eterna obsesión contigo. Dicen que existe el primer amor y le siguen los demás, pero yo, estúpida y anormal, no he podido dejar ir a mi primer amor. ¿Primero? Segundo, tercero, cuarto... Tantas veces has venido a remover mis sentimientos, mis dudas y mi corazón, que la verdad es que no solo fuiste mi amor una vez, lo fuiste toda la vida, al menos hasta hoy, que sigo pensándote, que sigo acordándome y que sigo hablándote. Yo y mi eterna obsesión contigo. 
Te vi por primera vez aquella tarde, esperándome en el centro comercial. No te conocía, ni tú a mí, al menos no en persona, pero sabíamos que nos habíamos caído bien. Y te vi, alto, con tu cabello un poco largo, y he ahí el momento en el que me encontré con mi fascinación que me llevo a la perdición de mi orgullo; el par de ojos verde como el pasto, enmarcados con largas y copiosas pestañas, aun más brillantes y aun con más historias que como se veían en tus fotografías. Te he escrito tanto y mis dedos te han dedicado tantas letras y tantas formas, que podrías ser la Gala de mi Dalí. Y tú, eres ese agraciado hombre guapo y despampanante, que además de todo posee una personalidad que me eriza la piel. ¿Por qué? Tal vez no he vivido enamorada, pero he vivido tan frustrada y con dudas punzantes que me avergüenzan y reprimen mi corazón orgulloso, que al temer no ser correspondido, se ha limitado a dudar, a suprimir y a sentir, a su vez que para no explotar, te concede textos y textos, dibujos y hasta música. 
Creo que si no hubiera sido por el contrafuerte de tu apatía y a veces amor que me hacían confundir, tal vez yo no sentiría nunca esta sensación de pertenecerte y de que me pertenezcas sin ni si quiera poseer un título esencial. Nos queremos sin poseernos, nos tomamos de las manos sin cerrarlas, nos encerramos sin puerta, nos retenemos sin ataduras. 
Te veo despabilado, pero al final sigues estando aquí, aunque nunca supe si era mi cara, mi cuerpo, el cuál tú siempre quisiste y gustaste de el sin importar cuanto pesara, o si fue mi actitud o mi persona, hasta que llegó el momento de separarnos para siempre. Ni el tiempo, ni las personas que pasaron por nuestro lecho nos hicieron perder la conexión en nuestras pieles, los sensores volvían a activarse piel a piel, más esperaba que pudieras oler en mi piel esa pizca de amor mezclada con mi constante melancolía y aquél toque de miedo, miedo de que entraras más a mi vida, o miedo atroz a que salieras de ella. 
Dejo que se me escape de las manos el calor de las tuyas, pero en cuanto empiezan a sentir frías, las vuelvo a buscar; y solo las tuyas, que tienen aquél equilibrio en el temperamento, el clima perfecto, no me siento encerrada ni sofocada, y sin embargo tampoco llegué a sentirme helada. 
Todo ese tiempo callé, deslumbrada por tus talentos y tu gracia, pero sin saber qué hacer en la oscuridad de tus defectos, que me envolvían a medida de que mi vida se mezclaba con la tuya. No te dije nada hasta el final, cuando el tiempo y la seguridad me hicieron libre; cuando lloraste al verme partir, cuando me expresaste todos y cada uno de tus sentimientos hacia mí, ese momento en el que me abriste los ojos y me mostraste la galería de dibujos y de más arte que había nacido inspirado en mí, ese momento en el que me mostraste todo lo que me escribiste, todo lo que hiciste para mí que estaba casi segura de que esos detalles no existían, y cuando tus amigos me rebelaron tus desvelos y borracheras añorando a nadie más que a mí, cuando tus labios se abrieron para decírmelo todo mientras tus ojos de luciérnaga se fijaban en mi mirada, me dí cuenta de que estaba ahí, todo lo que siempre quise obtener de ti; me querías más que a nadie, y yo siempre lo supe, pero mi desconfianza no me permitían aceptarlo, y cuando al fin me sentí inequívoca, también pude pronunciar algunas palabras que te demostraban cuánto me has importado todo este tiempo. Sin embargo, ya era el momento de decirnos adiós, y en ciudades diferentes, terminamos distanciados, limitándonos a escribir lo mucho que nos extrañamos y lamentándonos los dos, aquellos 7 años de amor a medias en el que quizá pudimos serlo todo, aunque quizá solo hubiera durado un momento. ¿Arrepentirnos por no haber dejado los rodeos atrás y entregarnos por completo, sin miedos? ¿O alegrarnos de que quizá la duda fue la que hizo que no pudiéramos abandonarnos jamás por aquél gusto extraño hacia lo desconocido? Tal vez ya no importe.