domingo, 26 de octubre de 2014

Para Samuel.

Fue una voz de hombre que empezó a hablarme hace unos años. Primero aparecía en la noche, pero hoy aparece todo el tiempo. Siempre me regaña y me recalca lo que hago mal, y además me menosprecia. Me habla de como fracasaran mis planes, me habla agresivo, a veces no hago nada malo y solo tiene ganas de insultarme. Después, empecé a sentir su aliento en el oído, como si realmente alguien me estuviera hablando. Por la noche, cuando estoy a punto de dormir, su voz me despierta para molestar. Nunca me ha dicho nada alentador.

No le des a una persona más capacidad de análisis.
No dejes que deje de creer las palabras lindas.
No permitas que deje de creer en los que la rodean.
No le muestres lo enfermo que está el mundo.
Hazle creer que saldrá pronto. Que imagine que será feliz.
Haz que viva una vida sin pesimismos, que siga el camino que le trazan los maestros.
Haz que piense que su cuerpo luce bien.
Haz que ame su rostro.
Haz que crea en la amistad.
¡Que confié en los demás!
Que no se guarde todo, que no exploté, que no saque todo de una vez.
Que lo saque por partes, para que la soporten
Que nadie la deje sola, haz que viva.
Haz que ame y que confíe.
Hazla simple y nunca destruyas sus ilusiones.
No le borres su visión al futuro.
Sin visión al futuro ella no sabrá a donde llegar.
Nunca le diste nada.
No sabe a dónde se dirige.
Se está asesinando y no le importa.
Cree que es joven y capaz.
Cree que pasará cuando crezca.
Cree que solo es problema de adolescentes.
¿Y si su demonio crece?
¿Y si sus huesos se rompen?
¿Y si sus ilusiones se evaporizan?
Ojalá todo viniera con un instructivo.
‘’Hey, oigan, cuiden a esta niña, cuando entre a la adultez estará completamente LOCA’’
Nadie te lo dice.
Solo un día ya no eres la misma.
Solo está esperando para entrar, el demonio.
Cuando estés más susceptible y ociosa, entrará el con ventaja.
Porque el no respeta reglas ni justicias, el solo quiere a todos a sus pies.
Me ha manipulado para ser como el.
Como Samuel.
El vive en mi mente y me recuerda lo inútil y patética que soy, subrayando siempre los errores de mi vida y las partes más oscuras y deprimentes de ella.
¿Cómo puedes vivir con Samuel?
Maldita sea la suerte donde alguien conoció a su Samuel, aunque se llame diferente o no tenga nombre.
¡Hey!
¿Recuerdas, vida, cuando mi mamá vio mi rostro por primera vez?
¿Recuerdas lo que dijo mi papá cuando me cargó junto a ella?
¿Recuerdas su cara de emoción? ¿Lo que dijeron, y lo que esperaron?
Ellos no querían esto que soy.
Ellos fueron buenos, fueron fantásticos.
¿Por qué LOS CASTIGAS???
Quien quiera que seas, dios, no sé a qué juegas.
Soy yo, si dicen que las vidas realmente graves, consisten en perder mis extremidades o tener una enfermedad terminal, aquella que  surge después de que me has dejado construir una vida llena de flores, ¿por qué no sólo me diste una enfermedad y definiste una fecha de muerte?
¿Por qué en vez de eso, contaminaste tanto mi cerebro para que fuera capaz de ser terminal al grado en el que se volvió un botón de autodestrucción que puedo apretar con un cortón de venas en un ataque psicótico?

Creo que soy la antagonista de mi propia película, ni si quiera tengo el honor de ser la protagonista, porque tú, maldito fantasma y maldito dios ‘’regidor de la tierra’’ quién es más injusto y sádico que nadie, a quién le gusta ver sufrir al mundo, decidiste mandar a la tierra a tus demonios, disfrazados, de cuerpos.
¿Por qué mi cuerpo y por qué mi entorno?





¡ASFIXIA!

¿Por qué en mi pecho hay tanto dolor?
¿Por qué mi corazón se exprime?
¿Por qué puedo sentirlo?
Siento esa maldita sensación amarga que entra junto con una ola de pensamiento negro, ahumado con recuerdos, con partículas volátiles del trauma…
Me oprime, me siento triste, se me anuda la garganta, se me tapan los poros, mis lagrimales intentan contener las gotas ácidas, me siento triste, me siento extraña, no sé qué me pasa.
Mi cuerpo estorba, mi piel siente cosquillas molestas a cualquier roce, mis ojos se apagan y sólo…
se encienden con la luz de las lágrimas…
mi cuerpo me intriga, a mi cuerpo lo odio, lo siento gramo a gramo, no soy suficiente, la vida no quiso dármelo todo, ni si quiera una parte, ¡No soy nadie!
Estoy muerta, estoy podrida, estoy desgarrada por dentro.
Mi alma se pudre, mi cuerpo se inunda, puro ácido, ácido gástrico, ácido alucinógeno, ácido me sabe la vida y me muero.
No puedo, no puedo tomar eso, me hace muy mal, me pone muy triste, las lágrimas resbalando por mi mejilla avanzan hasta mi barbilla, cosquillas como caricia compasiva, las siento.
Mi corazón es aplastado por la mano invisible, mi cerebro está siendo amasado por fantasmas indeseables, mi boca se pasma, mis dedos avanzan.
Mi estómago se purga, pero mi alma no. ¿Cómo saco esto? Está enterrado, esta adherido, ya se unió al gas multicolor de mi personalidad, ahora hay negro, hay aire negro, me ahogo.
Soy triste, soy mares, soy mares sin fronteras, fronteras que no me fijan una meta, no veo meta, no veo sueños, no veo… ¡nada!
Si dios existiera, aún así lo aborrecería. Gracias por crear las guerras y gracias por hacer este mundo, donde todos mueren por igual, donde nadie sabe su final, donde nadie sabe la pesadilla que les tienes preparadas.
Mi cerebro se llena de puntos blancos, como un manto de caballete limpio, donde puedes trazar lo que sea. Los puntos blancos donde mis manos trazan lo que mi cabeza percibe, son dolor y desesperanza, son final y son muerte, allá me lleva mi locura, a lo blanco, donde mi perturbada mente solo puede trazar figuras confusas, deprimentes, negras y apáticas.
¿Voy a reencarnar? ¿Qué número de vida estoy viviendo? ¿Esta es la peor, o me esperan más?
¿O cuando muera me llevarás a tu paraíso a vivir eternamente? Pensar eternamente, me suena a tu infierno, ¿acaso no podremos nunca descansar en paz?
Soy presa de la catástrofe, es como un mimo moviendo mis emociones como su títere, ella sabe lo que hace, ella fue mi personalidad anterior, está triste por su pasado y me está castigando.
¿Sabes qué es lo peor? ¿SABES QUÉ ES LO MALDITAMENTE PEOR?
Soy una persona atractiva, inteligente, querida, capaz y fuerte.
Pero lo llevaron al mal, es como todo eso a la potencia de lo maligno, soy un monstro destructor, para todos los que me rodean y para la cosa asquerosa que más odio, la que más problemas me ha causado, la que me ha hecho ahogarme, no en un vaso, si no en una gota de agua, eres tú, mente, mi cerebro, ¿quién te contaminó tanto? Yo misma. Tú te adueñaste de lo único que tenía.


 ¡MI CEREBRO!

viernes, 24 de octubre de 2014

Diario de alguien [2]

La evaporización de Valentina.

Después del incidente de Toño, el alma de Vale ya se había ido... Tal vez, fue ella quien me mantuvo viva hasta el día de hoy, ya que, podía ver reflejada la destrucción de mi cuerpo, en su cuerpo. Ella medía más o menos 1´63 y pesaba ya como 35 kilos. Yo pesaba 34, pero medía 1,56. Estaba ya muy acabada, tan delgada que parecía que se rompería apenas la tocaran. Su cabello castaño había perdido su brillo, su piel que antes parecía terciopelo, ahora se veía reseca. Su mandíbula se veía más que el resto de su antes hermosa cara. Sus ojos miel ya estaban bien apagados. Sus labios rojos ya eran pálidos
Prácticamente, ya no hablábamos con nadie en la escuela. Todos habían sido mis amigos, pero ahora, con trabajos y los saludaba levantando las cejas. El acuerdo era comer 500 kcal al día, entre las dos, con la promesa de dejar de vomitar. Yo quería que se recuperara, deseaba tanto verla salir, que no me importaba esforzarme por salir yo también del hoyo en el que, básicamente me encantaba estar. Yo no sentía a la muerte tan cerca de mí, pero si cerca de nosotras, siguiéndole a ella, a Valentina. Servía en el recreo un poco de ensalada de atún con vegetales, un pedazo de pan integral y yogurth o leche, además de un dulce. Me sentaba y le entregaba sus alimentos con la mejor de mi caras, y le animaba cuando veía que ella no quería comer. Incluso, comía yo con más rapidez y gusto para que ella pensara que no era tan malo, aunque por dentro, cada vez que tragaba sentía que me moría, y aquel bocado que se deslizaba en mi garganta, era el que a mi me urgía sacar. Pero me aguantaba esos deseos y me fumaba algún cigarrillo en espera de dejar de sentir el molesto alimento en mi tráquea.
Yo siempre supe que todos en la escuela sabían sobre los problemas que teníamos Valentina y yo, no porque lo dijéramos, si no porque se notaba en nuestros flacuchos y enfermos cuerpos, sin embargo, trataba de no hacer caso a los chismes ni hablar de ellos, hasta que un estúpido se le ocurrió hacer una broma en una fila de paletas, que hizo que mi amiga se pusiera a llorar. Me enojé tanto que estampé mi puño en su cara y me llevé a mi amiga, dejando al muchacho sobándose su sangrante nariz.
Todo el martirio del día parecía haber acabado, hasta que a lo lejos, vi aparecer a Daniel con un amigo suyo. No supe si huir o esperarlo ahí, temiendo que su impertinencia hiciera que mi amiga se diera cuenta de que había algo entre nosotros. Pero fue ella quien tomó la decisión.
-Mira quién viene allí...justo lo que necesitaba para arreglar mi día.
Tragué saliva y le recé para que Daniel no cometiera una indiscreción. El comenzó a sonreírme directamente desde antes de llegar. Y lo peor fue cuando estaba en frente de mi, rápido me abrazó fuertemente ignorando completamente a mi amiga sin ni si quiera saludarla. Me solté de el lo más rápido que pude y le indiqué con los ojos que saludara a Valentina, y el, después varias señas, captó lo que le decía y saludó con simpleza a mi amiga, volviendo a ponerme atención a mi. Ella nos miraba con desilusión y yo solo deseaba que mi inoportuno novio secreto se fuera ya. Pero el no se conformó con su metida de pata, si no que decidió arruinarlo aún más sacando un collar de su bolsillo.
-Mira, yo lo tejí e hice la medalla de alambre para ti.
Hubiera querido abrazarlo en ese momento, sin embargo, tomé el collar y lo miré de la manera más indiferente que pude.
-Gracias.
-¿Gracias? Un beso aunque sea, ¿no?
-Ay Daniel, es que...
-Olvídalo, nos vemos luego.
Y se fue, sin decir nada. No sabía que decirle a Valentina, quien me miraba, supongo que esperando una explicación. Yo no dije nada y seguí caminando a su lado.
-Debí haberme dado cuenta de que la que le gustaba, eras tú.
-No le gusto... solo somos amigos, ya ves que vive por mi casa...
-Si, claro. Lo que más detesto de la situación, es que me hayas mentido y nunca me hayas dicho nada sobre el. Me lo ocultaste siempre y encima dejaste que me siguiera ilusionando. Eres muy hipócrita.
Diciendo esto, me dejo con las palabras en la boca y se fue rápidamente a su casa, dejándome muy triste y confundida. Lo más fácil era terminar las cosas con el, pero no era tan fácil...¿qué haría sin el?
Ese día, el no me llamó por teléfono como era su costumbre. Tampoco por chat. Ni tampoco Valentina respondía mis llamadas o mensajes. Todos me odiaban ahora. Yo decidí hablarle a Daniel y decirle que no había sido mi intención ser tan seca. Entonces le expliqué mi motivo real y el lo entendió y dijo:
-No es tu culpa, aunque tú nunca me hubieras hecho caso, no significaba que yo me enamoraría de ella. No tienes nada que ver.
Pero el no entendía que involuntariamente, la había herido y ahora no me quiso hablar en todo el fin de semana... ¿habrá estado comiendo bien?
Lo supe el lunes que la vi. NO. Por su puesto que no ha estado comiendo bien y por su puesto que se veía triste.
La vi en el receso sentada en una banca, sola. Llegué a su lado.
-No creo que debamos dejar de hablarnos solo por un hombre.
-Lo dices porque tú eres la que gana. Como siempre. Yo me llevo la peor parte de todo, como siempre.
No supe que decirle, pues tal vez, ese reproche me sonaba a realidad...
-Lo siento, Vale. No quise decírtelo porque es importante para mí...perdóname. Se dio sin querer, yo ni si quiera lo esperaba. Solo empecé a quererlo y no te lo dije porque tampoco quiero dejarlo. Yo te juro que ni si quiera planeaba quererlo...
-Ok, lo siento, quizá no es tu culpa tener mejor suerte que yo, no es tu culpa ser más agraciada. Supongo que tú mereces ser más feliz que yo, eres tan especial, que ni si quiera yo puedo evitar quererte. No dejaré de hablarte, pero, no quiero volver a saber nada al respecto de Daniel, al menos hasta que lo olvide y pueda, simplemente reconocerlo como tu novio.
-Ya no será mi novio, Vale.
-Si lo será, porque no soy nadie para quitártelo. Yo fui la única que se enamoró de el, el no hizo nada para enamorarme.
­­­­­­­-Nunca me sentiría cómoda y en paz haciéndote esto.
-Ya lo estabas haciendo, ¿cuál es la diferencia? ¿que ya me di cuenta? En fin. Lejos de molestarme, me alegro de que al menos una, tenga su vida menos patética y vacía que la otra. No me hagas caso.
No sabía qué hacer para eliminar ese tono seco y de reproche que escapaba de su boca. Ya no había disculpa válida para enmendar el daño. No había disculpa que terminara con todo lo mío con Daniel, ni disculpa que hiciera que el se enamorara de ella. Tampoco quería que el dejara de quererme. Apenada, solamente agaché la cabeza sin saber decir nada. Ella volvió a hablar.
-Lo de nosotras debe seguir siendo igual que antes. Relájate. ¿No has conseguido cristal últimamente?
Con tal de sentirme perdonada, le dije que conseguiría al día siguiente. Aunque siguiera sin comer, aunque se siguiera asesinando a sí misma y yo la estuviera ayudando. Siempre seré lo suficientemente egoísta como para dañar directa o indirectamente a alguien, con tal de sentirme en paz. Aunque los psiquiatras hayan dicho que mi amiga tenía principios de esquizofrenia y que por ningún motivo debía consumir drogas o alcohol. Pero si, conseguí su cristal.
Nunca sabré si ella ya estaba enferma, o fueron las drogas quienes desataron su enfermedad...al principio, creí que encontrarla una o dos veces llorando en los baños asquerosos de la parte más vieja y abandonada en la escuela, perdiendo totalmente la razón, tirada en posición fetal en uno de los baños, con la cara cubierta de lágrimas, mocos y sangre, pues se rasguñaba a sí misma y golpeaba su cabeza, tal vez con la pared. Yo siempre debía entrar por ella, valiéndome nada que los maestros no me dejaran pasar a verla porque no me creían que había alguien, pero sin embargo, siempre terminaba sacándola yo misma de allí, no sin antes limpiar su cara y tratar de regresarla al mundo que estaba pisando. Cuando recuperaba la cabeza, se aguantaba un poco las ganas de llorar, y en la calle, lloraba un poco más, hasta llegar a casa desahogada, creí que ese era el único problema en su día, sabiendo en el fondo, que estaba peor de lo que parecía.
Sus escapes al baño abandonado, se volvieron cotidianos. Todos los días, la iba a levantar del suelo, hecha una demente, diciendo incoherencias y gritando desgarradoramente.  Todo eso se hizo bastante tedioso y la escuela terminó dándose cuenta. La situación, empezó a volverse insoportable, a pesar de que yo intentaba ayudarle. Dejé, durante esos días, de ver a Daniel y me dediqué a pasar tiempo con ella. Sentía que debía cuidarle, no sé si era la culpa o el cariño, o el cariño, mezclado con culpa. Ya ella era incapaz de estar bien, ni si quiera podía actuar bien en el salón, como siempre lo hizo. Ahora, se dormía en clase o hundía la cabeza entre sus brazos y lloraba quedamente, nadie se daba cuenta hasta que le llamaban la atención por dormirse. En cualquier ocasión donde yo no estaba con ella, (que era la única que le prestaba atención en la escuela), siempre se iba a esconder a los baños. De hecho, yo misma tuve que ingeniármelas para hacer un huequito donde pudiera entrar entre la maya metálica que rodeaba ese lugar olvidado en la escuela.
Pudo haber seguido todo así, de no ser porque incluso yo, me di cuenta de que ella ya no era capaz, al menos por el momento, de vivir una vida normal. Aclaré eso cuando fui, como muchos otros días, a recogerla del suelo de los baños viejos. Pero esta vez, no era igual de horrible que siempre, si no, que fue mucho peor. De su frente brotaba muchísima sangre, la taza del baño estaba manchada por ese rojo, se golpeó fuertemente a sí misma en la taza. No estaba gritando ni rasguñándose la cara ese día, solo estaba sentada, con la cabeza colgada y los ojos entrecerrados, susurrando cosas extrañas, como si hablase con un fantasma:
''Quiero que te vayas ahora. ¿Ya estás feliz? Espero que te vayas ahora''
Esta frase, más o menos, es la que más recuerdo y la que más claro pude oír, sin embargo, ya no había tiempo para seguir investigando más. Su cara estaba cubierta de sangre y sus piernas, llenas de profundos cortes hechos con pedazos de vidrio. Su uniforme estaba empapado de rojo. Fue tan aterrador, que hasta la fecha me pregunto, ¿qué estaba haciendo yo en ese momento donde ella me habría necesitado?
Ya ella no me miraba a los ojos ese día. Sus ojos ya no estaban llenos de lágrimas como solía verlos. Ahora estaban, simplemente, total y completamente apagados. Su mirada decía todos los estragos que sucedían dentro de su cabeza. La levanté y la saqué del baño, casi cargando. Otra amiguilla mía, Fanny, me estaba esperando y corrió histérica a nosotras cuando me vio salir con mi ensangrentada amiga. Sin hacer caso a las preguntas hostigosas de Fanny, saqué mi teléfono y sin pensar mucho, llamé a la ambulancia, mientras la cabeza de mi pobre amiga se recargaba en mi pecho, inconsciente.
En pocos minutos, estaba rodeada de todas las personas que seguían en la escuela, y después, la ambulancia y los padres de la delirante Valentina. Se la llevaron y sus padres subieron con ella, y yo, con mi uniforme manchado de sangre, me marché a mi casa, después de haberles gritado insultos a los metiches compañeros hipócritas que rodeaban la escena como si fuera un maldito show de festival escolar.    
Valentina tenía una falla intestinal grave y unas taquicardias del demonio que podrían parar su corazón en cualquier momento. Tenía una severa desnutrición, cosa que sorprendió a sus terapeutas psiquiátricos, ya que ellos dijeron que las vitaminas que le dieron la repondrían en unas semanas. Yo ni si quiera sabía que estaba tomando vitaminas, así que supongo que jamás lo hizo. En tan solo 12 días sufrió suturas que provocaron sus profundos cortes con el vidrio, además de una operación de intestino en los que tuvieron que cortarle y extirparle un pedazo de el. Ella ya no iba a ser gorda nunca nunca más, ya que esa grave falla intestinal, haría que jamás pudiera comer como una persona normal, por lo tanto, jamás engordaría. Además de ser alimentada vía intravenosa y usar silla de ruedas porque sus huesos estaban bastante dañados y además, ni si quiera tenía fuerza para moverse. Después, el diagnóstico sorpresa de una enfermedad de transmisión sexual que no vale la pena ni si quiera mencionar, me hizo preocuparme aún más de lo que ya estaba. ¿Había sido culpa mía por convencerla de ir con Toño? Supongo que si.                                                                                                                                                                                 

miércoles, 22 de octubre de 2014

El diario de alguien.

Luz roja. (2005)


Todo ha sucedido sin darme cuenta. Yo era totalmente diferente, no siento que haga algo incorrecto. Siempre he comido dulces, pan, helado, simplemente siempre he comido lo que me apetece, cuando me apetece. ¿Qué no es normal comer cuando tienes hambre? Pues yo siempre he hecho eso, pero ahora ya no es como antes, ahora engordé. ¿Por qué? No lo sé. A veces mi mamá dice que es ''el crecimiento'', pero yo ya no le creo porque siempre me está molestando y siempre se está burlando de mi y haciendo comentarios que me ridiculizan por ser una gorda. Sus hermanos igual, siempre soy la burla de la hora de la comida. Ya llevo tiempo, como un año, con este cuerpo extraño que, si comparas las fotografías de antes con las de ahora, parece que no es mío. ¿Como conseguí tanta grasa en este tiempo? Mñe. 

Yo, hace un tiempo no me notaba tan gorda. Pensaba en eso, me gusta como se ven las niñas delgadas, y siempre supe que no estaba ya más como ellas, pero trataba de imaginarme que aún así lograba verme bien y que no estaba tan lejos de ser flaca. Mi papá dice cosas que debo aceptar aunque no me gusten:

''¿Por qué no adelgazas? Eres una niña muy bonita, pero te gusta estar toda panzona.

¿Por qué no haces ejercicio? Por floja, ahora eres gorda y cuando crezcas querrás adelgazar y ya no vas a poder. Ve a tu mamá, ni si quiera fue gorda de joven y ahorita ya es gordita, tú vas a ser el triple. 
Ahorita como ni te interesas en los chavos ni nada, ni te importa ser gorda, pero después no te gustara.
Vimos una niña muy bonita, se parecía mucho a ti, solo que bien delgadita. Así te verías si adelgazaras, pero te gusta estar así...
¡Deja de comer tanto de eso! ¿no ves como estás?''

Pues bien. Supongo que ya entendí. Y tal vez debo dejar de autoengañarme y debo empezar a aceptar que pues si, soy gorda, soy una mala versión de mi misma. Mi papá también dice que si tengo la oportunidad de ser bonita, que debería aprovechar porque así podría sacar más provecho a mis habilidades. Yo creo que si. Me recuerda al concurso de música, donde una niña que apenas y sabía lo básico de violín, me ganó, solo por ser delgada, bonita y simpática.

Me siento tan ridículamente gorda, que hasta me da vergüenza correr en público. En gimnasia me siento muy torpe y fea. Necesito tener el valor y hacer el esfuerzo para cambiar, tal vez cueste mucho trabajo, ya que llevo un mes siguiendo la dieta que el nutriólogo me dio (mis papás me llevaron), y aún así, no bajo más de dos o tres kilos al mes. Ni aunque me he estado matando en gimnasia logro bajar. Así que voy a evitar comer, no comeré nada en varios días. Me voy a desnutrir, como los africanos, seguro así todo será muchísimo más rápido, no importa si me enfermo o algo así, volveré a comer cuando me guste como me veo, y eso debe pasar pronto, antes de entrar a la secundaria. 


Secundaria.


Me gustó mucho haber entrado a la secundaria. No podía ser mejor, bajé 10 kilos, estoy en la escuela que quería, tengo mi primer novio...

Creo que todo el esfuerzo ha valido más que la pena. Cambié de personalidad, ya no soy la niñita buena onda de la cual a penas y recuerdan su nombre, no, ahora soy mucho más feliz. Llamo la atención de todos, soy de las más lindas y me siento bien. Aún seguiré con la dieta, solo para quitarme unos cuantos kilos que ya no quiero, será rápido, pero por el momento, me siento mal de ver como mis amigas comen chatarra  y porquería y media en la escuela, y ellas son delgadas, y yo no. ¡NO ES JUSTO! Mi mamá dice que tenga cuidado, que solo tengo 12 años y que no es correcto ponerme dietas estrictas. Si supiera que no me como ni el lunch de ensalada que me manda, me mata. 
Pero bueno, supongo que la envidia y el hambre que paso en el recreo viendo a mis amigas comer, vale la pena. Lamentablemente, soy de esas que tienen que pagar y esforzarse por algo que otros, tienen gratis.



Valentina.  [2008]

El día que llegó a la escuela, llamó mi atención. Era delicadamente bonita, su piel era pálida, sus ojos tenían un color café tan claro, que parecían amarillos, del color del oro. Su cabello era rizado y corto, ella era alta y muy, muy delgada. Tan delgada, que me dieron más ganas de ayunar.
Ella era aislada desde que llegó. Cortante con todos los que trataban de acercarse a ella, se veía callada y tranquila, hasta que la descubrí vomitando en el baño de la escuela después de comer. Yo solo esperaba entrar al baño, pero cuando ella salió, me miró tímidamente y me dijo mientras se lavaba las manos:
-No le digas a nadie.-
-¿Por qué supones que le diría a alguien?
-Porque ya me he dado cuenta de lo maldadosa que eres... solo te pido que no lo hagas conmigo, yo no me meto con nadie.
-No diré nada. Para la próxima, no tomes tanta agua. Vomitar es más difícil si tomas mucha agua.
Y después de decir eso, salí del baño.


Y notaba que ella tampoco comía en el recreo. En poco tiempo, Valentina y yo, nos hicimos inseparables. Nos cubríamos la una a la otra hasta con nuestros propios padres; ''ya comió en mi casa, señora''.


Descubierta.

La cosa era tener que comer en mi casa en vacaciones. No hay escuela ni actividad que pueda ayudarme a huir, y tenía que comer porque no te puede doler la panza todos los días.
Bueno, en mi casa nunca fue forzoso cenar ni desayunar, menos en vacaciones que cada quien comía cuando quería, lo único malo, era la hora de la comida, donde todos nos teníamos que sentar a comer.
Comía siempre lo menos que podía. A veces me salía bien, a veces no. A veces me emocionaba y comía hasta reventar. Y luego vomitar, diario vomitar. Supongo que lo sospechaban, pero tal vez no querían admitirlo… o, ¿en serio lo he estado haciendo tan bien? Porque parecieron muy impresionados.
Antes de ser descubierta, mi paranoia era que empezaran a sospechar al verme entrar al baño inmediatamente después de comer… ¿y si se me salía un ruidito? Entonces, se me hizo fácil poner un bote como de un litro y medio debajo de la cama. Lo usaba para subir a mi cuarto, ya que era normal que siempre estaba encerrada, y ahí vomitar sin levantar sospechas. Me salió bien por meses, después de usarlo lo dejaba tapado y escondido, lo asqueroso era tener que tirar después todo en la taza, pero bueno, valía la pena.
Un día, la señora que ayuda a mi mamá en la casa, entró a mi cuarto a limpiar y, pues si, se encontró el bote lleno, y si, si me acusó.
No lo sabía hasta que mi mamá me llamó desde mi cuarto y comenzó a gritarme preguntando qué era eso y diciendo que era una sucia asquerosa por guardarlo y qué como me atrevía a hacer esas estupideces. Me cacheteó y me jalo el cabello. Luego llegó mi papá igual gritándome con agresividad, diciéndome lo inepta y tarada que era y me castigaron poniéndome a lavar los patios.

Creo que ahí empezaron los problemas.




Adiós y hola.


Definitivamente, siempre supe que todo lo que decía era una total mentira, no era fumadora, no era alcohólica, es más, me costaba trabajo tomarme una cerveza completa, no es tan buena. Es más, mis padres no me dejaban salir ni a la esquina, era por eso que según yo, inventaba anécdotas y trataba de aparentar ser una chica liberal y fiestera, que sabe todo y practica de todo, pero, solo soy una mocosa de 14 años obsesionada con su peso y la comida, y por ser rebelde, no sé para qué carajos. Ni si quiera sabía fumar. Ni si quiera me había embriagado hasta el día en el que mis papás me negaron el permiso para salir a una fiesta, porque mis reportes y mi conducta escolar eran un asco, claro. Después de rogar, entendí que no iría y me escapé de casa en pleno día para ir de fiesta. Sabía que sería descubierta, pero y qué, estaba afuera y era lo importante, afuera bailando hasta la noche en el club donde nos venden bebidas alcohólicas a los menores de edad. Tal vez no lo dije, pero era la primera vez que estaba fuera de casa a las 4 am besando a un chico. A mí me pareció genial y nuevo, bebí y bebí hasta que mis amigos se ofrecieron a llevarme a casa, insistían en dejarme en la puerta, pero no revelé que me salí sin permiso y no me arriesgaría a que mi mamá me regañara histérica delante de mis amigos, así que no recuerdo que dije, pero hice que me bajaran en el principio de la larga avenida. Larga y peligrosa avenida que caminé en la madrugada y bajo la lluvia y el frío. No me quejé, de todas formas, es más, me frustraba ver que acababa de salir con compañeros de mi secundaria, los cuáles no tendrían que enfrentar la terrible discusión que yo tendría que tener con mis padres cuando llegara a casa, y eso que solo fueron a una fiesta, y yo solo quería ir. Sentía tener el derecho, porque, no siempre iba a hacer lo que ellos dijeran. Hay que enseñarles quién manda, además, soy suficientemente mayor para salir, mis amigos lo hacen y es lo de mi edad... necesitaba vivirlo.
Pero por el contrario, no puedo salir, ni puedo hacer nada divertido, ni si quiera puedo comer o no comer cuando yo quiera, hasta eso quieren controlar. ¡Estoy harta y cansada! Quisiera que mis padres no estuvieran todo el día en casa vigilándome y diciéndome qué hacer. Quisiera que trabajaran todo el día, como los papás de mis amigos... quisiera poder salir a donde me plazca, hacer lo que quiera y no comer hasta ser delgada. Supe que no aguantaría mucho ese día que la actitud controladora de mis padres salió de sus límites. Fue ahí donde mi papá pronunció la frase clave:
-Si no te gusta como vives en esta casa, vete de aquí.
Por toda contestación, hice mis maletas y me fui. Nadie me detuvo.
La decisión fue tan rápida, que cuando estaba afuera, no sabía qué hacer ni a donde ir.             
Meditando un poco,  Lilia y Edgar llegaron a mi mente. Mis dos primos que vivían solos en un departamento que sus papás pagaban desde Tijuana para que estudiaran acá, Lilia iba en la preparatoria y Edgar en la universidad... y eran unos holgazanes, sabía que podría chantajearlos no solo para que me dejaran quedarme ahí, si no para qué, lo mantuvieran en secreto.
Por primera vez en su vida, Daniel fue oportuno y apareció conduciendo en frente de mí.
-Está lloviendo Oli, ¿qué diablos haces con maletas, quieres llevarlas a algún lugar?
-Si. Ahorita que se pase la lluvia tendré que ir.

-Sube al auto, te llevo donde necesites.




Lilia y Edgar de cristal. [Diciembre del 2007]

Se fueron un momento a hablar a la cocina.
-Muy bien, Oli, puedes quedarte aquí, pero, no digas nada de lo que veas. Toma en cuenta que no podremos cuidarte como tus padres ni mantenerte.
-No soy una niña ni una chismosa, solo quiero un lugar donde quedarme. No necesitan ni si quiera comprarme comida, yo me las arreglaré. Quiero una casa, solamente.
Con este acuerdo, llegué a mi habitación vacía y fría, en la que estaba encerrada todo el día, cuando no me iba a la calle. Pasaban días y yo no comía nada y... ¡nadie me obligaba! Era un sueño hecho realidad. Era libre.
Sin embargo, entré a trabajar al acuario del padre de una amiga, ganando a penas para saldar mis colegiaturas, dispuesta a pagarlo todo aunque me quedara sin nada. Y pagué una, eso si. Viendo a mis papás pasar por mi hermano diario y mintiendo a la psicóloga. Pero papá jamás me pediría perdón para regresarme a casa...
Todas las mañanas, a las 6 am, me paraba a bañar y a veces me encontraba con Lilia y Edgar completamente drogados y tirados en el suelo. A veces eran ellos con sus amigos. A veces estaban profundamente dormidos, en ocasiones cubiertos de vómito... me resultaba un poco lastimoso, pero me acostumbré...juro que nunca pasó por mi mente acabar igual que ellos, se me hacía estúpido y sin objetivo, además, las drogas destruyen el cuerpo y la vida de las personas, ¿no?
Todo empezó en una de las acostumbradas reuniones que mis primos organizaban muy seguido en el departamento, no solía hablarles a sus amigos, de hecho, yo me la pasaba encerrada en mi cuarto mientras había fiesta afuera, no sabía por qué siendo una adolescente deseosa de descubrir y divertirse sin padres que la detuvieran, yo no me había unido al desastre de mis primos. Supongo que el hecho de que todos fueran mayores que yo, me intimidaba, ni si quiera sabía de qué podría hablar con ellos sin llegar a parecer una tonta, y además, su desastre me parecía demasiado. Demasiado destructivo y adicto, tal vez por eso tardé en acercarme. Un día, presa de la aburrición y el hambre que tenía, sin tener un solo peso, fui a la cocina con la intención de unirme y entretenerme un rato, no les iba a hablar yo, pero esperaría, quizá alguien me hablara cuando me viera en la cocina.  Me hice la que me servía agua mientras escuchaba que Jessica, la amiga de mi prima, le preguntaba que quién era yo. Mi prima me llamó y me presentó.
-¿Aquí vives? Nunca te había visto, no mordemos, eh.- Dijo Jessica.
Me senté con ella y con mi prima, observando la mesita de centro, donde había un espejo cubierto de droga y una pipa.
-¿No quieres nada?- Preguntó Jess.
-No,  no le des nada, va en la secundaria. - Indicó mi prima.
-¿Qué se siente? - Pregunté.
-Pues... esto es por si quieres relajarte, pero te da mucho sueño y hambre después. - Explicó Jess, jugueteando con la hierba seca entre sus dedos- Y esto, es cocaína, te activa, aunque pase rápido. Las pildoritas son cristal, me gustan más, me divierte más y dura más, aunque lo malo es que no duermo y no como - Mi prima y Jess rieron.
-Dame un poco de ese cristal.
Jessica sonrío y abrió una de las cápsulas. Parecía azúcar. No sé por qué me dieron sin ni si quiera pensar en mi edad y en que era una primeriza, ni si quiera mi prima reclamó algo. Ahora, supongo que se encontraban demasiado drogadas como para razonar.  Jessica hizo dos líneas del mismo tamaño y se inhaló una con algo parecido a una pajilla. Hizo la cabeza para atrás y suspiró fuertemente. Después, me dio la pajilla y me indico que era mi turno. Inhalé un poco y sentí una horrible mezcla de ardor y dolor en la nariz, tanto que me dio miedo inhalar lo que faltaba.
-¿Te dolió?
-¿Es normal que duela tanto?
-Lo es. Pero si no lo aguantas, cómelo.
Me puse el popote en mi otro orificio nasal y volví a inhalar otro poco. El resto, me lo comí.
Pasó muy poco tiempo para que me sintiera diferente. Me sentí muy alegre y enérgica, sin trabajos comencé a socializar y a platicar con otros amigos de mis primos, incluso después le pedí otra cápsula a Jessica.
-Ya basta, Jessica, tiene 14 años, como probadita está bien.- Le reclamó mi primo Edgar.
-Es mi droga y se la doy a quien yo quiera, además, mejor que la pruebe en confianza y no con desconocidos. - Diciendo esto, Jessica me regaló la segunda cápsula.
No supe exactamente como se pasó tan rápido la noche, pero cuando amaneció, ya no tenía hambre ni tampoco tenía sueño. Muchos de los amigos ya se habían ido y solo quedaba Jessica, mis primos y otro amigo de mi primo. Tenía el estómago revuelto y cualquier alimento que se me venía a la cabeza, me provocaba náuseas. Justo lo que siempre había deseado, no tener antojo de nada. A pesar de que mis primos y sus amigos estaban acostados, hablando despacio y escuchando música, yo me arreglé un poco y me fui a la escuela. Ni si quiera tenía sueño, pero apenas a la tercer clase, no aguantaba el cansancio.




Víctima.

Yo la quiero muchísimo. Ella es mi única compañía, digamos que solo ella me comprende, todo lo que me agobia, puedo contárselo. Aunque hay un tema que no puedo tocar con ella: Daniel.
Ella lo ama, al parecer. Sería capaz de muchas cosas por él, hasta de despreciarse a sí misma, ella lo busca, le ruega y lo peor, aún está esperanzada en lograr que la quiera. Pero el, ni si quiera la mira, la toma incluso a juego y con trabajos y recuerda su nombre...
Yo lo conocí hace poco, también. El es hermano de una vecina, se llama Sandra. Ella acabó la universidad y me enseña inglés en su casa. Yo conocía a Daniel de vista desde hace ya algunos meses, sin embargo, el era demasiado guapo y demasiado mayor como para fijarse en mí. Y yo me sentía suficientemente fea como para que el me mirara. Sin embargo, un día, miré su solicitud en Hi5. Ahí crucé mis primeras ''palabras'' con alguien            con quién solo cruzaba miradas, de hecho, ya tenía como un mes que no iba a su casa a recibir las clases de su hermana, sin embargo, para nada me emocioné o ilusioné.
J: ¿Tú eres la vecina? Ya no te he visto por mi casa, ¿cómo estás?
Entonces, después de unas cuantas palabras, me encontraba haciendo chat con cámara con el. Fue muy divertido y agradable, de todas formas, no me esperaba nada, puesto a que tenía novia y al parecer la quería mucho. Le escribía cosas bonitas y se tomaba fotos románticas con ella a cada rato, ahí descarté por completo la posibilidad de que hubiese algo entre nosotros, pero me había caído muy bien y eso me pareció motivo suficiente para empezar a ir a su casa únicamente a pasar el rato. Nunca había nadie, el siempre estaba solo y yo también, porque mis papás no me dejaban salir mucho tiempo, entonces Daniel fue un buen entretenimiento que estaba a la vuelta de mi casa. Nos pasábamos la tarde sin nada fuera de lo normal, veíamos películas, jugábamos videojuegos y platicábamos, nada pretencioso, el nunca intentaba pasarse de cariñoso ni yo tampoco.
Pasaron varias semanas para que, un día, como muchos otros, fuera a su casa. El me dijo que me prepararía galletas. Puso música y nos fuimos a la cocina a hacer la galletas, pero, esta vez, el actuaba diferente. Me tomaba por la cintura, me abrazaba y se me acercaba demasiado para decirme cualquier cosa y con un extraño tono ''seductor''. Estaba, en ese momento, un poco confundida y también me estaba gustando su juego. Ese día terminó en besos y mis primeros toqueteos. No hablé nada al respecto de su novia, aunque siempre lo estuve pensando. Me regresé a mi casa y pensé en eso todo el día... no entendí la actitud de Daniel, es decir, ¿por qué era tan mentiroso con su novia? El me gustaba mucho y en estos momentos estaría muy feliz, si no fuera por eso, porque tenía novia y era un mentiroso. Además, me sentía utilizada. Pasaron otros tres días de besos en su casa, hasta que me atreví a hablar.
-¿No te sientes mal de engañar a tu novia?
-Contigo, no.
-¿Sabes? Cuando te conocí, pensé que la querías muchísimo.
-Para nada.
-Pues, como llevan más de un año y por tus publicaciones, pues llegué a pensar que la querías mucho.
-La quería, ahora estoy cansado de ella y no la termino por lástima.
-¿Ella te quiere?
-¿Por qué estamos hablando de ella?
-Porque te digo que pensé que la querías, me tomó por sorpresa que a sus espaldas la engañaras y encima tu capacidad de decirle tantas cursilerías en tus publicaciones que, según tú, ni si quiera sientes.
-Ok, ¿te molesta que tenga novia?
-Me da igual, no soy yo a quién engañas, pero no creo que deba seguir haciéndote segunda, yo creo que lo mejor es volver a ser solo amigos, igual que antes.
-Si quieres la termino. Me la paso muy bien contigo y me gustas mucho, me gusta mucho como me veo contigo, quisiera tener algo bien.
''Algo bien''. A punto de decirle que si, pensé las cosas y le dije:
-Pues  bien, sería una decisión tomada antes de tiempo, no puedo estar segura de que ya no tienes novia ahora, y no aceptaría ser novia de alguien que tiene pareja.
-Está bien. Yo te lo diré de nuevo cuando ya no tenga novia.
Ese día pensé mucho en eso y, me pregunté si era verdad que alguien como el dejara a su novia por mi, o tal vez era mi baja autoestima la que me hacía sentir inferior. El tenía 17 y yo 14, el podría estar con alguien que no fuera una mocosita como yo, por eso, prefería aún no creérmela y esperar hasta ver las cosas más en serio. Ese era el primer problema, sin contar que mi mejor amiga estaba profundamente enamorada de Daniel y que, básicamente yo la traicionaba besuqueándome a escondidas con el sin ni si quiera mencionárselo a Valentina.
Pero Daniel cumplió lo que dijo. Terminó con su novia, borró todas sus fotos con ella y publicó en su cuenta que estaba soltero. Y después, volvió a repetirme que se la pasaba muy bien conmigo, que le gustaba mucho y que quería tener algo bien. Y, yo no pude negarme. El era la única persona que me podía hacer sentir bonita con las cosas que me decía, vivía cerca, podía verlo siempre y además, fumábamos hierba todo el tiempo en su casa. Eran mis horas favoritas en el día, era algo que me emocionaba y que, sin embargo, no podía contarle a nadie, porque a la única persona a quién me atrevía a decirle todo de mi, la estaba traicionando.
Después de haber vuelto a mi casa, sobreviví con hierba a mis ganas de volver a probar el cristal, hasta que Daniel comenzó a comprarlo también. Tenía un amigo enorme llamado Toño, el era un moreno de cara fea que se dedicaba a vender cristal y que yo sólo veía cuando le vendía a Joseph, después íbamos a su casa y nos acabábamos todo en un rato. Sentía que no me importaba nada cuando estaba drogada con el. Empecé a llegar tarde a mi casa y descubrí el sexo. Cosa que me gustó, y que, como todo lo que vivía con Daniel, no podía contárselo a nadie.
Valentina también tenía ganas de volver a probar el cristal y yo tenía ganas de volver a drogarme con ella. Sin embargo, ni si quiera sabía donde conseguirlo, ya que Daniel no me lo regalaba porque habíamos prometido mutuamente no drogarnos con otras personas. Entonces, le robé a Daniel el número y la dirección de Toño, Valentina y yo inventamos a nuestros padres que iríamos a una piyamada a casa de la otra y así conseguimos tener una noche libre para nosotras, aunque Vale intentó echarse para atrás diciendo que era peligroso buscar al hombre, pero yo me enojé, pues todo estaba ya planeado, le llamamos a Toño y nos citó en su casa, que estaba en unos poblados no muy lejos de la ciudad. Tomamos el autobús y nos dirigimos a la dirección. La casa estaba sobre la carretera, rodeada de árboles y sembradíos, era de un solo piso y no muy grande. Cuando entramos, Toño nos saludó amablemente y nos dijo que lo acompañaramos a la cabañita de la parte de atrás. Era una casilla descuidada que estaba en el fondo del terreno, vieja y sucia. Y ahí vamos, las dos idiotas siguiendo a aquél maldito que, al hacernos entrar a la casucha, saco dos frasquitos de cápsulas de cristal.
-Solo tenemos para llevar una. - Aclaré.
-No importa, paguen una con su dinero y el resto me lo pagarán con otra cosa.
Mi amiga y yo nos miramos extrañadas.
-No gracias. - Le dije - Queremos pagar con dinero y solo queremos una.
-Por un frasco no me arriesgué a traer hasta acá a dos mocosas. - Nos dijo Toño, agresivo.
Entonces intentamos salir por la puerta y el me tomó por el cabello, me tiro al suelo y me arrastro aventándome en una esquina como si fuera de trapo, después intentó quitarme la chamarra. Mi amiga llegó por atrás, golpeándolo con una escoba. El hombre, furioso, la golpeó y la lanzó al otro cuartillo, y, cuando traté de defenderla, me empujó y caí al suelo, todo me daba vueltas en medio de los gritos desesperados de Valentina, mi vista se nubló hasta hacerse todo negro por un momento, hasta que, volví a abrir los ojos y escuché a mi amiga quejarse. Sin hacer ruido, me levanté y tomé la pala que estaba acomodada en un lugar de la cabaña, y, no sé de donde saqué las calorías para golpear al hombre, pero lo hice, muy fuertemente y en la nuca del hombre, haciendo que se volteara mientras se sobaba la cabeza, entonces aproveche y volví a estamparle la pala en la cara. El hombre volvió a sobarse y cuando intentaba levantarse, volví a golpearlo y esta vez, varias veces, todas en la cabeza. La boca del hombre y su frente estaban sangrando, cosa que no me importó y seguí golpeándolo furiosamente en la cabeza hasta que dejó de moverse, mientras que mi amiga recogía su ropa y empezó a gritarme:
-¡Déjalo ya, Olivia, vas a matarlo!
Entonces se medio levantó frente a mí y tiré la pala. No había tiempo para nada más, y yo, que apenas podía con mi flacucho cuerpo, levanté a mi pobre amiga malherida del suelo y la cargué como pude. La saqué de la cabaña y detuvimos un taxi que, cuando nos miró bien, debió haberse arrepentido de habernos recogido. Yo tenía un enorme moretón en la frente y mi amiga en el ojo, además cojeaba. Estábamos despeinadas, sucias y llorosas. Tuvimos que inventarle a nuestros padres que todo fue una pelea callejera.
Esa fue la primera cosa que le pasó a Valentina por mi culpa... desde ese día, dejó de ser la misma. Ella ya no sonreía ni si quiera conmigo. Sus ojos habían perdido el poco destello de brillo que le quedaba, ella ya no se arreglaba como antes, ya no se miraba al espejo. Ya había perdido muchísimo más peso, ella y yo siempre tuvimos casi el mismo IMC, sin embargo, ella ya estaba ahora unos 8 kilos más delgada que yo. Lejos de motivarme, dejé mi estúpida actitud competitiva de a lado e intenté que ambas comiéramos. Quería que nos curáramos juntas, quería que saliéramos de esto. No quería que se muriera.