viernes, 24 de octubre de 2014

Diario de alguien [2]

La evaporización de Valentina.

Después del incidente de Toño, el alma de Vale ya se había ido... Tal vez, fue ella quien me mantuvo viva hasta el día de hoy, ya que, podía ver reflejada la destrucción de mi cuerpo, en su cuerpo. Ella medía más o menos 1´63 y pesaba ya como 35 kilos. Yo pesaba 34, pero medía 1,56. Estaba ya muy acabada, tan delgada que parecía que se rompería apenas la tocaran. Su cabello castaño había perdido su brillo, su piel que antes parecía terciopelo, ahora se veía reseca. Su mandíbula se veía más que el resto de su antes hermosa cara. Sus ojos miel ya estaban bien apagados. Sus labios rojos ya eran pálidos
Prácticamente, ya no hablábamos con nadie en la escuela. Todos habían sido mis amigos, pero ahora, con trabajos y los saludaba levantando las cejas. El acuerdo era comer 500 kcal al día, entre las dos, con la promesa de dejar de vomitar. Yo quería que se recuperara, deseaba tanto verla salir, que no me importaba esforzarme por salir yo también del hoyo en el que, básicamente me encantaba estar. Yo no sentía a la muerte tan cerca de mí, pero si cerca de nosotras, siguiéndole a ella, a Valentina. Servía en el recreo un poco de ensalada de atún con vegetales, un pedazo de pan integral y yogurth o leche, además de un dulce. Me sentaba y le entregaba sus alimentos con la mejor de mi caras, y le animaba cuando veía que ella no quería comer. Incluso, comía yo con más rapidez y gusto para que ella pensara que no era tan malo, aunque por dentro, cada vez que tragaba sentía que me moría, y aquel bocado que se deslizaba en mi garganta, era el que a mi me urgía sacar. Pero me aguantaba esos deseos y me fumaba algún cigarrillo en espera de dejar de sentir el molesto alimento en mi tráquea.
Yo siempre supe que todos en la escuela sabían sobre los problemas que teníamos Valentina y yo, no porque lo dijéramos, si no porque se notaba en nuestros flacuchos y enfermos cuerpos, sin embargo, trataba de no hacer caso a los chismes ni hablar de ellos, hasta que un estúpido se le ocurrió hacer una broma en una fila de paletas, que hizo que mi amiga se pusiera a llorar. Me enojé tanto que estampé mi puño en su cara y me llevé a mi amiga, dejando al muchacho sobándose su sangrante nariz.
Todo el martirio del día parecía haber acabado, hasta que a lo lejos, vi aparecer a Daniel con un amigo suyo. No supe si huir o esperarlo ahí, temiendo que su impertinencia hiciera que mi amiga se diera cuenta de que había algo entre nosotros. Pero fue ella quien tomó la decisión.
-Mira quién viene allí...justo lo que necesitaba para arreglar mi día.
Tragué saliva y le recé para que Daniel no cometiera una indiscreción. El comenzó a sonreírme directamente desde antes de llegar. Y lo peor fue cuando estaba en frente de mi, rápido me abrazó fuertemente ignorando completamente a mi amiga sin ni si quiera saludarla. Me solté de el lo más rápido que pude y le indiqué con los ojos que saludara a Valentina, y el, después varias señas, captó lo que le decía y saludó con simpleza a mi amiga, volviendo a ponerme atención a mi. Ella nos miraba con desilusión y yo solo deseaba que mi inoportuno novio secreto se fuera ya. Pero el no se conformó con su metida de pata, si no que decidió arruinarlo aún más sacando un collar de su bolsillo.
-Mira, yo lo tejí e hice la medalla de alambre para ti.
Hubiera querido abrazarlo en ese momento, sin embargo, tomé el collar y lo miré de la manera más indiferente que pude.
-Gracias.
-¿Gracias? Un beso aunque sea, ¿no?
-Ay Daniel, es que...
-Olvídalo, nos vemos luego.
Y se fue, sin decir nada. No sabía que decirle a Valentina, quien me miraba, supongo que esperando una explicación. Yo no dije nada y seguí caminando a su lado.
-Debí haberme dado cuenta de que la que le gustaba, eras tú.
-No le gusto... solo somos amigos, ya ves que vive por mi casa...
-Si, claro. Lo que más detesto de la situación, es que me hayas mentido y nunca me hayas dicho nada sobre el. Me lo ocultaste siempre y encima dejaste que me siguiera ilusionando. Eres muy hipócrita.
Diciendo esto, me dejo con las palabras en la boca y se fue rápidamente a su casa, dejándome muy triste y confundida. Lo más fácil era terminar las cosas con el, pero no era tan fácil...¿qué haría sin el?
Ese día, el no me llamó por teléfono como era su costumbre. Tampoco por chat. Ni tampoco Valentina respondía mis llamadas o mensajes. Todos me odiaban ahora. Yo decidí hablarle a Daniel y decirle que no había sido mi intención ser tan seca. Entonces le expliqué mi motivo real y el lo entendió y dijo:
-No es tu culpa, aunque tú nunca me hubieras hecho caso, no significaba que yo me enamoraría de ella. No tienes nada que ver.
Pero el no entendía que involuntariamente, la había herido y ahora no me quiso hablar en todo el fin de semana... ¿habrá estado comiendo bien?
Lo supe el lunes que la vi. NO. Por su puesto que no ha estado comiendo bien y por su puesto que se veía triste.
La vi en el receso sentada en una banca, sola. Llegué a su lado.
-No creo que debamos dejar de hablarnos solo por un hombre.
-Lo dices porque tú eres la que gana. Como siempre. Yo me llevo la peor parte de todo, como siempre.
No supe que decirle, pues tal vez, ese reproche me sonaba a realidad...
-Lo siento, Vale. No quise decírtelo porque es importante para mí...perdóname. Se dio sin querer, yo ni si quiera lo esperaba. Solo empecé a quererlo y no te lo dije porque tampoco quiero dejarlo. Yo te juro que ni si quiera planeaba quererlo...
-Ok, lo siento, quizá no es tu culpa tener mejor suerte que yo, no es tu culpa ser más agraciada. Supongo que tú mereces ser más feliz que yo, eres tan especial, que ni si quiera yo puedo evitar quererte. No dejaré de hablarte, pero, no quiero volver a saber nada al respecto de Daniel, al menos hasta que lo olvide y pueda, simplemente reconocerlo como tu novio.
-Ya no será mi novio, Vale.
-Si lo será, porque no soy nadie para quitártelo. Yo fui la única que se enamoró de el, el no hizo nada para enamorarme.
­­­­­­­-Nunca me sentiría cómoda y en paz haciéndote esto.
-Ya lo estabas haciendo, ¿cuál es la diferencia? ¿que ya me di cuenta? En fin. Lejos de molestarme, me alegro de que al menos una, tenga su vida menos patética y vacía que la otra. No me hagas caso.
No sabía qué hacer para eliminar ese tono seco y de reproche que escapaba de su boca. Ya no había disculpa válida para enmendar el daño. No había disculpa que terminara con todo lo mío con Daniel, ni disculpa que hiciera que el se enamorara de ella. Tampoco quería que el dejara de quererme. Apenada, solamente agaché la cabeza sin saber decir nada. Ella volvió a hablar.
-Lo de nosotras debe seguir siendo igual que antes. Relájate. ¿No has conseguido cristal últimamente?
Con tal de sentirme perdonada, le dije que conseguiría al día siguiente. Aunque siguiera sin comer, aunque se siguiera asesinando a sí misma y yo la estuviera ayudando. Siempre seré lo suficientemente egoísta como para dañar directa o indirectamente a alguien, con tal de sentirme en paz. Aunque los psiquiatras hayan dicho que mi amiga tenía principios de esquizofrenia y que por ningún motivo debía consumir drogas o alcohol. Pero si, conseguí su cristal.
Nunca sabré si ella ya estaba enferma, o fueron las drogas quienes desataron su enfermedad...al principio, creí que encontrarla una o dos veces llorando en los baños asquerosos de la parte más vieja y abandonada en la escuela, perdiendo totalmente la razón, tirada en posición fetal en uno de los baños, con la cara cubierta de lágrimas, mocos y sangre, pues se rasguñaba a sí misma y golpeaba su cabeza, tal vez con la pared. Yo siempre debía entrar por ella, valiéndome nada que los maestros no me dejaran pasar a verla porque no me creían que había alguien, pero sin embargo, siempre terminaba sacándola yo misma de allí, no sin antes limpiar su cara y tratar de regresarla al mundo que estaba pisando. Cuando recuperaba la cabeza, se aguantaba un poco las ganas de llorar, y en la calle, lloraba un poco más, hasta llegar a casa desahogada, creí que ese era el único problema en su día, sabiendo en el fondo, que estaba peor de lo que parecía.
Sus escapes al baño abandonado, se volvieron cotidianos. Todos los días, la iba a levantar del suelo, hecha una demente, diciendo incoherencias y gritando desgarradoramente.  Todo eso se hizo bastante tedioso y la escuela terminó dándose cuenta. La situación, empezó a volverse insoportable, a pesar de que yo intentaba ayudarle. Dejé, durante esos días, de ver a Daniel y me dediqué a pasar tiempo con ella. Sentía que debía cuidarle, no sé si era la culpa o el cariño, o el cariño, mezclado con culpa. Ya ella era incapaz de estar bien, ni si quiera podía actuar bien en el salón, como siempre lo hizo. Ahora, se dormía en clase o hundía la cabeza entre sus brazos y lloraba quedamente, nadie se daba cuenta hasta que le llamaban la atención por dormirse. En cualquier ocasión donde yo no estaba con ella, (que era la única que le prestaba atención en la escuela), siempre se iba a esconder a los baños. De hecho, yo misma tuve que ingeniármelas para hacer un huequito donde pudiera entrar entre la maya metálica que rodeaba ese lugar olvidado en la escuela.
Pudo haber seguido todo así, de no ser porque incluso yo, me di cuenta de que ella ya no era capaz, al menos por el momento, de vivir una vida normal. Aclaré eso cuando fui, como muchos otros días, a recogerla del suelo de los baños viejos. Pero esta vez, no era igual de horrible que siempre, si no, que fue mucho peor. De su frente brotaba muchísima sangre, la taza del baño estaba manchada por ese rojo, se golpeó fuertemente a sí misma en la taza. No estaba gritando ni rasguñándose la cara ese día, solo estaba sentada, con la cabeza colgada y los ojos entrecerrados, susurrando cosas extrañas, como si hablase con un fantasma:
''Quiero que te vayas ahora. ¿Ya estás feliz? Espero que te vayas ahora''
Esta frase, más o menos, es la que más recuerdo y la que más claro pude oír, sin embargo, ya no había tiempo para seguir investigando más. Su cara estaba cubierta de sangre y sus piernas, llenas de profundos cortes hechos con pedazos de vidrio. Su uniforme estaba empapado de rojo. Fue tan aterrador, que hasta la fecha me pregunto, ¿qué estaba haciendo yo en ese momento donde ella me habría necesitado?
Ya ella no me miraba a los ojos ese día. Sus ojos ya no estaban llenos de lágrimas como solía verlos. Ahora estaban, simplemente, total y completamente apagados. Su mirada decía todos los estragos que sucedían dentro de su cabeza. La levanté y la saqué del baño, casi cargando. Otra amiguilla mía, Fanny, me estaba esperando y corrió histérica a nosotras cuando me vio salir con mi ensangrentada amiga. Sin hacer caso a las preguntas hostigosas de Fanny, saqué mi teléfono y sin pensar mucho, llamé a la ambulancia, mientras la cabeza de mi pobre amiga se recargaba en mi pecho, inconsciente.
En pocos minutos, estaba rodeada de todas las personas que seguían en la escuela, y después, la ambulancia y los padres de la delirante Valentina. Se la llevaron y sus padres subieron con ella, y yo, con mi uniforme manchado de sangre, me marché a mi casa, después de haberles gritado insultos a los metiches compañeros hipócritas que rodeaban la escena como si fuera un maldito show de festival escolar.    
Valentina tenía una falla intestinal grave y unas taquicardias del demonio que podrían parar su corazón en cualquier momento. Tenía una severa desnutrición, cosa que sorprendió a sus terapeutas psiquiátricos, ya que ellos dijeron que las vitaminas que le dieron la repondrían en unas semanas. Yo ni si quiera sabía que estaba tomando vitaminas, así que supongo que jamás lo hizo. En tan solo 12 días sufrió suturas que provocaron sus profundos cortes con el vidrio, además de una operación de intestino en los que tuvieron que cortarle y extirparle un pedazo de el. Ella ya no iba a ser gorda nunca nunca más, ya que esa grave falla intestinal, haría que jamás pudiera comer como una persona normal, por lo tanto, jamás engordaría. Además de ser alimentada vía intravenosa y usar silla de ruedas porque sus huesos estaban bastante dañados y además, ni si quiera tenía fuerza para moverse. Después, el diagnóstico sorpresa de una enfermedad de transmisión sexual que no vale la pena ni si quiera mencionar, me hizo preocuparme aún más de lo que ya estaba. ¿Había sido culpa mía por convencerla de ir con Toño? Supongo que si.                                                                                                                                                                                 

2 comentarios:

  1. Definitivamente amo como escribís! Un beso guapa

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  2. Me encantaría que siguieras compartiendonos este lado y otros tuyo, me encanta como escribes y me gustaría leer la parte "enamorada" tuya.

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