domingo, 8 de noviembre de 2015


Parte 1.
Nunca podré entender por qué te alejase de mí. ¿Habrá sido enojo de verdad, o era tu miedo a seguir enganchada a mí? O, en el peor de los casos, ¿era acaso que no me hablas porque sencillamente ya no te intereso en lo más mínimo? ¿Será que ni si quiera me recuerdas mientras yo paso cada noche preguntándome por ti, por tu vida, por lo que piensas? Debo decirte que es muy complicado para mí enviarte esto, pero necesito que lo sepas porque aunque no escuche tu voz o lea algún mensaje tuyo, sé que al menos mientras lees esto vas a acordarte de mi y alguna emoción lograré provocarte. Eso, para mí, a comparación de estar totalmente abandonado, es suficiente.

Es fatal, nostálgico y a la vez hermoso para mí entrar a mi casa y observar las paredes pintadas por ti, quedarme mirando tus dibujos mientras aquel pensamiento infinito me llevaba a terminar mirando hacía la nada, quizá porque algún dolor en el pecho me impide dejarme llevar por la emoción, pues no seré más que añicos, tal y como desde que te fuiste, soy como un muerto que camina, no siento ni si quiera la diversión, ni el enojo, excepto cuando me harto de extrañarte tanto y me pongo a pensar en todos aquellos que en estos momentos están gozando de tu compañía, la sangre me hierve en las venas y no hay comentario o actitud que no me reviente, al grado de tener que ser violento y meterme en problemas, ya me conoces. Los dibujos que me obsequiaste tienen ojos, una mirada penetrante y expresiva, tales como tus propios ojos, que me observan, te has ido pero me has dejado vigilado y ahora parece que tu recuerdo se esfuerza en impedirme ser feliz. ¿Qué me has hecho?

La conocí cuando era un niño y fue mi primer amor, Lú era la niña más bonita del salón de clases, y a pesar de llenarla de cartas y dulces, me rechazó tantas veces que ya no sé cuántas en exactitud, decía ser muy pequeña aún para tener novio.
La frecuenté también durante la adolescencia, la volví a invitar a salir no una, si no varias veces. Me rechazó porque tenía pareja.
Hace algún tiempo, me agregó a redes sociales y ¡ella misma me pidió salir y conocernos! Pero, ni si quiera me dio tiempo de alegrarme. Algo me intrigaba, me preocupaba, me llenaba de celos y me carcomía, y la causante de eso, eras, como siempre: TÚ.
No importa que mi amor platónico me estuviese hablando en ese momento. Tú en ese momento, estabas saliendo con un ''amigo''. Eso me tenía bastante malhumorado y ocupado. Solo pensaba en ti, como siempre. Desgraciadamente, tú, con tu indiscreción característica y tu falta de sentimientos, te encargaste de que yo me diera cuenta de que el chico no solamente era tu amigo, y despechado, fui a buscar a Lú y le dije que siempre si quería salir con ella.
Nos vimos en un café y platicamos, si es que se le puede llamar así, Era linda, si. Pero bastante boba, inculta y vacía. Pero eso no significaba que no me la llevaría a la cama, así que quedamos en ir a un sitio más tranquilo, entonces mi teléfono sonó. ¿Recuerdas esa vez que me dijiste que te ayudara de regresar de una fiesta que te daba mala espina? Pues olvidé por completo mi asunto y te dije que iría para allá. Cuando se lo dije a la chica, se puso notablemente furiosa y hasta quiso obligarme a llevarla a su casa, pero molesto, hice que se fuera después de recibir una bofetada. Ya habían pasado 15 días desde que no me hablabas, en mi interior, mi cerebro dijo ''¡Te volvió a utilizar! Como siempre'', pero mi corazón gritaba más fuerte que seguro también me extrañabas. Te vi y no dijiste nada, no hablaste y parecías molesta, y en un alto, mientras me quejaba de tu frialdad, me callaste con un beso igual que las películas, y fuiste tocándome todo el camino hasta que terminamos en mi casa, teniendo una noche increíble y de fuego, que valía más que mil ''Lú''.

Es ahí donde también aparece mi confusión... ¿Por qué no me dices que me quieres o me llenas de mimos como lo hacen las demás mujeres? Solo te limitabas a besarme únicamente si estábamos a solas, no me dabas la mano, no me hablabas bonito. Les hablaba de ti a mis camaradas y cuando al fin te conocían, iba orgulloso a presentarles a la joya de mujer preciosa que está a mi lado, sin embargo tú parecías repudiarme en frente de ellos. Eras, notablemente otra persona distinta con ellos a como eras conmigo, que para mí, era tu lado casi auténtico, pues siempre he sabido que haces cosas que no me imagino y no estoy seguro de querer hacerlo. Pero a pesar de todo, la persona que eras conmigo era la que más me gustaba. Eras graciosa, inteligente, tocábamos temas profundos, componíamos canciones, pintábamos, hacíamos dibujos y teníamos sexo todo el tiempo, y en ese momento podía sentir que ahora todo era diferente, nos mirábamos a los ojos, nos decíamos cosas y seguíamos en contacto al acabar, pues no eras como hace años que de inmediato te vestías y muchas veces, simplemente te marchabas. Te conocí lentamente, vi tu proceso de destrucción y las veces que te vi levantarte... poco a poco me di cuenta de que había en ti, un gusto por lo prohibido, por el peligro y la adrenalina, que aunque tuvieras todo para ser feliz, decides complicarte la vida por cosas que quieres probar, tú no conoces límites. Te parecías a mí, pero más lista y serena (cuando estabas lúcida) y obviamente mucho más rara.
¿Como es posible que cuando estemos solos me hagas reír, me beses tanto y me hagas tener mis mejores orgasmos pero al otro día te comportas como si no me conocieras?
Lo entendería si hubiera sido una noche loca, pero nosotros, ya hemos tenido incontables de esas...
Llegué a pensar que a ti lo único que te hace feliz es el sexo, pues solo así te pueden tener contenta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario