sábado, 15 de noviembre de 2014

Diario de alguien [6]

Mantén la calma. 


¿Qué importaba que se formaran dos enormes bultos de grasa en mis mejillas cuando sonreía? ¿Qué importaba que tuviese que ponerme talco en la entrepierna para que mis muslos no se rozaran al caminar cuando llevaba falda? Qué importaba.
Sonreía cuando veía que la blusa de botones del uniforme, no alcanzaba a cerrarme bien por el buen tamaño de mis senos. ¡Ya tenía senos! ¿Qué importaba que mi cintura midiera 75 centímetros? Nadie me dice nada, nadie se burla de mi, quizá mis admiradores no son precisamente Brad Pitt, pero, no soy incapaz de tener a quién me gusta. Daniel tampoco ha dejado de quererme. Sigo siendo igual de buena que siempre. Incluso mejor. No me importaba ya nada de esas tonterías de adelgazar. 

Estoy buena ahora, mi vida es muy plena y feliz en la preparatoria. Me divierto mucho con mis amigos, siempre bromeamos, platicamos y salimos a beber. Me encanta beber, es muy divertido estar ebria, hago cosas muy fuera de lo común, conozco gente, chicos y bailo, canto, soy feliz.
No niego que a veces me miro al espejo con cierta inconformidad. Pero recuerdo en lo que estuve metida y me convenzo a mi misma de que, no soy gorda, no tan gorda como en el espejo me percibo, 
A veces tengo el complejo de que mis amigas son más delgadas que yo, pero basta con compararme con sus cuerpos y deducir que no estaba tan lejos de ser como ellas... y que si me sentía muy gorda, sin duda era por mi tendencia a obsesionarme con el peso... si, debe ser eso.
Soy tan feliz, tan normal. Ya no soy la señalada de la escuela. Es fascinante comer sin culpa, ¡lo que me plazca! ¡lo que se me antoje! No importa las calorías, no importa la cantidad, como hasta estar llena, no me quedo con una pizca de hambre. Voy al colegio por la tarde. Me levanto tarde, hago mis tareas, me arreglo y como antes de irme. En el receso, como lo que se me antoja, tortas, quesadillas, bolsas de cheetos o nieves. Cuando salgo, me compro alguna botana, y bebo, me voy a tomar, la bebida que sea, no importa, mientras emborrache, me parece bien. Llego un poco menos ebria a casa, y de nuevo como, ceno lo que quedó de la comida o me preparo algo hasta llenarme. 
Y me acuesto a dormir. Ya incluso no leo de forma tan compulsiva, soy puros amigos y fiesta, pero qué importa, me he olvidado de pasar todas esas calamidades que sufría antes. 



Reincidir. 

Ya tiene días que dejé de sentirme tan bien como antes. Ya no me la creo tan fácil. Ya no me siento tan bonita, ni siento que tenga buen cuerpo. Daniel dice que me veo bien, siempre me dice cosas lindas, pero la verdad es que, ya no confío en lo que veo. Cada vez que observo las fotos que mis amigas suben a Facebook, me desetiqueto en la mayoría. Soy la más fea, la más gorda, la más ordinaria. ¿Será que no soy fotogénica? ¿Será que no era mi ángulo? O quizá, tal vez si soy gorda y no lo quiero ver. No sé, pero, sentí una necesidad de pesarme. 67 kilos, con mi 1,60 de estatura. No puede ser. ¡SI ESTOY GORDA!
 Bastó con terminar la preparatoria para empezar a quedarme sin actividad. Es decir, veía a mis amigos, de vez en cuando, pero ya no era diario. Volví a pasar mucho tiempo en el computador, donde aparecían fotografías de mujeres con cuerpos que, de nuevo empecé a anhelar con ansiedad.
Me empecé a sentir poca cosa, y decidí inscribirme al gimnasio. No funciona, no bajo como quiero, y yo sé la receta para bajar rápido. Yo sé lo que tengo que hacer, yo sé que soy capaz de ello.
Empecé a recortar como loca las imágenes de chicas delgadas en revistas, y me propuse, esa misma tarde, empezar a evadir de nuevo los alimentos. Ya que conozco la manera en la que me hundo, esta vez sabré hasta donde llegar...
50 kilos me parece justo. No me obsesionaré tanto como antes. Ya que acabé la preparatoria antes que mi generación, tengo un año sabático, que usaré para adelgazar y llegar renovada a la universidad. 
Me la paso en mi casa. Pasaron ya meses, varios. Estoy ya cerca de los 50 kilos, aunque aún no siento que sea momento de parar. Quizá solo adelgace hasta 45. De la nada, dejó de llamarme la atención salir con los mismos de siempre, yo creo que ya me aburrieron o no congeniamos. Ahora solo la paso en mi casa, con Daniel, o yendo a ayudar a mi tío, que es modista, me pongo a bordar, me entretengo y gano dinero, y no me acuerdo de la comida. Mi tiempo libre lo sigo ocupando para aislarme en mi cuarto, y leerme un libro entero en el día, otro en la noche, hasta la madrugada. No me interesa lo mucho que la pase sola, por el momento estoy muy gorda, ya habrá tiempo de volver a tener vida social en cuanto sea delgada.
De igual manera, mis ideas dejaron de ser compatibles con las de mis amigas. Yo ya no como, ellas salen a restaurantes. Será mejor evitarlo. No sé con quién hablar ni entretenerme, no bromeo ni platico con nadie últimamente, no tengo nada que decir, más que estoy adelgazando, y que no puedo pensar en otra cosa. Y a nadie puedo estarle contando estas cosas. Extraño mucho a Valentina.
Por casualidad, he encontrado en Twitter un círculo de niñas anoréxicas, Ana y Mia... pensé que era una broma que se llamaran así, pero supongo que es lo de hoy, empecé a seguirles para ver si entablaba con alguna de ellas una conversación interesante. Ninguna me devolvió el follow. ¿QUÉ? ¿Tengo que hacerme una estúpida cuenta que anuncie que tengo anorexia? Muy bien. 
No le pondré Ana y Mia, que común me vería. Pero si le pondré algo que denote que también estoy en esas cosas. Efectivamente, esta vez me siguieron. No creo llegar si quiera a 100 seguidores, pero espero conocer a al menos una chica o chico que entienda lo que digo.









2 comentarios:

  1. Más, más, ¡MÁS! Tus escritos son muy adictivos. Sería estupendo que plasmaras tu historia en un libro, para así leer todo de una vez y no tener que esperar cada entrada :(

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  2. Ganarias dinero y fama haciendo un libro! Tu historia (o lo que has escrito de ella) es mucho mejor que la de Cielo Latini

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