lunes, 13 de julio de 2015

Magnesio.

El colmo del colmo.

Este fin de semana fue demasiado extraño, pero bonito de cierta manera. Acabo de llegar de un retiro espiritual para alcohólicos, estuve unos días. Después de algunos pasos, el terapeuta concluyó y me convenció de que tenía un gran problema en mi vida: Daniel.
Nunca pensé que conocerlo me dejara tan traumada, pero al parecer, así fue, por lo tanto, como parte de mi recuperación, he ''terminado'' con el para siempre. Al llegar del retiro, abrí mi Facebook y tenía muchos mensajes suyos, buscándome y pidiendo que lo viera, como siempre. No me había hecho nada en ese momento, como otras veces, pero, el daño en general avala que lo mande a volar. Lo hice de la manera más firme y dura que pude, por chat, claro. Era la primera vez que era tan directa. No me sentí mal, supe que era por mi bien y que estaba siendo fuerte. Y si, estuve tres semanas sobria y limpia, sin embargo, sus mensajes empezaron un día a llegar con insistencia, el quería mi ayuda. Muy molesta, lo bloquee, me arrepentí, y cuando quise preguntar que sucedía, (igual y la curiosidad), ya era tarde.

Sin duda la noticia que averigüé me dejó ansiosa y preocupada. Ahora, las noches de insomnio fueron aún peores, ya que amanecía con los dedos hechos pedazos de tanto morder. Tenía que hablar con el, tenía que preguntarle la gravedad del asunto, pero, desgraciadamente, dos días seguidos no llegué a tiempo, justo a la hora de visitas en el reclusorio, pero no pararía hasta verlo.
Al fin pude hacerlo y el estaba allí, saliendo del pasillo con su uniforme de presidiario, sus ojos estaban hundidos, estaba más ojeroso y triste que nunca, su piel estaba reseca y su barba estaba larga. Cuando me vio, me abrazó con ternura, sin mucho drama. Su cara había cambiado un poco y lucía áspera. Me explicó que era un poco complicado, pero que con ayuda de su abogado y sus padres, no demoraría en salir, y me relajó mucho que me asegurara que no había nada que me involucrara, así que, me fui de ahí con un sabor de boca agridulce. No sé si me sentí mal o qué tan preocupada estuve por Daniel, solo sé que esos 4 meses no hice más que recaer y volver a drogarme y a beber como una desquiciada. No sé si era una especie de lealtad escondida, pero no salí ni hablé con ningún hombre y me dediqué a buscar chicas, bueno, no tienen pene, quiero pensar que no cuenta.

Los temblores y las sudoraciones regresaron, mis articulaciones volvían a contraerse y los alimentos volvieron a ser olvidados. Mi cara se volvió a demacrar y mis labios estaban secos, mi deshidratación era increíble, ya que encima de no comer por días, apenas lo hacía y corría por un poco de polvo de sulfato de magnesio, el cual disuelto en agua, se convierte en la bebida más asquerosa y repugnante que alguna vez pude tomar. Solo de recordarlo, no puedo evitar hacer muecas.
Cierto día no pude más y tuve que decirles a mis padres que mi corazón latía demasiado fuerte y lento, me estaba mareando y no podía respirar, así que fui llevada a urgencias y cuando me di cuenta, de nuevo tenía la mascarilla para respirar y el montón de mangueritas saliendo de todas partes de mi cuerpo. Mi madre estaba a lado y al preguntarle que pasaba, me respondió que todo había sido culpa del exceso de magnesio que había tomado últimamente, y que una bolsita o unos minutos más pudieron haber acabado en un paro cardíaco. Wow. Ah, y que probablemente iba a necesitar otra maldita manguera saliendo de mi riñón y traspasando mi abdomen, por si no lograban limpiar toda esta mierda, Algunos días estuve allí, y por último, un oportuno antidoping.
Sería más fácil explicar que maldita droga no encontraron, así que mis padres me mandaron a una nueva clínica a que recibiera terapia, por un tiempo me sirvió, o mejor dicho, actuaba bien, como si estuviera sobria, sin embargo, mi maldita compañera quiso hacer un hermoso gesto y llamó a mi madre, diciéndole que tenía problemas con la droga aún y no solo eso, si no que le paso nombres y teléfonos de algunos anexos.

Al principio, me enojó que me encerraran. Pero después lo acepté, después de todo solo eran 2 meses y qué podía pasarme, Daniel está en la cárcel y no debe pasarla bien, si haces tonterías es lo que sucede, hay cárcel, anexos y clínicas para nosotros, ya no me importaba nada.

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