martes, 28 de abril de 2015

D.

Te imaginé tantas veces. Te pensé muy poco como en realidad eras. Cada vez que en mi cerebro tu nombre se quería asomar, lo cubría mentalmente, te evadía. Un ser muy egoísta como para que yo, tan ingenuamente, le entregara lo único que me pertenecía, mi cabeza, mis sentimientos. No perdería la cabeza por ti. No me perdería entre tus bosques, enredados, catastróficos. Eres igual a mí. Un desorden. Un loco. Psicótico. Con esos ojos, del color del pasto. Siempre estaré fascinada con esos ojos. Oh, diablos. Nosotros nacimos para conocernos, pero, ¿qué hacer? Somos tan iguales, y tan intensos, que, generalmente tenemos suficiente con nosotros mismos. Pero, eres tú quien hace que alma se sienta en casa. Contigo, también me he arrepentido mil veces de dejar que me conozcas, pero no puedo hacer nada, simplemente, mi interioridad se deja llevar, mis labios solo se mueven y yo no pienso lo suficiente, confío tanto en ti, a pesar de todo, tan transparente, eres tan flexible, tan incauto y honesto, si, he sido mala contigo porque en el fondo sé que podrías hacerme daño.  Siempre te recordaré y sé que tú a mí. En algún momento, ambos estaremos pensándonos mutuamente aunque estemos cada quién en un camino. Y, en ese momento, en algún lugar, quizá imaginario, volveremos a estar juntos. Como siempre. Siempre volvemos. En contra de mi voluntad, pero a favor del alma. 

1 comentario:

  1. Olivia, comencé a leer todas tus entradas. Me gusta como escribes, nunca en mi vida había leído algo tan intenso y tan real, nunca pensé que existiera una persona como tú y en realidad me encanta la idea que en algún lugar del mundo existe alguien como tú que a pesar de todo sigue viva y sigue escribiendo.
    Espero leer más de ti este año y espero algún día leer que estas completamente bien.

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