jueves, 15 de enero de 2015

COMIDA, COMIDA, COMIDA.

Recuperarse es algo muy difícil de entender. A veces, mi corazón late muy fuerte, me mareo y vomito sangre. Mi estómago arde y digo, ''¡ya es suficiente, debes parar!'', me pruebo mis pantalones y ninguno me ajusta, incluso los que no me quedaban, me estaban volviendo a entrar y hasta ya se me estaban cayendo. Uy si, qué preocupante, seguía sonriendo, a quién le miento, Me gustaba adelgazar, lo que resultaba arriesgado ahora que estoy en el límite de verme un poco normal.  Me confundía mucho, y después de analizar aquellos puntos y estar consciente de que no quería morir ahora ni tampoco quería bajo ninguna circunstancia regresar a la horrible clínica, me decidía según yo hasta firmemente a intentar volver a comer, ya era suficiente por ahora, era momento de volver a acostumbrarme al menos a digerir, ya que supongo que no está bien que el estómago me duela al punto de retorcerme por el simple hecho de omitir vomitar algún alimento demasiado pesado. 

Así es como bajo decidida a la cocina y me cocino un gran sándwich, que finalmente termino medio vaciando porque sé que no me lo acabaría. No logro terminar ni la mitad, me siento muy llena. Forzosamente me acabo todo y las náuseas son inevitables. No me siento tan mal porque después de todo iba a vomitar, ¿No? Era mucho, que tal y engordaba. 

Después me doy cuenta de que en realidad si tengo mucho miedo de que los jeans pequeños que uso dejen de quedarme. Tengo miedo y solo de imaginarme a mí misma más gorda y usando tallas que antes usaba, siento escalofríos y me da una ansiedad tremenda que me hace desear ayunar por muchos días y perder mucho más peso. Y después de comer tengo el super poder de mirarme al espejo y sentir que instantáneamente mi cara se ve tan inmensa y redonda como la tenía antes. Dejan de importarme las ganas de salir de esto y regresa mi necesidad de estar hambrienta y es que si, realmente solo puedo sentirme plena y totalmente feliz si además de todo no he comido. Comer, siempre me hace sentir preocupada. Si comparo la felicidad que me daría estar en un buffet con mi comida favorita a la felicidad que me da poder ver los huesos de mi cadera, la verdad la comida, ¿A quién le importa?

Es real que no puedo dejar de sentirme relativamente feliz por el hecho de haber adelgazado, ya que supuestamente esa era la raíz de todo este desastre, ya recuerdo, si, quería ser delgada, muy delgada, que todos cuando me miraran, pensaran, ''¡WOW, ES MUY DELGADA!'', lo cuál ahora llegó a ser irónico ya que incluso a veces me enojo cuando la gente me repite mucho que adelgacé o que estoy delgada. Pero finalmente y en el fondo, me da mucho gusto que lo noten y que vean que si, soy delgada, como ustedes jamás creyeron que llegaría a ser. Pero qué puedo hacer ahora que no solamente me gusta adelgazar y ser delgada, si no que aparte disfruto de una extraña satisfacción al sentir mi estómago retorcer de hambre. Es mucho más bonito para mí que comer algo rico.

Es cierto que además de todo al vivir en esto tan entre la vida y la muerte, y sabiendo que finalmente, es un suicidio progresivo que supuestamente está bajo mi control, yo sé que si quisiera morirme ahora simplemente ya estaría tomando bien las cartas en el asunto, pero si considero que me faltan algunas cosas por vivir, con un poco de voluntad y usando la lógica para combatir las ideas locas de mi enfermedad, logro no dejar de alimentarme lo que sea necesario para mantenerme viva y además delgada. A ver qué pasa. 

1 comentario:

  1. Lo más difícil es la ansiedad. No sé si tomas algún medicamento. A mi me salvaron los antidepresivos aunque tambien casi me matan. No es fácil encontrar el equilibrio pero igual si fuese fácil, vivir no sería tan interesnate :) suerte!

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